Dice que no es ni cantante ni guitarrista ni sonidista ni compositor. Dice que no es el que era hace siete u ocho años atrás, que si se mira no se reconoce, que renegaba de sacar el disco que terminó sacando y que fue recibido de brazos abiertos por la crítica y el continente americano entero, que está muy lejos de Montevideo, que ha sufrido la soledad. Dice, siempre de tú, como buen rochense, que golpeó puertas, que estuvo desencantado, que ahora siente confianza, y parece estar, a pesar de no saber muy bien cómo, en el camino del sol.
Nicolás Molina, ahora radicado en Aguas Dulces, hizo que por un rato los oídos de unos cuántos uruguayos apuntaran hacia Castillos, ese pueblo gris, pequeño y quedado del interior, para darle la cálida bienvenida a "El desencanto", disco debut de Molina y Los Cósmicos, banda que quiso hacer desde que estuvo al otro lado del océano y que hoy lo llena de satisfacciones. Ese fue el puntapié de la charla con Montevideo Portal.
Mirar(se) para adentro
"Es una mentira enorme que en el interior no se puede hacer nada. Tú, tu música o tu proyecto lo podés sacar de donde quieras. Nosotros armamos una banda que se llama Molina y Los Cósmicos y dentro de dos meses vamos a estar tocando con Bomba Estéreo en Porto Alegre, en el festival El Mapa de Todos. Y Castillos es una ciudad muy quedada, entonces es una demostración de que se pueden hacer cosas", afirma con rotunda lógica.
Pero hay un problema, que no sabe bien cómo explicar, y es que Montevideo no mira "como tendría" que mirar hacia tierra adentro (o hacia afuera, según quién lo vea), a pesar de que en 18 departamentos se reparten casi la misma cantidad de habitantes que se aglutinan en la capital. Nicolás tuvo "suerte" de que algunos músicos reconocidos compartieran su música en las redes, y rápidamente se volviera un fenómeno casi viral.
Después aclara: "cuando yo me refería a que Montevideo no mira al interior, no: algunas personas no miran al interior". Él ha tocado con Mandrake Wolf y con Santiago Tavella, quien incluso lo tuvo como invitado en el show de la Sala Zitarrosa con su Otro Tavella Trío; por lo tanto, ellos sí han visto lo que tenían que ver. "Y no es un tema de públicos, porque en Castillos vinieron 30 personas a la presentación de nuestro disco, y en el Centro Cultural de España quedó gente parada. Los que no miran al interior son los que están produciendo música... Y una gran cantidad de músicos", acota.
Molina cree que se debería trabajar más en conjunto, y valora la existencia de distintas usinas culturales en el interior para el desarrollo de la música, agradeciendo que el gobierno quiera "impulsar" el talento escondido fuera de la capital. Igualmente, reconoce que el estar en la ciudad cosmopolita le facilita al artista muchas herramientas para "vender" su producto. Mandrake, Tavella (a quien lo unió el amor por Nacho Vegas), y los chicos de la banda La Foca son algunos de los capitalinos que más ayuda le han brindado en su periplo.
Su relación personal con Montevideo ha sido, de algún modo, bastante tensa. Cuando trabajaba en Sondor y con suerte le daba para poder pagar un alquiler juntando su sueldo con el de su novia de esa época, ya sentía que no estaba en su lugar en el mundo. Pero vayamos despacio, porque antes de eso, ya hubo música.
Sonidos antiguos
Hace seis años atrás, el programa radial Vulgaria puso a sonar en el aire de Océano FM a La Vaca del Fondo, una banda de Castillos con ruido de rocanrol y blues que había editado "Jardín", su primer disco, que tuvo en la producción a Nicolás Molina, quien hoy, a pesar de que considera haber hecho un buen trabajo con ese material, no se anima "ni a escucharlo". "Y me imagino que me va a pasar lo mismo con mi disco en unos años", le reconoce a Montevideo Portal.
"No es que no lo pueda escuchar, simplemente que lo escucho y no reconozco lo que soy ahora con eso. No estaría haciendo eso ahora", aclara. A él, lo que le dejó La Vaca fue "parte de crecimiento personal" y aprendizaje en cuanto a trabajar en equipo, además de la experiencia en festivales masivos y la relación con el ex Redondos Sergio Dawi, quien "como músico y persona" es "genial", y con Andrés Mastrángelo. Del primero tiene elogios que enumerar y recuerdos sobre sus viajes a Buenos Aires con hospedajes y grabaciones incluidas en su casa. Del segundo, aunque reconoce que difieren en muchos en los gustos musicales, tiene agradecimientos para resaltar: prestó micrófonos para grabar "El desencanto", disco que tuvo algunos arreglos en su estudio. "Es una excelente persona; para mí ha sido como un hermano mayor que me ha ayudado muchísimo", asegura.
Amistades aparte, a La Vaca le estaba yendo bien cuando él decidió renovar el aire e irse a España. "Me fui un poco por cambio, un poco por amor...", recuerda, retrotrayéndose al 2009. Dos años después, cuando tomó la decisión de emprender el regreso, supo que no quería recalar otra vez en Montevideo, donde había tenido más bajos que altos. La opción era regresar a Castillos, y Aguas Dulces fue su destino final.
"Fui como cayendo en la realidad de: pasé cinco años en Montevideo, tres en España y ahora estoy acá en Aguas Dulces, que es de dónde soy, teniendo una sobrecarga de querer contar las cosas que me están pasando; sentía la necesidad de reflejar lo que me estaba pasando. Aparte yo había tenido cambios muy grandes. Primero, eso de estar un día en España, con una vida social muy activa, con mis amigos, y estar al otro día en Uruguay y en el interior; y por otro lado me habían pasado muchas cosa de estar trabajando con mucha gente en sonido, muy exigido, con muchas responsabilidades, y de repente me miré al espejo y dije '¿quién soy? ¿Qué he hecho? ¿Cómo llegué a ser lo que soy ahora?'", repasa.
"No me identifico con muchas cosas de mi pasado. Y por otro lado cambió mi modalidad de vida, porque desde muy chico había estado en pareja, siempre como conviviendo. Entonces además de todo ese cambio pasé de vivir siete años en pareja a estar solo en Aguas Dulces, que hay 200 persona y no tengo vecinos ni enfrente ni en la cuadra", añade.
Foto: César Sanguinetti
Sonidos nuevos
A la vuelta de España no dudó en volver a sus tierras, echar raíces, y en el origen fue donde todo se gestó. La palabra todo incluye a Las Palmeras Fiesta del Sonido, un festival que este año va por su tercera edición y que se hace "con muy poca guita", partiendo de dos puntos: la falta de lugares para tocar en Rocha (al margen de los teatros), y el hecho de que él no pertenece a "la movida musical" montevideana. "Tampoco me interesa forzar el estar en esa movida", avisa.
La palabra todo incluye, además, la cuestión principal: la gestación de Molina y Los Cósmicos. "Cuando volví tenía la idea de armar una banda con mis amigos, entonces armamos una con la que hacíamos algunas canciones mías", repasa, mencionando "En el camino del sol" y "Pequeñas cosas" como ejemplo. El problema es que funcionar como colectivo se le hacía difícil a él, que estaba teniendo un ritmo de composición acelerado, y terminó optando por comenzar a grabar por su cuenta. El grupo fue surgiendo sobre la marcha.
Nicolás nunca había compuesto, y cuando regresó a sus pagos "empezaron a salir canciones". Él dice que no había tenido antes un motivo para componer, y que no le sale escribir porque el día "está bonito". "Es solamente si necesito contar algo, sino no hago una canción. Y empezaron a salir canciones y así surgió ‘El desencanto' (que curiosamente iba a llamarse "El sol"). Pero fueron surgiendo dos tipos de letras: unas que hablaban de malestar emocional o social, por así decirlo, y otras como historias de fronteras, y me di cuenta que tenía dos discos, que eran totalmente diferentes y que no quería hacer un mix", explica. De ahí su decisión de dejar algunos temas para reunirlos en "El folk de la frontera".
Pero "El desencanto", que toma su nombre de un documental sobre el poeta español Leopoldo Panero y se mezcla con "un momento de soledad fuerte" de Molina, también tiene otro origen: "surge también de estar en Aguas Dulces, teniendo pila de problemas personales, a la una de la mañana en un día de lluvia al palo, de agarrar una guitarra y contar una historia". Además están "los desencantos amorosos" y el desencanto con Castillos, una ciudad que fue muy próspera y que hoy tiene un altísimo índice de suicidio. Nicolás explica que es normal hablar del tema, normal hablar de que Fulano se mató o Mengano quiso hacerlo, y eso afecta mucho a toda la sociedad que allí vive.
El disco se grabó entre su casa, la casa del guitarrista Martín y la Usina de Castillos, un lugar estatal que tiene equipos propios, infraestructura de calidad y un espacio para trabajar "muy bien". Además, hay partes registradas en España, en Chile y en el mismísimo Amazonas. "Hay como un collage", asegura, y como ejemplo está "Gallos de Kentucky", la primera canción.
"Creo que es la única que surgió de un ensayo, bobeando, poniéndole una letra tipo zapada. Y justo había ido a Estados Unidos, a hacer un documental que nunca salió, un road trip de Florida hasta California, y en el sur de Estados Unidos me di cuenta que tienen, en todas las ciudades, muchas cosas mejores que nosotros, pero dentro de las cosas que son peores está el tema de la alimentación, con todas las cadenas de comida", detalla.
Es muy difícil que alguien que escuche la canción encuentre en ella elementos de Quentin Tarantino, de la música de Ennio Morricone, del cine de Sergio Leone, de Murcia como escenario para filmar películas western por su similitud con la zona desértica de Estados Unidos, y de zombies. Sin embargo, todo confluyó para el compositor. "En ‘The Walking Dead' hay una escena que es genial. Ellos van por la ruta y ven a un zombie caminando, y todo el capítulo pasa a 28 millas de donde ellos tienen el campamento. Cuando vuelven en el camino, el loco vuelve a mirar a ese lugar y ve al mismo zombie parado, desolado. Entonces ‘Un hombre solo caminando / desde lejos lo puedo ver' lo saqué íntegramente de ahí. Es muy de collage", resume. ¿Dudas? Ninguna. Igualmente, esa fue la más compleja: "Pequeñas cosas" nació en una noche y "En el camino del sol" en los kilómetros que hay entre La Esmeralda y Castillos.
El proceso inverso
Molina estuvo a punto de no sacar "El desencanto". "Me fui a Chile y una amiga que vive allá me convenció de hacerlo; ella y Martín Méndez, que me decían ‘esto está bueno, mismo'. A mí no me parecía, tenía mucho miedo de haber trabajado tanto y que todo eso que había salido de mi hubiera sido malo". Se dejó llevar por esas voces, editó con Perro Andaluz pero también subió el disco a la web, www.molina.uy, para ser descargado gratuitamente.
Antes, el adelanto que había compartido había sido compartido por la web Remezcla de Los Ángeles, que en diciembre de 2013 publicó sobre "En el camino del sol": "mientras que aquí nos estamos preparando para una Navidad blanca, allá abajo que están paseando por la campiña verde apacible y por la arena de las playas de Rocha al ritmo de esta pegadiza melodía, que recuerda a Manu Chao. Cualquier similitud con Forrest Gump es pura coincidencia. O no". Y no.
Después fue la radio KEXP de Seattle la que los empezó a pasar, mucho antes de que las uruguayas se percataran de su existencia -de hecho, desde KEXP vendrán a su casa en diciembre, algo que le resulta "increíble". Argentina y Brasil lo descubrieron, y el proceso se dio desde afuera de fronteras hacia adentro. De hecho, fue entre esos países que se armó la relación que terminó depositándolo en El Mapa de Todos, donde estará en cuestión de semanas: el periodista Pablo Calaca de la vecina orilla se comunicó con el productor norteño Fernando Rosa, a quien le interesa "más lo artístico que lo económico", él decidió incluirlo en un lineup en el que estará, por ejemplo, Bomba Estéreo.
"Nosotros estamos re contentos, incluso también vamos a estar en el Festival Brasileiro de Música de Rúa y estamos por cerrar con un evento en Río y otro en Buenos Aires", cuenta. En Uruguay también hay planes, que incluyen a Diego Drexler, La Foca y a Iván y Los Terribles, entre otros.
Todos estos eventos lo obligaron a postergar la salida de "El folk de la frontera", que verá la luz a principios de 2015 (aunque en diciembre de este año habrá un adelanto). Al igual que "El desencanto", será de media duración, por decisión muy consciente. "Ahora, a no ser de Neil Young o Leonard Cohen, no escucho un disco entero ni a palos, porque tengo internet y hay mucha cosa para escuchar. Entonces, poniéndome en la cabeza de la gente, pensé: ‘no puedo escuchar 14 canciones de Nicolás Molina'. ¿Quién va a querer escuchar 14 canciones mías?", se pregunta, y responde que la gente "no tiene tiempo" para un álbum largo.
Foto: César Sanguinetti
Tiempo para todo
La postergación de la salida de su nuevo trabajo también tiene que ver con un señor llamado Craig Schumacher, un productor reconocido mundialmente, que ha trabajado con bandas como Calexico o Iron & Wine. "Yo soy sonidista y lo que ve todo el mundo es que está de más porque podés mezclarte tu propia música, pero en realidad es un bajón, porque tras que te cansa está bueno tener ese control. Hay gente que lo hace muy bien, como Riki Musso, pero en mi caso era mucho. Yo no soy buen compositor, no me considero músico ni sonidista ni guitarrista, y terminé mezclando y quedé loco de la cabeza, entonces me di cuenta que quería que lo mezclara otro", explica.
"Golpeé muchas puertas en Montevideo, y nadie me dio bola. Los llamé para pagarles, me decían que les mostrara la música y no había respuesta. Entonces lo de Craig Schumacher surgió porque no quería golpear más puertas en Montevideo y fui directo a lo que me gusta", cuenta. Tuvo suerte: "me di cuenta que a él le gustaba mi trabajo y que era viable hacer algo con él. Eso era sacrificar que el disco saliera en diciembre".
Para el trabajo que hará Schumacher, Molina necesita dinero, y por eso apostó al crowdfunding a través de la plataforma Idea.me (podés colaborar haciendo click aquí), donde la gente puede donar distintos montos y hacerse con diversas recompensas. "Todo el mundo dice que grabar un disco es perder guita, pero en cierto sentido lo es, porque es una inversión que ya queda. Es como festejar un cumpleaños. Pero a su vez estoy sorprendido por el rédito económico que se puede tener. He tenido muchas ventas por internet; me pasaron una noche en KEPX sin avisarme, y esa noche vendí tres discos en Estados Unidos. Que te compren un disco en Los Ángeles, o te manden un mail desde Arizona pidiéndote un vinilo y que vos digas que no tenés, es rarísimo y vale como por 10 discos", resalta Nicolás, que tiene una visión diferente a la de sus colegas.
"La gente labura con discográficas y se queja de que gana muy poco dinero, y en este caso yo tengo prácticamente toda la ganancia, por lo que le estoy muy agradecido a Ángel Atienza (el propietario de Perro Andaluz)", destaca. ¿Para qué es el crowdfunding, entonces? "La parte musical la tengo muy resuelta, pero necesito un apoyo más", resalta.
A Molina le sorprende que en los primeros días de abierta la iniciativa, una brasileña de San Pablo "que no tengo ni idea" le donara 2000 pesos. "Voy casi un 10 por ciento de recaudación, y la idea es llegar a lo máximo posible y usar todo eso para la mezcla, que es la máxima inversión que tengo que hacer", indica. Queda un mes para colaborar, pero él está más "confiado" ahora.
Durante ese mes seguirá trabajando duro, tocando, cerrando shows, y escuchando música. "He escuchado mi disco pero de una manera diferente, no desde un punto de vista crítico, sino porque tengo la necesidad de repasar cosas", señala. Además, al momento de la nota, había estado escuchando a Damien Jurado, Iron & Wine, Rodrigo Amarante y Garo Arakelián.
Y cuando se escucha, ¿qué escucha? "Escucho mi corazón en ese momento, y me parece lindo, me conmueve. Lo miro como si fueran fotos de ese momento. Pasó la tormenta y lo que quedó fue ese disco que está buenísimo", reflexiona.
Montevideo Portal | Belén Fourment
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