El cantante argentino Daniel Melingo parece haberse establecido en una especie de presente continuo tanguero donde halló su campo fértil. O, mejor aún, su coto de caza, donde, de tanto en tanto, sale a depredar territorios vecinos de chamamés, zambas, boleros y músicas de migrantes.

Por estos días llegará a Montevideo a presentar Corazón y hueso, su quinto trabajo, si no el mejor de su carrera, donde hay para todos los gustos, sí el más arriesgado en el plano musical y diverso en su unidad desde lo lírico. Porque Melingo vuelve a abrevar en ese universo que es el lunfardo y echa mano de sus poetas predilectos: Luis Alposta, Dante A. Linyera, Carlos de la Púa. Su propio estilo a la hora de escribir las letras no imita pero se espeja en los maestros, y un omnipresente Federico García Lorca arropado de arrabal cierra la cuenta.

Este disco, como sus predecesores más inmediatos, viene de sonar fuerte en el Viejo Mundo, donde Melingo hace pata ancha. No es Gardel, claro, pero le pega. "No puede decirse que encontré un lugar definitivo en el tango", dice, porque "definitivamente no ocurre nada. Por suerte. Pero este disco muestra lo que soy yo ahora, y esto es lo que sé hacer".

El tango de Melingo, además de lunfardo y rantifuso, siempre fue travesti, y con distintos afeites maquilló su identidad de arrabal rioplatense. Así, jugó con el tabla hindú en Tangos bajos (1998), y ahora ataca con gaitas, bouzoukis, ukuleles y baglamas, que, en distintos barcos, llegan al mismo puerto. Trava maleva. "No somos los músicos los que inventamos los rótulos, y no me importa si es tango de verdad, de la Vieja Guardia o de vanguardia. Los rótulos los inventa el periodismo, la gente que necesita de ellos. Para nosotros sólo está la música. Si hay instrumentos que no son de tango, bueno... pero son de música. Si eso es provocativo está bien, y si te gusta también. Yo me remito a mi esencia, y compongo. Así van saliendo las cosas".

Foto: Alberto Garcia-Alix

El lunfardo, idioma de la gayola, la yeca y el queco, es la voz del tango. Sin embargo, hoy, ni la cárcel, ni la calle ni el burdel son tangueros ni lunfardos. Más aún: el tango, ya desde Borges, y el lunfardo, son las herramientas que usa la Academia para explicar un lenguaje y un universo que no entiende. Melingo cree que no hay que intelectualizarlo demasiado, ya que "el lunfardo es un lunfardo es un lenguaje que todos conocemos, que va con el tango. Y el tango habla de la prisión, y el prostíbulo, cosas que existen y seguirán existiendo. Lo que pasa es que el lunfardo no son palabras sueltas; son lugares, sensaciones, que tienen que ver con distintos ambientes. Aún así", dice, "no todo lo que hago es lunfardo. También está Lorca. Vos dirás: ‘¿qué tienen común De la Púa y Lorca?'. Yo. Yo soy el vaso comunicante".

 

MELINGO & Los Ramones del Tango 

JUEVES 30 de MAYO - 21 HS
SALA ZITARROSA

Entradas  en venta en:
Red UTS - Red Pagos - Tienda Inglesa - Sala Zitarrosa

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