Hace 25 años, Argentina no se reponía de la hiperinflación y Menem estrenaba su presidencia, a pura sonrisa y patillas riojanas, mientras repartía indultos y privatizaciones. Por esa época, un grupo de pibes de clase obrera se metió en la casa, el laburo y el bondi de cada uno de los argentinos a caballo de una canción. “Hacelo por mí” fue el corte más famoso de El cielo puede esperar (Radio Trípoli, 1990), segundo disco de Attaque 77, que festejará este sábado en Montevideo sus bodas de plata.
La historia empieza unos años antes, cuando Attaque 77 compartía la escena punk porteña con bandas como Soberanía Personal, Conmoción Cerebral y Mal Momento. Junto a estos últimos explotaban el eje Ramones-Buzzcocks en lo musical, y aprendieron a construir melodías que, hasta el día de hoy, suenan indestructibles.
En Argentina no se conocía un hit punk desde “Uno, dos, ultraviolento” de Los Violadores, pero en ese caso la repercusión estaba acotada al público joven y rockero, minoría siempre.
Con El cielo puede esperar, y en especial con “Hacelo por mí”, el grupo se convirtió, de un día para el otro, en la banda del momento. Y de esa situación, todo el mundo lo sabe, nadie sale ileso. Mario Pergolini los erigió como padrinos de su programa de TV, llenaron Obras, ganaron fans y perdieron algún amigo.
Ahora, con 25 años más encima, “luchándole a la panza y bancándose los pelos”, Luciano Scaglione, bajista de Attaque, toma distancia y mira la época de “Hacelo por mí” con cariño. A él le tocó subirse al grupo en medio de esa locura, aunque estaba vinculado al grupo desde los comienzos. A él, también, le tocó enfrentar sacudones en una banda acostumbrada al trauma y dice que hoy, lo mejor es no haber perdido la inocencia.
*
¿Cómo está Attaque hoy, 25 años después de El cielo puede esperar?
Muy contentos, muy agradecidos de que el tiempo haya pasado y que podamos seguir haciendo lo que nos gusta. Eso es algo que apreciamos mucho y lo valoramos, porque en el mundo de la música es difícil, y un día estás y al otro día no. Entonces, ya con haber podido seguir tanto tiempo con el grupo es algo que, a esta altura de la vida, valoramos mucho.
¿Son de recordar los números redondos o les cayó la ficha de que hace ya un cuarto de siglo desde que tuvieron su primer éxito?
Hubo momentos que nos llamaron la atención, que nos pegaron de alguna manera. Creo que, cuanto más tiempo contás, más fuerte se hace esa sensación. Attaque está cumpliendo 28 años de carrera, y que hayan pasado 25 años de un disco es, de alguna manera, un poco fuerte. Éramos muy chicos, ya siendo conocidos entre comillas, éramos muy jóvenes, y hay cosas que hoy las vemos con mucha ternura. Obviamente hoy lo haríamos diferente, de otro modo, porque nos sentimos adultos, caminamos un montón y hay letras que son muy adolescentes, sonidos que hoy serían diferentes, pero está bueno también poder mirar tantos años atrás y que lo que veamos no nos de vergüenza.
Foto: Prensa Attaque 77
Pasaron 25 años y, si bien el grupo puede celebrar, hubo momentos terribles. Pasó el menemismo, los cinco presidentes en una semana, pasó Cromañón, y el rock se vio afectado por todas esas circunstancias...
Sin duda. Incluso la partida de Ciro como cantante principal de Attaque. Eso lo tuvimos que remar. Mariano empezó a cantar, yo empecé a cantar un poco más y también hubo una reestructura en el grupo en ese sentido que fue muy fuerte, el sobrevivir a eso. Es alucinante. Nos acordamos de esa época. El menemismo quedó muy marcado en nuestra generación, nosotros teníamos 20 años y lo vivimos en una etapa muy particular de nuestra vida. Y sin duda lo de Cromañón es una herida que no va a cerrar nunca. Es algo muy doloroso, que afectó muchísimo a la música en Argentina.
Ustedes son prácticamente los únicos sobrevivientes de la explosión punk de fines de los 80, en la que estaban también Conmoción Cerebral, Flema o Mal Momento. ¿Se sienten un poco “portavoces” de una generación que no llegó a trascender?
No nos podemos poner en el lugar de “responsables”, pero sin duda es un mérito, y un logro, subsistir. Mal Momento sigue tocando, aunque no tuvo la repercusión que tuvo Attaque. Massacre es otro grupo que viene tocando desde nuestra época, y en los últimos años ha tenido mucho éxito. Con Attaque lo puntual es que un día se hizo popular, masivo, y eso generó controversia, que a un montón de gente no le gustara por el hecho de que un grupo, con determinadas características marginales y con una historia en el punk, tuviera tanto éxito. Y nosotros tuvimos que aprender a vivir con eso de que nos señalaran porque nos había ido bien, no estaba bien visto que nos fuera bien. Hubo gente a la que le dio bronca, envidia, celos, que lo que hacíamos le parecía una mierda. Pasó de todo. Pero tenemos recuerdos muy lindos. Primero, del under de fines de los 80, de Cemento... Hablando de Cromañón, Omar Chabán, que era el dueño, era un tipo que ayudaba a todo el mundo para que pudiera tocar, tener un lugar. Cemento le abría las puertas a cualquiera, no discriminaba, no tenía por ahí esa obsesión con el dinero, y era entonces todo mucho más artístico, más sano, más natural. Después, bueno, la gente enloquece para el lado que enloquece. También eran épocas muy difíciles. La Policía en Argentina tenía vicios de la última dictadura, entonces ser punk o ser rockero a fines de los 80 era jodido. Ibas por la calle y te perseguían, te pegaban, te metían en cana. Era difícil. Nosotros éramos muy chicos, teníamos 15, 16, 17 años y ya estábamos metidos en lugares donde había música punk, un under que se estaba gestando y a nosotros nos seducía y nos parecía que estaba buenísimo estar ahí. Es raro, pasó tanto tiempo que algunas cosas las vemos deformadas.
¿Qué queda en ustedes de aquellos tiempos?
Lo que marcó toda historia del grupo fue hacer lo que sentíamos, nunca hubo una línea que bajara desde una compañía discográfica o un manager. Siempre hicimos lo que tuvimos ganas. Desde aquel principio hasta el día de hoy. Es algo que se mantiene en nuestra manera de vivir la música, de sentirla, de convivir con ella. Yo sigo escuchando prácticamente los mismos grupos que escuché toda la vida. Siempre voy agregando cosas, pero no quito otras de la base: los Ramones quedan, los Pistols quedan. Voy sí agregando otros estilos: el otro día me colgué viendo un especial de Jorge Nasser, por ejemplo, que toca música digamos “folklórica” y a mí me entusiasma. Hemos aprendido a disfrutar de la música en su totalidad, dejando nuestros prejuicios de lado. La música es para disfrutarla, no para armar una élite de uniforme y códigos que no se pueden romper. Llega un momento en la vida en el que te das cuenta de que eso está bien para una etapa, pero no para siempre.
Foto: Prensa Attaque 77
No podés tener 15 años toda la vida...
Claro. Y cuanto más escuchás y disfrutás, más podés enterarte de quién sos vos. Eso es lo que te da identidad.
Attaque es una banda acostumbrada al trauma. El último gran golpe fue la salida de Ciro Pertusi [cantante del grupo hasta 2009] y, pese a ello, el grupo siguió adelante. ¿Es más importante Attaque que las personas que lo integran?
Absolutamente. La música va más allá de los individuos. Grupos grossos como ACDC nos lo mostraron en nuestra cara cuando murió Bon Scott. Muchas bandas han pasado este tipo de situaciones y creo que sí, un grupo es como un equipo de fútbol: necesitás un arquero, un mediocampista, un defensor, uno que defina adelante. Con un grupo pasa lo mismo. Se pudo sobrevivir porque había mucha fuerza grupal. Sí son situaciones muy difíciles de llevar adelante.
Siempre dicen que el post El cielo puede esperar fue lo más difícil que les tocó pasar como banda. ¿Por qué?
A una corta edad encontrarnos con un montón de situaciones que no nos esperábamos. No estábamos preparados para manejar la culpa porque nos iba bien, y por ahí a los grupos de amigos y colegas de esa época no les había pasado ni les iba a pasar. Era como un peso no tener herramientas para bancar el éxito. Nos sentimos agotados del hecho de que “Hacelo por mí” sonaba en todos lados, todo el día, todo el tiempo, en todas las radios, en los programas de televisión... Nosotros también caímos agotados de ese éxito. Si hubiéramos sido más maduros por ahí lo hubiéramos dosificado de otro modo, lo hubiéramos manejado mejor. Creo que no está bueno, cuando no tenés recursos y conocimiento, que te pasen ciertas cosas que no podés manejar. Igual salimos bastante sanitos de aquella situación. Hay grupos que, en un momento similar, salieron destruidos. De repente pegar un éxito les hizo un efecto contrario. Por suerte evitamos caer en una situación repetitiva, de querer hacer todo el tiempo otro “Hacelo por mí”. Que eso pasa. La gente alrededor se empieza a entusiasmar y desde la compañía discográfica por ahí te sugieren que vayas por ahí. Nosotros tuvimos los huevos de ir por otro lado.
En esa escena rockera de fines de los 80 parecía que lo que hacían aquellas bandas era lo que había que hacer, que por ahí venía el futuro. ¿Qué pasaba por la cabeza de ustedes, a la luz de lo vivido?
Siempre hubo mucha inocencia. Era todo muy naif. No se quería ganar plata, ni tocar mucho, ni tener éxito. Lo bueno es que todo se fue dando naturalmente y sin forzar las cosas para que sucedieran. El hecho de nunca pensar en eso creo que hizo que las cosas salieran como salieron, porque los temas terminaban gustando, y no porque nos propusiéramos ser famosos.
Attaque 77 se presenta el sábado 3 de octubre en Montevideo Music Box (Dámaso Antonio Larrañaga 3195), desde las 21:30. Las localidades están a la venta en todos los locales de la red Abitab.