Hace poco, una noche alemana, soñó con su casa en el Cordón y despertó sin saber dónde. Sebastián Cebreiro, el Cebolla, está cansado. "Muerto", especifica con creíble énfasis. Tiempo atrás, la suerte, el destino o el Gran Plan lo puso al lado de su tocayo Sebastián Teixera, el Enano, como vocalista en La Vela Puerca. Y allí se quedó, en el corazón de una de las bandas más importantes del Uruguay, que en diciembre estará celebrando 17 años.
"Este año empezamos a trabajar fuerte un poco antes de la gira de Alemania, que hicimos en junio, y de ahí hasta acá no hemos parado", cuenta. Desde ese entonces, la Vela dio alrededor de 90 shows, uno cada 48 horas.
"Somos laburantes independientes, obreros de la música, vivimos de tocar. De la venta de los discos no se vive, la Vela nunca agarró un mango de ahí, más allá de algún peso de regalías; nunca fue plata significativa que puedas decir que nos ha permitido vivir. Además, somos un montón y funcionamos como cooperativa".
Será la letra chica del contrato, pero Cebolla dice que no está "tan contento con esta vorágine, pero se da así. Es como el trabajo del pintor, que lo llaman para pintar una casa. De repente te llaman 20 días seguidos y después pasan cuatro meses y no te sale nada. Cuando hay un laburo, hay que hacerlo. Ahora llega fin de año, me siento cansado, con pocas ganas de salir y pienso si vale la pena, pero los 20 minutos antes de subir a tocar ya sabés por qué estás ahí, y esas dos horas posteriores pagan todo. Por algo seguimos en pie, esto es también un alimento emocional. Es más que un laburo y más que el hecho de despuntar el vicio de tocar música, es adrenalina, es lo que nos hace sobrevivir".
Del barrio me voy, del barrio me fui
Foto: Gerardo Carrasco l Montevideo Portal
Hijo de padre gallego y anarquista, Cebolla dice que heredó del viejo su testarudez, que le permite ser ‘cacique en una tribu sin indios'. "Y soy un poco anarco también. No me gusta ser complaciente, ni siquiera con el que yo apoyo políticamente".
Se crió en un barrio humilde y de allí conserva "los mejores amigos, los valores y el respeto por la amistad".
"Tuve mil barrios, pero me crié en Bella Italia, soy de ahí, ahí aprendí el valor de la amistad, los valores que uno no puede perder, más allá de vivir en un barrio pobre y tener un montón de necesidades, y también muchos amigos que habían arrancado para el lado de la delincuencia, de la vagancia... Vuelvo muy poco, porque mis amigos del barrio, como yo, ya no vivimos ahí. También los códigos se fueron al carajo. A veces un poco por desidia, por falta de tiempo, no voy mucho".
Y subraya que "en una cooperativa de viviendas vos, más que buenos vecinos, tenés buenos hermanos. Recuerdo que donde me crié, en Juana de América, teníamos un salón comunal donde había actividades lunes, miércoles, viernes y domingos. Me enorgullece decirlo, es ayuda mutua en todo sentido. Tu vieja te dejaba salir a la calle 8 horas seguidas porque sabía que estabas en la casa de Fulano o Mengano. No es un barrio cualquiera, es un complejo donde tu vieja sabe dónde estás, sabe las amistades que tenés, vuelvo a hacer hincapié en los valores. Una cooperativa, más que nada, te inculca los valores del cooperativismo y eso trato de aplicarlo hoy en día en cualquier cosa que hago".
Las canciones son verdad
Foto: Santiago Flores l www.velapuerca.com
La Vela Puerca se pasó buena parte del 2012 presentando Piel y hueso, su disco más reciente, un trabajo lúcido y rabioso donde "hay mucho dolor, pero también mucha esperanza", dice Cebolla.
En el medio, mientras se componían las canciones que lo integrarían, la sombra de la muerte pasó cerca y se llevó a Ossie Garbuyo, vocalista de Bufón, que se suicidó en setiembre de 2009. Ossie, recuerda, era "un amigo que se extraña mucho, que hace mucha falta. Un tipo de fina ironía, un despertador, un generador de ideas. Creo que Ossie tuvo más miedo de vivir que de morir, y se jugó una ficha que nunca esperábamos".
"Ossie era, junto con Juan Bervejillo, una de las plumas más filosas que tenía el rock nacional. Manejaba una ironía de gran altura, aunque por momentos se le veía un rencor que, a veces, nubla la valentía de decir cosas sinceras. Me dolió mucho su pérdida, la veía venir porque él la venía anunciando".
Varias de las canciones de este disco aluden a la muerte del cantante. ‘Requiem por vos' está dedicada a Ossie y ‘En el borde', que también lleva la firma de Cebreiro, es una suerte de llamado de atención: "traté de hablarle al próximo: como mis palabras no llegaron a buen puerto con mi amigo, tiré un ancla para el que intente tomar cuenta de su vida". Y apunta que Ossie "era una estrella de rock que no llegó a explotar. La gente no lo sabía. Pero las canciones están ahí, nos vamos a morir todos y ellas van a seguir en pie".
Todo concluye al fin
Foto: Gerardo Carrasco l Montevideo Portal
A Cebolla ni a nadie en la Vela le va el papel de rock star. Para él, además, ese estrellato que se ve desde afuera le llegó sin pensarlo y se fue acomodando, como guante a la mano. En realidad, dice, no es más que un artesano que quiere vivir de su trabajo como orfebre, porque "lo que aprenden las manos no lo olvidan más".
"No me di cuenta que tenía una banda hasta muchos años después. Para mí era un hobby con mis amigos, no sabíamos lo que teníamos en las manos. El Enano cinchó mucho con nosotros, haciéndonos la cabeza de que teníamos un grupo, una historia que valía la pena. Como todo nació de la inconsciencia, fue un proceso bastante largo hasta el momento de convencernos de que sí, éramos un grupo, decíamos cosas interesantes. Cuando cayó esa ficha ya lo teníamos digerido, nos fuimos dando cuenta de a poco. Como nació de la inconsciencia, ese gurí de 17, 18 años, que era artesano, no tenía ninguna ambición más que no tener un patrón y poder vivir de algo dentro de la independencia laboral. Nunca soñé con tener una banda, cantar, poder escribir algo. Creo que cuando todo nace de la inconsciencia es más sano, más genuino, y aprendés a valorar hasta lo más mínimo. Eso nos pasa a todos en la Vela".
Por eso, dice, "cuando no exista más esto de la música" se va a dedicar a su tallercito de orfebrería. "Me apasiona crear algo con mis manos y es un trabajo muy noble, aspiro a llevar mi vida adelante con eso. Creo que nada es para siempre. No sé cuándo, puede ser dentro de 50 años capaz, pero tengo ese sueño".
Ahora, de todas formas, no hay chance de pensar en ese final. La Vela Puerca tiene planes para los meses venideros y muchos más, y ese barco que tiene los mismos integrantes desde hace años seguirá dando vueltas al mundo, desparramando donde pueda su mensaje de música y libertad. Que ya es bastante.