"Pensar molesta como andar bajo la lluvia / Cuando el viento crece y parece que llueve más / No tengo ambiciones ni deseos / Ser poeta no es una ambición mía / Es mi manera de estar solo", escribió una vez Fernando Pessoa. Mariana Lucía tiene poco que ver con eso, porque tiene ambiciones y deseos y una alegría contagiosa. Pero con el portugués como parte de su vida, con la raíz brasileña latente desde el nacimiento, ha alimentado la "lloradera" del fado musicalizando incluso poemas del poeta luso.
Hoy, tomando decisiones para darle luz verde a "Mi corazón bombón", su nuevo disco, se aleja de la nostalgia de esa veta de su parte de cantante y también de la "esotérica" que han tenido sus composiciones hasta ahora, y se adentra en un terreno más pasional que presenta con "L14", con la que avisa que la felicidad no es un ideal y mediante la cual revela: "si un día todo me chupa un ovario / uy, qué fea nena / Lo lindo en la mujer es ser amable y serena / Eso sí: en público / porque en la intimidad gusta que seamos / suficientemente perras".
Reconociéndose como un poco enojada, un poco más mala pero siempre con su dulce voz, Mariana Lucía conversó con Montevideo Portal previo a presentar un adelanto del álbum el próximo 6 de noviembre en la Sala Zitarrosa.
Corazones latiendo
Mariana dice que lo de adelanto de disco no es más que una "excusa" para tocar, y se ríe contemplando la posibilidad de que haya un "arte de generar excusas". El disco está, avisa (están las canciones, la instrumentación y el lanzamiento pensado para 2015), pero ella está tratando de tomar una decisión que hará la diferencia y que reserva.
"Lo que tienen estas canciones es que son más cortitas y al pie. Nunca antes había grabado con batería, y cambia la estética de las canciones", confiesa a Montevideo Portal, reconociendo que, para su sorpresa, le está gustando. "Yo había tomado una decisión muy consciente de que mi voz no es amiga de la batería. Tengo una cosa medio minimalista que me caracteriza y me aturde rápidamente tanto estruendo. Pero hay como algo nuevo en este disco, que tiene que ver con un momento de la vida".
El momento de la vida se le refleja en las nuevas letras y en las nuevas músicas, en el aire que las rodea y en una actitud que define como "más punchi". Prefiere no decir más rockero "por respeto a los rockeros", aunque termina admitiendo que en comparación a sus otros trabajos sí lo es: "yo soy bastante místico-poética-idílica", dice riendo.
"Antes jugaba con ruiditos y cositas que generaban ciertas tensiones, pero no usaba guitarras con distorsión, que te llevan para otro lugar, te cambian el clima. También los textos te van pidiendo, y dada la instrumentación que es un poco más clásica, siento menos espacio para improvisar. Tuve que renunciar a eso que me encanta, pero por otro lado tengo una sensación de estómago lleno", explica.
Entre todo lo que cambian estas nuevas adquisiciones instrumentales, cambia su interpretación, hasta ahora suave y dulce, pero ya rabiosa en el clip de "L14".
"El otro día escuchando un ensayo me di cuenta que estaba gritando, porque en el fragor de la bata me pasó", cuenta, y añade: "los textos tienen referencias menos ambiguas o poéticas, y eso tiene que ver con el momento social". Por ejemplo, "Mi corazón bombón", el tema que le da nombre al disco, cuenta en primera persona una situación terrible de violencia doméstica en un tono tragicómico.
"Yo no lo planifico así, pero después miro en el diario lo que está pasando, los números y las estadísticas y la cantidad de mujeres en Latinoamérica violadas, golpeadas, y digo: ‘ah, mirá'. En la canción llevo al extremo contenidos que también me habitan; los llevo a una exageración burda, pero me doy cuenta que está en la vuelta", señala.
Planificar en ella es casi imposible, al menos en materia musical. "Admiro mucho a los artistas que toman decisiones previas, me parece alucinante. Conozco otros que se plantean la consigna como punto de partida, y podría decir que soy parecida a ellos. Pero los que realmente tienen un plan y ejecutan tal cual la idea me parece increíble; nunca pude hacer eso. Es como me sale", asegura.
Mariana lamenta, en ese sentido, que "en este mundo más mercantilista" haya una ruta, un proceso creativo, que se considere "menos profesional" que otro. Entiende que eso tiene que ver con la ignorancia que hay al respecto y con la necesidad de entrar al mercado, para la cual se contemplarán otras variables válidas.
"El otro día pensé: ‘qué lindo sería hacer un disco de canciones de cuna, voz y piano'", cuenta para dar un ejemplo al respecto, pero no puede evitar una estruendosa carcajada que nace del menudo cuerpo. Después sigue con su idea: "ahí me doy cuenta que yo estoy con muchas ganas de ser madre".
Su proceso creativo, entonces, se da casi instintivamente. "Me parece que lo que voy haciendo es olfateando algo que me está pasando, que viene con señales, pensamientos. Uno va respondiendo, proyecta, vas jugando, pero estas canciones fueron así. Empecé a componerlas y dije: ‘ay, estoy enojada'. De unos años para acá me di cuenta que hubo como un cambio, más principio de realidad, con lo lindo que eso tiene y también el riesgo que puede tener, porque también te puede endurecer. Eso de 'endurecerse sin perder la ternura' también está. Tampoco es que soy una hip hopera re zarpada, pero ahora vamos a hacer el concierto y hay dos momentos que son punkies", avisa.
Foto: Montevideo Portal | Marcos Sánchez
Punk o pink
Con las pecas que se le ruborizan, con un pantalón fucsia chillón y una remera con encaje pastel, con un café sin endulzar de por medio, Mariana Lucía no tiene ni una sombra de punk, al menos exterior. Recuerda sus años en Brasil, donde escuchaba Nirvana, Pearl Jam, Alice In Chains; agitaba e iba a los Rock in Rio con su hermano. "Tengo eso en algún lugar", asegura, aunque no esté muy latente: ahora elige el disco en vivo de Queyi o a la rochense Florencia Núñez.
De chica, en su casa brasileña, sonaba "música de acá", como Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa y Jaime Roos, pero cuando empezó a cantar optó por el portugués, al fin y al cabo su lengua materna. "Dicen que lo que se imprime en la primera infancia deja muy impregnado de eso a la memoria afectiva, para la música por lo menos", considera, hasta que se da cuenta que "Mi corazón bombón" no tiene ninguna canción en luso.
"Y mirá que intenté, eh. Dije: ‘ah, hoy estoy más brasileña'... Curioso. Hice una que es como un clásico de samba, que Diego Drexler, en su función de seudo productor (porque a mí la figura del productor artístico me encanta pero si es para tomar las decisiones juntos), me decía que estaba bueno que tuviera algo de obra, que no sea un requeche. Y yo tengo algo bastante murguero en eso, soy requechera, pero entendí que tenía razón. Venís escuchando toda una onda y de repente aparece un samba", admite.
El hecho de que no haya canciones en portugués en este álbum quizás tiene que ver con que su costado brasileño se fue "alejando" en 2014, porque dejó de dar clases en portugués en la ORT y dejó de hablar el idioma, porque no ha viajado recientemente y porque no está escuchando mucha música norteña. Lejos de preocuparse, esta distención le da calma. "Me gusta estar más tranquila al respecto, porque durante muchos años viví una gran dualidad de querer volver, y cuando iba me sentía tan en casa que creía que ese era mi lugar. Y de un tiempo para acá estoy más tranqui", confiesa.
Además, ella cree que separó los idiomas y dejó el portugués para "Fados propios", el proyecto en el que homenajea esa lengua y con el que sacó un disco este año, aunque prefirió no darle "mucho bombo" por el hecho de que no son sus canciones, sino sus interpretaciones. De alguna manera despunta el vicio, siendo una suerte de referente brasileño/portugués en Uruguay: a donde la inviten va, ella o su suerte de "alter ego".
A pesar de eso, hay algo que no niega: "sin duda hay un mercado acá para los fados; cuando hice la Zitarrosa se llenó y era un público súper diferente al mío de mis canciones: gente más grande que me hizo devoluciones muy lindas. Pero de todos modos hay algo más dramático del fado y más enraizado que aparece en estas canciones, en una dimensión sutil, algo más pasional, menos etéreo".
Apuntando al presente y a "Mi corazón bombón", cambia el enfoque: "este disco para mí significa seguir buscando excusas para ese quehacer que me gusta tanto. Le doy la justa trascendencia, y si puedo seguir haciendo esto que me encanta, que es hacer música, buenísimo. Si esto modifica algo en alguien de alguna forma mejor, pero en realidad es lo que más me gusta. Intento ser bastante egoísta con ese tema, no me gusta bailar al son del tambor".
Ser en conjunto
Cuando la pequeña Mariana Lucía le preguntó a su madre si pensaba que algún día podría ser cantante, ella le dijo que no. Hoy Mariana, que se reconoce como cantante y acepta que podría trabajar cantando temas X que le solicitaran, asegura: "lo que me dijo estuvo buenísimo, no lo vivo como que me afectó el autoestima. Mi madre fue súper racional y objetiva; yo estaba siempre disfónica, llegaba todos los días a casa tarde con unas ojeras enormes, era re flaquita y pasaba todo el día jugando, el pelo enmarañado. Pero cuando jugaba con mis amigas y hacíamos concursos yo los ganaba".
Eso fue lo que la entusiasmó en el periplo musical y las palabras de su madre, quien le aconsejó estudiar, le sirvieron para siempre: "mi vieja es artista hasta la manija y me enseñó mucho en relación a la disciplina, al trabajo, al proceso creativo, a estar amasando algo y no apegarse y sorprenderse, y dialogar y soltar. Ella tiene una concepción de la vida muy así, y era como obvio que yo tenía una veta artística muy estimulada por ella".
Algo parecido le pasó y le sigue pasando con Martín Buscaglia, de quien es amiga hace años y con quien se acostumbró a pasar veranos enteros en el rancho que comparten en el Polonio con otros amigos. En aquella época, la música estaba "integrada" a lo cotidiano, con "una relación muy natural y orgánica".
"Él fue uno de los músicos que realmente alimentó y mostro una forma de relacionarse con la música interesante, una cosa muy lúdica y una forma de ver lo artístico. Es alucinante ver cómo se relaciona con los géneros musicales con una soltura y naturalidad, y esa cosa de feo-lindo no, estoy. ¿Pega? ¿Vibra? ¿Es esto lo que está circulando? Está buenísimo. Eso marca un sello en la forma de ir haciendo", dice con admiración, sin percibir que ella es muy similar a él musicalmente, complementaria.
Aprovechando la hermandad que los une, Buscaglia la acompañará en la Zitarrosa. "Pero Martín violero", aclara, y avisa: "le voy a sacar todo el jugo posible". En el show compartirán un momento juntos, sin más compañía, en el que ella cantará en portugués y harán "Traveling", una canción que hicieron y que estará en el nuevo disco. "Es muy amigo, lo miro y ta. Eso es genial y la gente lo percibe. Es un coloque", rescata. Otra invitada especial el 6 de noviembre será Malena Muyala, que justamente hará "Mi corazón bombón". "Porque Malena es... Wow. Yo lo canto y suena cómico, como que no terminás de creerlo. Pero lo empieza a cantar ella y es una canción desgarradora".
No será la primera vez que hacen algo juntas. Una vez Mariana la invitó a cantar "Lejana tierra mía" en "Fados propios", en el mismo escenario que compartirán ahora: "ella cantaba en español y yo en portugués, porque el tango y el fado tienen algo muy afín, esa vena pasional como el flamenco, ese tipo de géneros de lloradera. Y fue genial, y lo veo y digo: ¿esa soy yo? Aparte estoy re linda. Mi hijastra siempre me dice: ‘¿vamos a escuchar a Mariana Lucía?', y es el disco. Y hay algo de eso, de que aquello empieza a tener una vida propia, que sabés que hay mucho tuyo ahí pero ya no es tan tuyo, y está bueno no identificarse".
Mezclando todo, Mariana arma su show con ocho canciones del trabajo nuevo, varias de los anteriores pero "más envenenadas, más fuertes". "Creo que es un gran concierto. Yo iría a verme", define, con una carcajada final.
Mariana Lucía se presenta el próximo 6 de noviembre a las 21 en la Sala Zitarrosa junto a Diego Drexler, Nico Constantin, Leonardo Rodríguez y Elena Prieto. Entradas en venta en boleterías de la Sala o en RedUTS.
Montevideo Portal | Belén Fourment
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