Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Nadar solo

Con el cantautor Gastón Rodríguez Aroztegui, que se presenta este jueves en el CCE

“Cuando uno no es uno, el precio es altísimo. Ponele que vas a una batalla... ¿Vas a morir siendo otro o vas a morir siendo vos? Eso siempre me taladró, y me gusta como pregunta”.

20.08.2018 16:50

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2018-08-20T16:50:00-03:00
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A Gastón Rodríguez, un golpe de la vida lo dejó como un auto volcado al borde de la ruta. A todos nos ha pasado, o nos pasará. Y así, el auxilio vino del lugar menos esperado pero tal vez más obvio.

A Gastón Rodríguez lo salvó la música. De nuevo. No es que la música apareciera de la nada, ni que Gastón Rodríguez fuera un desconocido para ella. Músico, docente, cantautor con varios discos firmados, hace décadas que la música lo estaba esperando. Ay, sí, como la noviecita de los tangos.

Una semana y dos llamadas lo devolvieron a la carretera. Distinto, pero igual que antes. Quizá no fue a la ruta, y la comparación más exacta sería el agua. Allí, Gastón Rodríguez se siente un pez, y también es un lugar de purificación, de bautismo.

De ese viaje -de esa inmersión- nació Tu respiración, un compendio de canciones de renacimiento, de paces y de encuentro con el pasado. Y entonces el agua, el lado salvaje, Dino, los adioses y las bienvenidas, y un montón de cosas más que no pueden ser explicadas para ser leídas. Al menos en este caso.

*

Contame de Tu respiración. ¿Es un EP, un espectáculo, un puñado de canciones sueltas?

El año pasado, en un momento dificilísimo de mi vida, en que me estaba separando y yéndome a vivir solo después de veintipico de años, recibí dos premios en la misma semana, que fueron los que me sustentaron para salir de esa situación agobiante. Yo no soy religioso, pero medio que empecé a serlo a partir de ahí. Uno de ellos es el Premio Nacional de Música, y el otro es Ibermúsicas, que está en doce países de Latinoamérica. Ellos te dan un premio económico, pero te comprometen a hacer, en los primeros seis meses del año siguiente, seis temas para ellos. Esas canciones después van a compilados en distintos formatos, que muestren lo que es el panorama musical de América Latina y algo de España. Entonces vino el desafío, de los más lindos que he tenido, de componer esas canciones antes de junio. Si me hubieran dado solo una semana lo hubiera hecho igual, porque soy un kamikaze. Tengo pila de inseguridades en otros aspectos, pero en lo que tiene que ver con la creación no. Y no me canso. Ese proyecto de seis temas se terminó llamando Tu respiración, por una canción que tiene ese título. Ahí hice un descubrimiento de algo que venía experimentando hace años, como un camino espiritual, de alguna manera, que tiene que ver con eso, estar en la respiración, en el presente, aquí y ahora.


¿En qué sentido?

Empezaron a suceder pila de cosas. Desde reformularme una cantidad de cosas hasta el hecho de reencontrarme, a conectar con una cantidad de gente, a salir más. Estuve muy guardado y se dio un quiebre en mi vida. Carl Gustav Jung decía, promediando la existencia, que es el momento en que siento que me encuentro, uno se encuentra con su propia sombra. Esto que parece muy serio es tangible, real. En mi caso es como un empuje hacia la salida al mundo, de cosas que negaba.

 

¿Qué cosas negabas?

Yo tengo una formación muy volcada hacia la casa, la crianza de mis hijas. Dediqué todo a eso, y eso tiene que ver con lo que tratan estas nuevas canciones. "Tu respiración" dice "la planta de la madurez ya no la pienso volver a regar. Con sus hojas preparaba el té que casi arruina mi vitalidad". La madurez, que es la madurez de una fruta, como decía Spinetta, "Durazno sangrando", eso es biología. Pero después está la madurez en el sentido ideológico. Eso es un sistema de dominación. Y en mi caso de domesticación de mi vitalidad natural. ¿Quiénes me la devolvieron? Mis hijas. Y la música, la creación y todo eso, que es esencialmente vitalidad. No hay edad. La sexualidad y el empuje vital en general. Yo venía haciendo una vida dentro del ambiente familiar, del hogar. Asegurándome de que estuviera bien todo el mundo, y olvidándome de estar bien yo. Ese viaje, un poco existencial, termina siendo Tu respiración. He vuelto también a hacer natación, que es una de mis grandes pasiones desde la niñez, y frente al agua, en vez de pasarme lo que a Narciso, que se ahogó, vuelvo a tener vitalidad. Pasa por el espíritu, por lo físico. Las canciones hablan mucho de eso. Las mujeres feministas hablan mucho de empoderarse, y veo que los varones nos hemos olvidado de eso. De empoderarse del cuerpo de uno. Yo compré todo el paquete de los hijos, la vida familiar. Y ahora me queda algo maravilloso: mis hijas adoran esto. Se cuelgan. Sofía, la mayor, fue la primera en escuchar algunos temas y en bautizarlos con una emoción, o una crítica.

Foto: Montevideo Portal | Pablo Scutari

¿Te sirvió de catarsis el hecho de tener que componer obligado? ¿Es bueno que el arte sea catártico?

El técnico de sonido que hizo el disco [Álvaro Reyes], que funcionó como productor, me sugirió que grabara todo solo. Volví a tocar los solos de viola eléctrica, hice las percusiones tirado en el piso, usando el cuerpo como instrumento. Empezaba a las 8 y media de la mañana y trabajaba ocho horas, y terminaba con más energía. No sé qué es el arte. Sé que hay algo que es alquímico, que pasamos por un proceso y después de eso somos mejores personas. Algo pasa ahí, no sé qué es. Creo que hay una diferencia entre el arte y el diseño. Diseñar es como resolver un problema. Una estructura. Diseñar sonido para una obra de teatro, por ejemplo, que requiere una parte de emoción, otra de suspenso. Puede ser tratado como un hecho artístico, pero está al servicio de un fin. Lo artístico es un hecho que se hace por nada.


Es lo interesante. Podés vivir y morir sin haber escuchado jamás una canción, leído un libro, y no pasa nada. Es algo totalmente inútil.

Claro, pero algo pasa. Es lo que haré aunque no quiera, como escribí en una canción a los 15 años. Es más: me he preguntado, y autocastigado por haberme metido en esto. Y me di cuenta de que, si no lo hubiera hecho, no habría podido sobrevivir. Podría haber sido un muy buen ingeniero. Era muy bueno en matemática, pero deserté de ese camino. La creación, en muchos momentos, y hablando del agua, me ha mantenido a flote. Capaz que cuando estaba dando el último examen en Secundaria me largué inconscientemente, sin tener idea del porqué. Pero son esas cosas que tiene la vida.

 

Claro. Además, a tu generación le ha costado mucho visibilizarse. Han llegado tarde al reconocimiento, que es una palabra espantosa.

Sí, es una generación bastante traumatizada. Nos tocó la salida de la dictadura, pasar de un oscurantismo enorme a la esperanza salida de la vaina que después vimos que era demasiado. En ese ir y venir mucha gente se desestimuló. Se navegaba en aguas muy violentas. Yo ahora siento una gran alegría de poder tocar con Esteban Rodríguez y Rodrigo Vaccotti, de la banda Eureka!, que tienen 30 años. Ellos escuchaban canciones mías cuando estaban en el liceo. El otro día casi se nos caen los lagrimones pensando en la conexión que hubo entre ellos en su adolescencia y yo ya adulto, y de poder tocar juntos ahora. Tocando y conviviendo. Ese es otro tema de la vitalidad. Me volví a juntar con gente que, para mí, es luminosa. Que no juzga, que comparte, que tiene una ética enorme. Uno tenía esos valores asociados a la estabilidad, a la madurez, y todo eso es mentira. Ahora lo puedo decir con propiedad. Yo pasé por una gran estabilidad a todo nivel. Amigos que me decían "vos sí que llegaste", cosas así. Eso, ahora lo puedo decir, no tiene nada que ver con mi forma de ser. Es como que volví a la ruta.


¿Eso modificó tus canciones, tu forma de componer? Porque por lo que decís sos una persona distinta.

No. Cuando empecé a hacer el tema "Canción del hombre de ningún lugar" me estaba planteando por qué estaba en ese sitio. Me estoy dando cuenta de que lo que uno crea nos dice qué es lo que va a pasar. Y muchos años antes de que pase. Es impresionante. Eso que decía que hay más floreros que flores, y todo eso, es lo que me pasó después. Claro, después baja a la conciencia, pero en el momento de crearlo ya estaba. Luego subió a la superficie. Uno se boicotea un poco, no deja que salga ese duende, porque tiene una familia, tiene esto o lo otro. Es muy interesante. Vos ves mucha gente que se autodestruye porque hay un sufrimiento. Y ese sufrimiento es inevitable al crear. Vos estás sacando algo que es incómodo para el entorno. Muy incómodo. Y si vos querés un nuevo tiempo, una nueva sociedad, tenés que empezar por ser vos así. Eso me repiqueteó en la oreja. "¿Y vos cómo estás, qué estás haciendo?" Se ve que yo quería hacer otras cosas. Y este período hago eso. Capaz que suena muy egoísta. Un psiquiatra amigo me dijo "la obra es tu trabajo". Pueden pagarte o no, pero ese es tu trabajo. Hago otras cosas, la docencia, otras cosas, pero la obra es lo que haría aunque no quiera.


Es lo que te trasciende...

Por supuesto. El otro día salimos con amigos, gente muy joven y no tanto, y pasamos por tres boliches distintos en la misma noche. Había una alegría... Y en un momento venía gente, me abrazaba y me empezaba a cantar canciones mías. Ta, la madrugada, todo el mundo un poquito tocado, pero eso existe. Y eso me emociona. Siempre me atajé un poco a las emociones. Milan Kundera nos decía que nada nos hace más vulnerables que el elogio. Capaz que estuve mucho tiempo negado al afecto, por una timidez extrema.


Foto: Montevideo Portal | Pablo Scutari

Decías que te sentías un poco egoísta, pero el arte es, en principio, necesariamente egoísta.

Sí, pero viste que crecés en un medio que considera que es egoísta porque estás en lo tuyo. Cosas así. Hay una cuestión de la sociedad que castiga distintas actividades. ¿Vos querés disfrutarlo? Te vamos a cargar un poco. Y no es así. A las 4 de la mañana estoy componiendo, y me dejo abrazar y hacer el amor por una idea. Y son las 7 de la mañana y sigo. Es terapéutico, es maravilloso, y es en realidad la esencia de uno.


¿Eso es lo que vos querés o es lo que la canción te pide?

Yupanqui decía que hay una fuente ahí a la que vas a escuchar, a sacar ideas, pero estoy seguro de que somos más antenas que otra cosa. Estamos al servicio de una cosa que es mucho más macro. La cuestión es conectarse con eso. Por otro lado, me gusta mucho la idea de que algo ya está hecho, que esa información viene de muchas generaciones atrás. Felisberto Hernández decía que cuando creás crece una planta. Y que hay que ser muy cuidadoso de que esa planta sea ella misma, y no escuchar a los que te dicen qué es lo que tenés que hacer con ella. Dejar que sea, y ayudarla. Sin cambiarle el rumbo.


¿Y hasta dónde dejás crecer una canción?

A veces hasta por sobre mi propia salud. Soy muy obsesivo. Y en esa obsesión aparecen cosas que solo vos te das cuenta de lo que son.

 

¿Tenés idea de lo que estás buscando o te das cuenta cuando aparece?

Ah... Cuando aparece. No sé si es mucha palabra, pero es como el amor. Empieza a darse todo solo. La cuestión es estar abierto a eso. Y hay que perder el miedo. Tengo el recuerdo de adolescente del miedo, de esa sensación de estar abducido por él. Un músico muy joven me decía la otra vez que determinadas cosas, con relación a la creación, le daban miedo. Y es lógico. Pero la vida te va diciendo que tenés que lidiar con eso. Me imagino un surfista... Si tiene miedo de que la ola se le caiga ni se sube a la tabla. Y en este caso es pasar por las carencias propias del oficio. En ese sentido creo que pasás por un camino medio espiritual. ¿Por qué estás haciendo eso? Evidentemente hay algo que tenemos todos los seres humanos, llamalo voz interior, que hace que, tarde o temprano, uno se termine ubicando. Los españoles hablan de ponerse en los zapatos de uno. O hace la vida de otro. La vida que le dieron. Yo creo que me corrí de ese lugar.

 

¿En qué momento te desapareció ese miedo del que hablás?

Fah... No sé. Creo que algunas pérdidas, amigos, un hermano, cuando ves en qué termina alguien a quien quisiste mucho, el no haber escuchado esa voz interior te lo cobra. La gente dice "mirá a aquel, lo atacó una enfermedad, un cáncer, no sé qué, y marchó". Y vos sabés que esa persona no estaba bien consigo misma. Y cuando uno no es uno, el precio es altísimo. Ponele que vas a una batalla... ¿Vas a morir siendo otro o vas a morir siendo vos? Eso siempre me taladró, y me gusta como pregunta.


En estas nuevas canciones estás siendo vos. ¿Notás que en tus trabajos anteriores eras el Gastón Rodríguez que vivía la vida de otro?

No. Creo que, justamente, el espacio que me di para mi vida fue ese. Iba, hacía música, y luego volvía. Me reconozco en mis canciones, de las más antiguas. Era el tipo que intuía que tenía que ser así. Y la gente te lo devuelve: "este sos vos, el Tonga", y el otro es el disciplinado en la sociedad. Es como Jeckyll y Hyde. Dos personajes que empecé a unir. Y uno no es tan bueno, y el otro no es nada malo. Es volver al lado salvaje también, permitírselo. Salvaje en el sentido de como vinimos de fábrica. No salí a romper cosas de campera negra. Los niños son así. Y cuando uno vuelve a ese ser que intuye, que se escucha a sí mismo, empieza a conectar. Y la música y otras expresiones dejan testimonio de eso, y sirven para todos los demás.

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Gastón Rodríguez Aroztegui presenta su nuevo espectáculo Tu respiración en el CCE el 23 de agosto, estrenando "Las leguas de Osiris" Premio Nacional de Música del MEC y seis nuevas canciones producto de el Primer Premio que obtuvo en el 4º Concurso de Composición de Canción Popular Ibermúsicas 2017.

El concierto con entrada libre será a las 19 horas en el Centro Cultural de España y estará acompañado por Rodrigo Vaccotti y Esteban Rodríguez de banda Eureka! y como invitados Luis Maya y Guzmán Escardó.