Padura entrega una novela que es un fiel reflejo del ser humano con sus contradicciones, pasiones, valores, miedos, placeres y con la diferencia fundamental de ser en su mayoría cubanos.
La contradicción del cubano que se queda, con el que se va, con el que extraña, con el que reniega, está presente en los diferentes personajes que tienen en común su entrañable, fiel y valiosa amistad.
Padura emociona, interpela, cuestiona, concede y una vez más ofrece una novela tan perfecta que pasará a la historia como uno de sus mejores trabajos.
A lo cubano
El exilio, siempre presente en los trabajos de Padura, se despliega en esta novela con tantas facetas como personajes. Así lo cuenta el autor:
"El tema del exilio ha estado muy presente en mi literatura. En La novela de mi vida, el personaje central es José María Heredia, el primer cubano que siente el hecho de ser cubano, pertenecer a la patria cubana y es también el primer exiliado cubano, el primero que habla de la nostalgia por Cuba. Es un tema que me ha acompañado a lo largo de estos años, que retomo en el guion para la película Regreso a Ítaca y ahora lo convierto en el tema central de una novela que tiene que ver sobre todo con la experiencia de mi generación. Es el exilio de mi generación, lo que ocurre a partir de los años 90 en Cuba, aunque la historia llega a una generación posterior: la de los hijos de mi generación y en los personajes de Marcos, Adela, Ramsés, Fabiola, que también están viviendo fuera de Cuba. Y es una manera de hacer un recuento de lo que ha significado en el exilio para esta generación de cubanos, pero también lo que significa el exilio, el desarraigo, la lejanía para cualquier persona en el mundo y el sentido de pertenencia, de permanencia. Porque hay personajes que permanecen en Cuba, como Clara, uno de los principales de esta novela. Y he tratado de que la historia de estos personajes sean lo suficientemente fuertes, que las motivaciones de estos personajes sean lo suficientemente orgánicas para que expresen no solamente una necesidad que tiene que ver con una situación específica o que pueda tener una lectura de política en un primer término, sino que sea un conflicto humano universal".
El título Como polvo en el viento, no apareció desde el inicio, llegó (para quedarse) un tiempo después:
"Por lo general los títulos de las novelas me llegan al principio de la escritura. En La novela de mi vida, el título fue lo primero que tuve. En Herejes también fue lo primero que tuve porque quería escribir sobre la herejía. En este caso ocurrió una historia completamente diferente. Pensé como título desde el principio El clan disperso por una novela que Alejo Carpentier comenzó a escribir en los años 20 y que nunca concluyó. Ese título era de alguna manera expresaba lo que yo quería decir. Cuando hice algunos comentarios de que estaba escribiendo una novela que tenía que ver con diáspora cubana y que la iba a llamar El clan disperso, de la fundación de Carpentier llamaron y me pidieron que no usara ese título porque querían publicar los fragmentos Carpentier dejó escritos. Entonces me puse a buscar otro título y me encontré un poema de (José) Lezama Lima que está en su libro Fragmentos a su imán. Después pensé que eso iba a generar confusión. La novela ya estaba completamente escrita y estaba yo en México con mi amigo el escritor cubano, Francisco López Sacha que ya había leído algunos capítulos la novela y pasamos por un lugar donde escuchamos la canción de Kansas (Dust in the wind) y me dice Sacha ‘ese es el título de tu novela, porque la historia que cuentas demuestra que somos todos polvo en el viento'. Y allí lo encontré. Esas es una canción que yo escuché mucho en los años 70. Mi educación sentimental en la música fue escrita hablando sobre el reguetón. Creo que mi generación tiene de la gran ventaja sobre las generaciones actuales ya que tiene en la memoria de su formación la música de Beatles, de Rolling Stone de Kansas, de Chicago a diferencia de las generaciones posteriores que van a tener en su memoria afectiva musical frases como ‘A mí me gusta la gasolina, dame más gasolina'", contó el autor.
En la novela, la realidad cubana se presenta con todos sus fantasmas y los protagonistas pasan parte de su vida pensando quiénes pueden llegar al grupo para vigilar o para pasar información al gobierno:
"Es un tema que ha estado muy presente en la realidad cubana de los último 60 y tantos años. En Cuba desde la década del 60 existe una organización que se llama los Comités de defensa de la revolución: instituciones de barrio construidas para la defensa de la revolución, que se convirtieron en forma de vigilancia de los individuos. El espacio de la vida privada de la gente quedaba reducido porque era un vecino tuyo que sabía si tú eras homosexual, si eras religioso, si eras un delincuente y todas esas cosas podían afectar tu desarrollo personal. Eso podría pasar a un informe sobre tu vida que podría tener que ver con que ingresaras o no en una carrera universitaria o pudieras trabajar en un lugar determinado. Y eso fue creando esa sospecha de que siempre alguien pudiera decir algo de ti. En este grupo del clan durante años lo que predomina es la confianza, la complicidad. Entre los amigos eso funcionó. Había cosas que se decían en voz baja, cosas que se decían públicamente pero siempre había esa posibilidad de que alguien pudiera decir o pudiera informar. Y hay un momento en la vida de este grupo en el que las cosas se complican y al complicarse tienen más ese temor. Es una reacción lógica en un contexto como el cubano y lo hemos aprendido. Hemos aprendido porque vimos de la manera que eso funcionaba no solo en Cuba sino en otros países socialistas".
La patria te dijeron...
La definición de patria en una sociedad como la cubana, donde gran parte de sus ciudadanos vive en otros países es más difícil de conceptualizar. Padura lo intenta:
"Yo creo que la patria es la pertenencia. Es la relación con un sistema que comprende la geografía, pero más que la geografía comprende una cultura, una espiritualidad, una forma de entender y expresar la vida. Creo que el exiliado en sentido general tiene una nostalgia por la patria, tiene una necesidad de la patria. Trata de adaptarse al lugar en que en que vive, es necesario por qué porque tiene que rehacer su vida, pero nunca dejas de ser lo que has sido originalmente. Hay personas que tienen más facilidad para realizar ese tránsito y otras a las que le cuesta más trabajo. Creo que los cubanos son a lo que cuesta más trabajo. Y hay todo un capítulo de esta novela que se desarrolla en el condado de Miami Dade donde se ve cómo los cubanos han tratado de reproducir Cuba en ese territorio de los Estados Unidos. Están de alguna manera haciendo un rescate de la patria desde el extranjero para poder encontrarse a ellos mismos y poder sobrevivir como lo que han sido siempre, es decir como cubanos".
Y, ¿cómo es la relación entre cubanos de adentro y los que ya se fueron?
"Desde hace de 20 o 25 años la relación entre los cubanos que viven dentro y fuera se ha ido normalizando a nivel personal y a nivel familiar. En los años 60 -y esto el personaje de Horacio lo cuenta en la historia de la relación con su padre- si tenías un familiar en el extranjero, tenías que renunciar a esa relación porque esa persona era un traidor a la patria. A partir de 1980 la comunidad cubana en el exterior empieza de nuevo a visitar Cuba y a partir de los 90 con la crisis, mucha gente en Cuba vivió de los apoyos desde el extranjero. Eso ha hecho que las relaciones personales y familiares sean mucho más armónicas, más normales. Lo que sí siento es que por cuestiones de la política interna de los Estados Unidos y de Cuba ha habido un distanciamiento entre las comunidades y ciertas agresiones que afectan lo que yo considero que es una necesidad para el futuro de Cuba que es conciliación entre los cubanos de dentro y de fuera".
Muchas veces Padura tiene que explicar por qué sigue viviendo en Cuba. Con la misma convicción de siempre, lo vuelve a contar:
"Yo necesito Cuba, el ambiente cubano, las vivencias de los cubanos incluso oír hablar en cubano para poder escribir. Aunque trato de que no sea un reflejo maniqueo, doméstico, cerrado de una realidad insular. Siempre todo parte y regresa a Cuba. Y la decisión de permanecer en Cuba tuvo mucho que ver con mi necesidad de pertenencia, mi necesidad de cercanía. Esa necesidad de pertenencia y cercanía tienen mucho que ver con lo que fundamentalmente yo soy: un escritor. Quise ser jugador de béisbol, no tenía las condiciones, estudié literatura y empecé a escribir. Y desde hace 40 años soy escritor, y un escritor cubano. Puedo decir sencillamente que no me han perseguido nunca, pero he sentido determinadas presiones y tensiones a mi alrededor. Pero lo más importante ha sido tener el espacio para escribir. Eso Cuba me lo ha permitido tener hasta ahora. Desde hace 25 años soy escritor independiente y creo lo he podido hacer porque vivo en Cuba. Aquí a veces con nada en el bolsillo he tenido la posibilidad de escribir".
Uno de los desafíos más interesantes fue para el autor tener que escribir de mujeres:
"Los tres personajes principales de esta novela: Elisa, Clara y Adela son mujeres. Y es uno de los retos que yo enfrenté en esta novela. Entrar en la profundidad del alma femenina siempre es un desafío. Yo pongo como ejemplo cuando tengo una discusión con mi esposa, con Lucía. Estamos juntos desde el año 78 y cuando tenemos algún desencuentro y ella se encabrona siempre me dice: ‘pero tú a mí, no me conoces'. Y creo que eso es cierto, uno nunca conoce definitivamente a las mujeres. Y tuve que hacer un ejercicio muy profundo de comprensión de esos personajes para que tuvieran la coherencia y la profundidad necesaria, porque son personajes muy complejos, que cargan con toda una serie de conflictos, de secretos, en fin, de comportamiento que son reveladores del carácter de una persona por específicamente del carácter de una mujer. Y les puedo confesar que tal vez fue lo más lo más difícil de conseguir en esta novela".
"De derrota en derrota hasta la victoria final", es una frase memorable del libro, de esas que quedan para siempre:
"Es una frase que me regaló el amigo a quien le dedico la novela: Elizardo Martínez, un cubano que de niño emigró a Puerto Rico con su familia. Su muerte me dejó un enorme vacío. Y él decía esa frase de una manera irónica, porque siempre vamos perdiendo algo. Vamos de derrota en derrota y no tenemos realmente una victoria final como individuos. Porque como dice Milán Kundera: "la vida como tal es una derrota". Vamos hacia un final que todos sabemos cuál es y contra el cual no podemos luchar. Por eso utilizo hasta esta frase en la novela con un sentido de ironía. La victoria puede ser haber vivido la vida de acuerdo con nuestros códigos, del mejor modo posible, tratando de ser en la medida en que cada uno de nosotros lo necesite y lo desee: la mejor persona que pueda ser".
Sinopsis
El día comienza mal para Adela, joven neoyorquina de ascendencia cubana, cuando recibe la llamada de su madre. Llevan enfadadas más de un año, porque Adela no solo se ha trasladado a Miami, sino que vive con Marcos, un joven habanero recién llegado a Estados Unidos que la ha seducido por completo y al cual, por su origen, su madre rechaza. Marcos le cuenta a Adela historias de su infancia en la isla, arropado por un grupo de amigos de sus padres, llamado el Clan, y le muestra una foto de la última comida en que, siendo él niño, estuvieron juntos veinticinco años atrás. Adela, que presentía que el día se iba a torcer, descubre entre los rostros a alguien familiar. Y un abismo se abre bajo sus pies.
Como polvo en el viento es la historia de un grupo de amigos que ha sobrevivido a un destino de exilio y dispersión, en Barcelona, en el extremo noroeste de Estados Unidos, en Madrid, en Puerto Rico, en Buenos Aires... ¿Qué ha hecho la vida con ellos, que se habían querido tanto? ¿Qué ha pasado con los que se fueron y con los que decidieron quedarse? ¿Cómo les ha cambiado el tiempo? ¿Volverá a reunirlos el magnetismo del sentimiento de pertenencia, la fuerza de los afectos? ¿O sus vidas son ya polvo en el viento?
En el trauma de la diáspora y la desintegración de los vínculos, esta novela es también un canto a la amistad, a los invisibles y poderosos hilos del amor y las viejas lealtades. Una novela deslumbrante, un retrato humano conmovedor, otra obra cumbre de Leonardo Padura.