Por Martín Otheguy
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A Norma Monserrat Bustamante Laforte, más conocida como Mon Laferte, le llevó casi 20 años convertirse en una estrella de la música latinoamericana (y ahora mundial). Cuando lo hizo, sin embargo, lo suyo fue una explosión digna de una supernova.
Muchas cosas pasaron desde que la chilena ingresó a los 13 años al conservatorio musical, ya acompañada de su guitarra. Tocó en pequeños bares de Valparaíso y Viña del Mar (siendo menor), editó su primer disco a los 20 años, tuvo su primer encuentro con la masividad en el reality televisivo Rojo, fama contra fama, se mudó a México, superó un cáncer de tiroides, participó del programa Factor X, triunfó en el Festival de Viña del Mar, giró con Juanes por Estados Unidos -incluyendo una parada en el mítico Madison Square Garden-, ganó premios Grammy y se convirtió en uno de los principales referentes de la música latinoamericana en el mundo.
Laferte logró todo esto sin casarse con ningún género pero también escapando de los clichés que suelen asociarse a la música latinoamericana en otras partes. A lo largo de su carrera hizo metal, boleros, pop, folklore, jazz, rockabilly o cumbias. Y en pocos discos esta inquietud camaleónica es tan evidente como en La trenza, su último trabajo (multinominado a los Grammy latinos), en el que combina elementos aparentemente irreconciliables; por ejemplo, su tributo a los precursores del punk Los Saicos con una cumbia cantada junto a Juanes.
Este 28 de setiembre, Mon Laferte trae toda su teatralidad y su festival de aparentes contradicciones a La Trastienda Montevideo (Fernández Crespo 1763) a partir de las 21 horas, para demostrar cómo y por qué logró que se hable de ella donde quiera que vaya. Para demostrar cuán agitada está su vida en estos tiempos, conversó con Montevideo Portal con el ruido de un aeropuerto de fondo, en una escala más de un viaje que no para.
Tu vida se volvió muy intensa en estos dos últimos años. ¿Añorás a veces la tranquilidad previa a estos tiempos?
La verdad, no la tranquilidad como tal, porque me he dado mucho tiempo de calma, sobre todo me he permitido tener más días libres, hacer actividades que me gustan, como pintar, tejer, cocinar, pasear a mi perro, estar en mi casa. Lo que sí añoro es tocar en sitios chicos, aunque también puedo hacerlo, por ejemplo, en fiestas con amigos. Yo soy alguien que vive añorando todo igual (uno siempre quiere lo que no tiene). Pero estoy disfrutando esta etapa, en la que puedo salir de gira y tener mucho trabajo, a la vez que estar en calma, aunque obviamente extrañe la época de andar tocando en sitios más pequeños.
¿Sentís que haber llegado a este nivel de suceso, que genera muchas expectativas comerciales de aquí al futuro, te limita en algo artísticamente?
Para nada. De hecho, si eso me sucediera creo que me debería retirar. Me divierto mucho haciendo música y nunca la hice pensando en expectativas comerciales, no es lo mío (aunque respeto a la gente que lo ve como negocio y se dedica a eso). Siempre he pensado que no quisiera estar a la fuerza intentando mantenerme en una posición. Más bien lo mío tiene que ver con una cosa personal, con inquietudes, con cosas que quiero decir y mostrar. Yo siento al revés, que artísticamente estoy más libre, porque antes me limitaba el presupuesto. Quería grabar ciertas cosas o tener varios instrumentos y no podía por falta de dinero. O me quería ir de gira a tal sitio o tener determinada iluminación y no podía; ahora cuento con oficina, management, una disquera, y me puedo permitir hacer muchas cosas.
¿Como qué?
Este año, por ejemplo, fuimos a grabar a Capitol Studios, en Los Ángeles. Siempre quise grabar en una sola toma, en cinta y a la antigua. Para conseguir esto, necesitaba un estudio que lo permitiera acústicamente y tener los músicos que pudieran grabar sin edición. Y todo eso cuesta, no lo podía hacer antes.
La trenza es muy abierta a los géneros musicales, muy ecléctica. ¿Creés que hay algo en común que defina tu música?
Creo que mi objetivo principal nunca ha sido que mi música suene toda igual y tenga canciones hermanadas. Me gusta que cada una tenga su propia personalidad. Más que música me siento letrista, compositora de canciones y actriz, y siento que no necesariamente debe haber una conexión musical en lo que hago. Me gusta permitirme esto de probar ritmos y sonidos. En La trenza hay boleros, valses peruanos, cumbias. Me gusta probar. Quizá porque también crecí en un entorno así; en mi casa se escuchaba mucha música y yo soy muy melómana, amo toda clase de música y me permito hacer esto.
Se te suele definir como una de las nuevas representantes de la ola de música latinoamericana en el mundo. ¿Tenés ese sentido de pertenencia a un movimiento común?
Creo que sí, siento que hay un movimiento y un resurgimiento de la música latinoamericana. En cada país que voy conozco cantautores, gente que está en la música y tiene una conexión importante con la música latinoamericana. Y siento que soy parte de un montón de gente que está haciendo cosas súper interesantes.
Tambié sos una de las referentes femeninas. ¿Sentís machismo en la escena musical, tanto en Chile como en México, donde vivís ahora?
Creo que hay machismo en todos lados, no solo en la escena musical. Nos habíamos acostumbrado a vivir así y ni siquiera nos habíamos dado cuenta, algo en lo que me incluyo. Todo el tiempo. Pero está cambiando. Siento que hay una apertura, al menos en el entorno de amigos y colegas. Hay más mujeres tocando, pero aún así en cada festival al que voy somos muy poquitas las mujeres en cartel. El machismo está presente en todo el mundo y recién ahora nos estamos haciendo conscientes de que algunas actitudes que pensábamos normales son machistas.
¿Te preocupa el sexismo que suele ser frecuente en algunos géneros populares en Latinoamérica, como el reggaetón?
Con respecto al reggaetón, no soy una experta. No he escuchado tanto como para tener una opinión certera sobre las letras, sobre el lenguaje. Pero no solo tiene que ver con el reggaetón y Latinoamérica. Pasa en el mundo entero. Hoy se sataniza el reggaetón porque habla de sexo, pero si nos vamos no muy atrás, la escena rockera en un momento era muy sexista y machista. Creo que podría hacer conciencia de esto más a nivel general y pensar que la música ha sido así siempre. No me preocupa que las canciones hablen de sexo, está bien. Y me gusta el reggaetón, me encanta para bailar.
Tenés una canción dedicada a la marihuana en La trenza. ¿Te gustaría que otros países sigan el camino de legalización de Uruguay?
Me encantaría que la marihuana estuviera legalizada en todo el mundo. Principalmente en México cambiaría un montón de cosas, sobre todo relacionadas con la violencia. Yo creo que ya vamos rumbo a eso, no veo muy lejano que se legalice en todos partes y eso me pone contenta. A mí me hace bien. A veces sufro de dolor de cabeza y siento que sin la marihuana no sé qué haría.
Dentro de tu eclecticismo y tus intereses por músicas distintas, ¿tenés algún interés por los ritmos uruguayos?
No conozco mucho, a decir verdad, aunque la milonga me gusta mucho. Creo que debería indagar más, ahora que voy. Quisiera ir a varios sitios, traerme algunos vinilos y CDs, explorar.
Sí hay un interés nuevo por lo japonés, según se ve en uno de tus últimos videos. ¿De dónde sale?
Mi interés por la cultura japonesa empezó con Sailor moon (serie de manga de los 90), que veía desde pequeña. En realidad nunca he ido a Japón y no sé a ciencia cierta qué podría conectar mi música con la cultura japonesa, pero decidí escribir esa canción porque vi una película japonesa y la música me pareció hermosa. Y la música, claro, es un lenguaje universal.
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