En las canciones que canta, dice Rossana Taddei, tiene que haber un rastro punk, un vestigio rockero que, con una palabra viscosa puesta en su debido lugar, te pegue una zarandeada que vaya más allá del hecho artístico en sí.

Por eso Semillas (Bizarro, 2016), su último disco, es un compendio de "bombas de energía" que buscan sus raíces en el folklore, pero estallan en un universo mucho más amplio. Infinito.

Rossana Taddei y Gustavo "Cheché" Etchenique llevan largos años siendo parte de la música popular uruguaya. Les ha tocado, a los dos, juntos y por separado, estar en la vereda del sol, pero también se bancaron tiempos de vacas flacas. Siempre, eso sí, supieron que la canción que había que tocar no era la más linda, sino la más necesaria.

Hace una década emprendieron el proyecto MINIMALmambo, un dúo que, por su economía de recursos, les hizo asumir riesgos estéticos y ganar espacios para mostrarse.

Más tiempo atrás, apenas unos meses, saltaron entre Neptunia y El Fortín, trepados al cancionero folklórico de Uruguay, Argentina, Chile y Venezuela, que desembocó en Semillas. Ahí dejaron su marca Rossana, Cheché y Alejandro Moya, pero también Fernando Cabrera, Inés Dabarca y Santiago Montoro. Ese disco es, entonces, una celebración de la música, casi en estado natural. Folklore o rock. Al fin y al cabo, los rótulos dan lo mismo si las canciones duelen donde tienen que doler.

 

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¿Están retrospectivos? ReUnión (Bizarro, 2015) era un disco recopilatorio y Semillas también, porque integra canciones que están en su repertorio desde hace tiempo...


R.T.: En realidad es un ejercicio que hago siempre. En cada disco siempre agrego algo del anterior, o algo de la primera etapa. En ReUnión se dio la casualidad de que es como una breve antología de ocho trabajos, Pescando en el cielo, que es el anterior a ReUnión, es un disco de canciones mías, y es un trabajo que quiero volver a agilizar, y estoy incorporando canciones en el repertorio. Son, prácticamente, mis últimas composiciones, y no tuvieron demasiada difusión. En BandAlegre revisamos canciones de mis dos primeros discos, y agrego versiones en italiano, y versiones de músicos uruguayos. Así que siempre lo hago, todos los años. Lo que pasa es que ahora queda más visible porque es como la foto de un homenaje a las raíces folklóricas que tengo, desde que empecé a dar mis primeros pasos.

 

Hay cosas no folklóricas también, que tienen una vuelta de tuerca, como las canciones de Cerati o Peter Gabriel...

R.T.: Sí, los trae al palo folklórico.

 

Ningún repertorio es inocente... ¿Por qué esas canciones y por qué ese formato?

R.T.: Bueno, son canciones que canto siempre, hace mucho tiempo. Salvo la de Peter Gabriel ["Don't give up"], que es una versión instrumental, donde me saco el gusto de tocar el clarinete. En principio, porque me siguen emocionando. Son canciones que tocamos agregándolas al repertorio habitual de mi autoría. Siempre agregamos alguna música que tiene que ver con canciones folklóricas que pasan a ser versionados. Y era el momento. Hacía tiempo que tenía ganas de hacer esto. También estoy preparando un disco de canciones mías que sale el año que viene. Ese es el por qué. Y porque, como decías vos, no es un repertorio inocente. Es un repertorio que tiene mucho contenido, y cada canción es una especie de bomba de energía; son canciones que no mueren nunca, que siempre están a punto de germinar. De ahí el nombre del disco. De alguna manera, son las semillas con que me inicié en el folklore, y siempre tengo ganas de cantarlas, de verlas florecer. Por ejemplo, "La petaquita" [de Violeta Parra], que parece inocente, habla de que todos quieren un amor. Las niñas buscan un esposo, los hombres tienen en el sombrero un cartel que dice "casarme quiero", pero en un momento hay una vuelta de tuerca y dice a las niñas que están esperando casarse "lo que nunca he tenido, falta no me hace". En algún punto, todas estas letras tienen una cosa un poco punk. Encierran un poco del espíritu del rock and roll, que me gusta que esté presente, más allá del género. La energía fuerte de la canción que elijo tiene algo que decir, algo que denunciar, algo picaresco, algo un poco punkie o rocanrolero.


Las canciones que hacen en el disco son bastante "antiguas" ... ¿Qué pasa con el folklore contemporáneo? ¿No existe o no está a la altura del cancionero tradicional?

R.T.: Habría que definir qué es folklore, ¿No? Pero creo que existe. Hay que ir a buscarlo. Es lo que está en el medio del campo. Gente como Violeta Parra, Cecilia Todd, Daniel Viglietti, Lauro Ayestarán han hecho el ejercicio de recorrer cada uno sus países buscando y recuperando el cancionero de la gente que, en sus pueblos, toca música.


G.E.: Yo no conozco folklore que se haya compuesto ahora, pero debe haber. De todas maneras, el disco tiene los temas que tiene porque son los que tocamos en los shows.

 

Claro, pero no lo pregunto solamente por Semillas, sino en general. ¿Es una pieza de museo o se ha renovado?


R.T.:
Creo que el folklore existe, pero no es visible, como un montón de otras músicas. No es visible el hecho folklórico. El baile del malambo está, no lo vemos. La programación de los festivales tampoco representa al folklore-folklore. Yo le llamaría folklore a los que se juntan a cantar milonga payada en una pulpería. Eso debería estar visible, igual que las danzas tradicionales.

G.E.: También es cierto que puede estar visible, pero nosotros no lo vemos.

R.T.: Es cierto, hay que ir al lugar.

Foto: Alejandro Persichetti

Rossana, sos de las mujeres más jóvenes pero a la vez con mayor experiencia en la música popular. Teniendo en cuenta que, ya de por sí, es un medio bravo, ¿Te fue más difícil por ser mujer?

R.T.: No sé. Desde mi experiencia, te digo que arranqué a los 15 años y no paré nunca. Hubo un momento en que me fui del país por cuestiones familiares, y me alejé un poco del disco Alas de mariposa, que hice independiente y no pude tocarlo. Ese fue el único momento en que se quebró un poco la situación. Después volví, al año y medio, o dos, con un puñado de canciones que grabé para Ayuí, y que fueron Saliendo al sol. Es verdad, nunca paré, y esa es una gran suerte. Tiene que ver con ese espíritu curioso e inquieto que tengo, y que además nunca paro de componer. Tengo siempre muchas ganas, mucha pasión en la búsqueda de repertorio. Siempre encuentro alguna cosa que me engancha. En su momento fue la poesía, y de ahí salieron Sic transit, que es una investigación sobre poetas uruguayos, que empecé por las mujeres y terminé agregando a Humberto Megget. Después pasa que, cuando me engancho con algo, como con Megget, continúo, y le abro una fanpage a Megget, porque pienso que está bueno. Me pasa que, al cantar esas canciones y que venga gente del público y me pregunte, se interese por los autores, me den ganas de darlo a conocer. Me gusta que las cosas que tienen que ver con nuestro país salgan y se muevan. Es la pasión. Si bien no es un medio fácil y hay momentos en que tenés que reinventarte e inventar lugares donde tocar. La unión con Etchenique, en este minimal mambo, nos dio mucha fluidez para movernos con el proyecto en lugares donde jamás habríamos podido ir de otra forma. En 2008 teníamos una muy linda banda, pero no podíamos tocar en ningún lado. Todo el mundo toca en mil proyectos. Siempre me pasó eso. Entonces con Cheché dijimos "hagamos los temas a dúo". Así que nunca paramos, a excepción de hace un mes, que él se lesionó cual futbolista.


¿Qué te pasó?

G.E.: Lumbociatalgia. Muy complicada. Un pinzamiento en la lumbar que aprieta el nervio ciático, y duele como loco. Pero ya me recuperé. Y ahora volvemos al interior.

R.T.: En el interior está habiendo una movida que me llena de esperanzas. Algunos activadores, referentes culturales importantes empiezan a mover las semillas del lugar y a llevar cosas de Montevideo, y abrir un poco la cancha, para que podamos llegar más fluidamente. Una cosa son los Centros Mec, que existen, pero a veces no son tan fluidos. Cuando hay un referente así, privado, que lo hace porque ama la música y le gusta difundir la cultura, está buenísimo. El caso de Ana Rocha con Cíclopes, en Paysandú, Mauricio Bosch, en el Pequeño Teatro, de Durazno, movimientos en todos lados de gente joven que se junta y arma un centro cultural. Nosotros nos movemos mucho en ese circuito.

 

¿Es un fenómeno nuevo o siempre existió?

R.T.: Lo estamos viendo hace tiempo. Son cosas que me dan esperanza de que se crezca a nivel cultural. Que emprendedores privados, o grupos humanos de gente que está como cansada de lo mismo, de mirar la televisión, de escuchar lo que te ponen en la radio, y que quieren otra cosa.


¿Fue eso lo que te llevó a dedicarte a esto a fines de los 80?

R.T.: En esa época, mujeres, estábamos Mariana Ingold, Estela Magnone, Liese Lange, Gabriela Posada. Después apareció Samantha Navarro. Y había boliches, y se inventaban toques en ferias. Se había terminado la etapa en la que tocábamos en los comités, y empezó esta otra. Pero es verdad. En esa historia, en un momento fuerte de la movida rockera, no era tan visible eso. Capaz que lo otro interesaba más.


Pese a que decís que siempre buscaste la veta punk o rockera en tus trabajos, no eras considerada por el público de rock. ¿Te sentiste relegada?

R.T.: Sí, en esa época el tema era ese. Rockero era ser varón y tener una banda de cuatro o cinco varones. Una mujer estaba en un lugar que no se sabía qué era. Era admirable por estar en ese lugar, pero no valorable. No sé bien cómo explicarlo. Con el tiempo empezamos a ser más visibles.

G.E.: Creo que este país, quizás también otros países, pero no lo sé, se maneja con los encasillamientos. Entonces en el rock hay muchísima cosa que no entra. No solo esto que hacemos nosotros. Y está el folklore, y la música de raíz carnavalera, y cada cosa en su casillero. Pero podríamos poner lo que hacemos nosotros en el casillero del rock. Incluso hay muchas cosas que no están dentro del rock que tienen más rock que las que están adentro.

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Rossana Taddei presenta Semillas, el próximo 6 de noviembre, desde las 21:00, en la Sala Zitarrosa, junto a Gustavo Etchenique, Alejandro Moya y Sebastián Jantos. Entradas a la venta a través de Tickantel y en la boletería de la sala.