Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Dice que al principio le tiraba con fuerza el rockabilly. Un buen día, le llegó el tango, cambió a Eddie Cochran por Discépolo, se metió en el dos por cuatro y se convirtió en una de las voces de mayor proyección en el Río de la Plata. Tabaré Leyton canta y habla de la misma manera: en forma clara y convencida, sin dudas ni exageraciones.
"Toda la vida me gustó el rock clásico, y después me pasé para el tango. Tuve bandas cuando era gurisito, siempre me gustó armar bandas de covers de rockabilly de los 50 y los 60. Nunca perdí el gusto por eso, pero como manera de expresarme y de salir al mundo con la cultura nacional, elegí el tango y el folklore, que es lo que más nos representa", cuenta Leyton.
Y, como para que no queden dudas de sus raíces, se despachó con un disco debut (La Factoría del Tango, Bizarro, 2011), que es rioplantense y oriental. Como se editó primero en Argentina, apadrinado por Max Masri, uno de los cerebros detrás de Tanghetto, Leyton apostó a dejar su huella uruguaya desde el arranque, y metió, entre tangos clásicos y de su autoría, malambos, marcha camión, candombe y hasta una versión de "Los reflejos", de Benavídez y Darnauchans. Todo teñido de un barniz oscuro y pesimista. "Vivo cerca de lo oscuro", explica. "Si bien tengo alegrías en mi vida, indudablemente los tangueros somos unos tristes. El tema de reflexionar sobre los dolores del ser humano, la tragedia de la muerte es bien del tango, que nunca va a decir ‘azúca, azúca, me siento bien'. Por eso tampoco es fácil llegar con el tango a la juventud, y le gusta más a la gente que ha transitado un poco, que ha tenido algún desengaño. En la música no busco alegría, busco otra cosa. A veces me pregunto cómo hacen algunos estilos musicales para estar siempre alegres. Algo con mayor alegría se puede encontrar por el lado del folklore. Cuando me pongo a escribir doy lo que puedo, pero tratando de ser sincero. Escribo cosas personales, he tenido mis sufrimientos. De la alegría no puedo sacar mucha cosa, porque cuando estoy alegre no me da por plasmarlo en algo. La inspiración sale más de los momentos tristes, oscuros".
Y Leyton, que cuestiona a su generación y hace su autocrítica en varios de sus títulos, tiene, sin embargo, una cruzada, una ambición: "sacar el tango del museo" y hacer que "entre al siglo XXI con sostenida juventud". "Hay que entender que del Bicentenario, por los menos 100 años son con el tango y el folklore. El tango, siendo una música de ciudad, es una de las más ricas del planeta. Pocos géneros tienen en el mundo una poesía tan abrumadora y una música tan compleja", dice, y se entusiasma.
"Hay que abrirse a la experimentación que da el estudio, y a tocar para la gente que baila. A veces la gente quiere bailar, y que la música esté a compás; necesita eso y no lo obtiene de las agrupaciones actuales, que no hacen música para bailar", aunque "es muy difícil, por un tema económico, formar una gran orquesta".
"Mi ambición es que en el futuro se pueda tener un producto que tenga música para bailar, y que no pierda calidad musical o poética", continúa."Es hacia donde apunto, a que los tangueros y los milongueros estemos unidos. No comparto lo de cuidar kioscos chicos. El tango en el mundo entero se ha hecho famoso a través de la danza, y la danza necesita música. Me dan ganas de que se unan las fuerzas para sostener al género, no para enfrentarlo a otros, sino para ser más grande. Los uruguayos tendríamos que sentirnos orgullosos del tango, y estamos muy lejos de eso. Mucho de lo que ha pasado, desde finales del siglo XX, en que el tango se vino abajo, es que las cosas se hicieron mal. Al tango hay que jerarquizarlo, y, si nosotros los presentamos bien, eso sirve mucho al país".
Leyton apunta que "la decadencia" surgió "de presentar al tango como una kermese", y que, ahora, y por fortuna, "hay mucha gente que está haciendo cosas lindas, que está estudiando. Es un trabajo lento pero vamos bien. Músicos, productores, bailarines, tenemos que tratar de trabajar con responsabilidad, presentando al tango con dignidad. Está mal que haya cantores que, para hacer mil pesos en una noche, no lleven músicos y pongan una pista atrás. El tipo se lleva los mil pesos, se cree muy tanguero, pero al tango lo hace mierda. La gente del género se tiene que unir y llevarlo hacia delante", apunta. Y a eso va. Música típica y folklórica, de hoy y de siempre, para la cuenca del Plata y más allá.
Tabaré Leyton presenta La Factoría del Tango (Bizarro, 2011) este jueves 10, a las 20:30 en la Sala Zitarrosa. Localidades anticipadas a la venta en la Red UTS y la boletería de la Sala.
Escuchá "El tango no va a morir"
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