Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Historias del cercano oeste

Con Leonard Mattioli, de La Teja Pride

Conversamos con Leonard Mattioli, de latejapride*, sobre “Cazadores de gigantes”, su nuevo disco.

19.11.2015 14:52

Lectura: 9'

2015-11-19T14:52:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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"Cazadores de gigantes es un título que no remite a ninguna canción, sino a un concepto. Nuestros discos son como libros, y cada tema es un capítulo" dice Leonard Mattioli sobre el nuevo disco de latejapride*[Cazadores de gigantes, Bizarro, 2015], un álbum que habla de resistencia, de pelear por imposibles y no darse por vencido, en quince canciones de hip hop atravesadas por voces soul, groove jazzero y sonoridades alterlatinas.

La banda, que comenzó hace 18 años en un cuarto adolescente con más ganas que conocimiento, aprendió en este tiempo a cristalizar sus intenciones en canciones casi perfectas, de melodías pop y espíritu rebelde. Aprendió también, a evitar el cliché y el panfleto, y enarboló, desde siempre, una bandera contra la estupidez. Que no es poco.


*


¿Cazadores de gigantes es un disco más de "músicos" que los anteriores?

Arrancó siendo totalmente digital, hace como un año y medio. Íbamos a tocar al interior, en un auto, y Edgardo [Mattioli] presentó unos beats que tenían como algo en común entre ellos, una sonoridad en común, y nos colgamos con eso. Empezamos a trabajar alrededor de ese material, y recién en enero de este año nos encerramos a grabar el disco. Para nosotros grabar y componer es más o menos lo mismo. Teníamos treinta y pico de beats, y había que reducirlos a catorce. Y no había ninguna canción. Todos tenían un pedacito de letra, cositas sueltas. Armamos un estudio en Santiago Vázquez, nos íbamos los fines de semana para allá, algún día entre semana de noche también. Y asados, y salir a caminar por ahí si no pintaba nada. Invitamos a varios músicos, pero las máquinas están por todos lados. Creo que usamos más synthes que nunca, que no hay que olvidar que también son instrumentos. Hay una mandolina, mucha percusión, vientos...

Decías que componer y grabar es casi el mismo proceso. ¿Hay trucos, tics, después de 18 años, que les permitan hacerlo en "piloto automático"?

No, sería muy aburrido si fuera así. De hecho, se estuvo componiendo hasta el último momento antes de entregar. Hay cosas que sí sabemos de antemano: "esto precisa un estribillo", y cosas así. Y así y todo tratamos de forzarlas. "¿Precisa? ¿Seguro? ¿No precisará dos?" Y así. Con eso después vamos a lo de Daniel Anselmi [productor de discos de Latejapride* desde 2003] y se choca con el productor, que siempre tiene una visión un poco más pop que nosotros. Y de ese choque sale algo distinto a lo que planteamos en un principio, tanto la banda como él. Es el último momento de la composición. En este disco, además, siempre estuvo primero la música que las letras. Quizás "Cosmonautas", pero tenía un riff de guitarra y arriba de eso se le grabaron cosas. Fue lo primero que hicimos, en diciembre del año pasado, un calor infernal. Ahí grabaron Edgardo y Santi, y mucho después grabó Barragán. Y mucho después aparecieron los vientos. En el medio conseguí unos samples relacionados con cosmonautas. El primero que tuve era un audio de un piloto ruso. No entendíamos nada de lo que decía, y en un momento descubrimos que era una grabación de dos radioaficionados italianos, que captaron el mensaje del astronauta, que había perdido altitud, estaba cayendo a la Tierra, y se estaba quemando todo. Y dijimos "esto no puede ir". Y pusimos otro. Hay como cierta expertise, en el sentido de grabar o escribir y mandarnos por mail, o Dropbox, y nos conocemos, sabemos cómo, cuándo y dónde hace cada uno qué cosa, pero no está todo cerrado. Si no es un embole.

¿Siempre están primero las músicas y luego las letras o esto pasó solo esta vez? Porque Latejapride* es un grupo que tiene especial cuidado en lo que dice. "Mensaje" es una palabra espantosa, pero tiene que ver con esto...

Sí, por eso demoramos más con las letras. Y son muuuuy largas. Es rap. Cada una son dos carillas en Arial 11 sin interlineado. En algún momento queríamos construir historias pero descubrimos que somos mejores describiendo fotografías.

Foto: instagram.com/latejapride/

¿Cuándo se dieron cuenta de eso? ¿Hace 18 años?

No, en el disco anterior [Las palabras y las tormenta, Bizarro, 2012]. E igual a veces lo intentamos. Es nuestro horizonte, pero no es nuestro destino. Vamos para ahí. La idea es contar historias, y muchas veces nos descubrimos mostrando una partecita, dando vueltas en esa acción, y la describimos. Tratamos de que las canciones digan cosas. Hace mucho que resolvimos que no queríamos ser una banda panfletaria. Es un embole, y además nos resulta muy fácil. En este disco incluso aparecen letras donde no iban. Hay una canción que canta Lorena [Nader], que era un interludio. "Arquitectura circular" se llamaba. La música estaba como ahora, y yo le hacía scratchings arriba. Pasó Lorena a grabar unos apoyitos en otros temas, escuchó este y dijo "quiero grabar acá". Se llevó la base, volvió otro día y grabó. Lo que yo había hecho se borró, y punto. Y quedó "Estelar" [sexto track del disco].

Fue como un gran asado en el que uno viene y picotea, otro echa leña, otro atiza las brasas, otro pone sal...

Sí. De hecho las canciones no se terminan, se abandonan.

¿Y el asador no se molesta?

Sí, pero tiene más poder que el resto. Porque nosotros nos vamos y queda Davich [Edgardo Mattioli] mezclando. Pero todas las canciones avanzan a impulsos, nunca cerramos una para seguir en otra. Vamos de a pedacitos en todas, tratando de subir de a un escalón. Cuando alguna avanza más rápido se mezcla y se deja ahí, pero no significa que esté terminada.

¿Y cuándo se termina?

Y... cuando vamos a lo de Daniel. Y él nunca dice "ya está". Creo que cuando llega la fecha de entrega.

¿Qué cambió con respecto a cuando eran más jóvenes, más inexpertos y también más independientes, que tocaban cuando podían, grababan cuando podían o tenían ganas, y ahora tienen que encerrarse a hacer un disco con fecha de entrega?

Y... nos dimos cuenta de que así llegamos en tiempo y forma. Para este disco teníamos un plazo, no me acuerdo cuál era, y en la banda habíamos planteado armarlo como para llegar con tiempo de sobra, y lo que sucedió fue que llegamos sobre el filo. Y sin ese plazo nos hubiéramos dejado estar un montón, caminando para otro lado. Es algo que hay que hacer, y que también fomenta la creatividad. Nos hace esforzar y trabajar un montón.

La pertenencia a la industria discográfica, por decirlo de alguna manera, implica una rutina de componer, ensayar, grabar, presentar el disco en vivo, volver a componer... ¿Cuál es la motivación? ¿Estar en ese círculo?

La verdadera motivación es que nos gusta la música. Disfrutamos de nuestras canciones, disfrutamos tocándolas, ensayándolas. Nos gusta hacer eso. Componer también nos gusta, aunque llega un momento en que nos satura un poco. Nos gusta la música. Ya no creemos en el éxito.

¿No?


No.

Pero cada vez les va mejor...

No, no nos va mejor. Accedemos a otros lugares, pero los toques son iguales que siempre. Iguales que en los últimos ocho años, ponele.

Y busquemos un responsable de eso... La banda suena bien, si no mejor al menos igual que hace ocho años, está en los medios, graba discos...

En buena parte somos responsables nosotros, que no nos sabemos vender. Tenemos que encontrarle la vuelta. Estamos tratando de volver al interior, estamos yendo cada tanto a Buenos Aires, donde de a poquito tratamos de construir algo, aunque es dificilísimo. Desde hace un montón tratamos de ocupar los espacios que inventamos. Tenemos que tocar, no encontramos el lugar y lo inventamos. Y después está el verano, que es jipi. Es ir al este, tocar, dormir donde se pueda. Este año me fui con mi novia por primera vez de vacaciones. Siempre trabajé en verano para que me quedaran días libres para La Teja. Hacía millones de años que no tenía vacaciones sin banda. Me fui al sur de Chile.

¿Cómo estuvo?

Estuvo de más.

Foto: instagram.com/latejapride

Porque decías "dormir donde se puede", y eso es algo que de repente aguantás bien a los 20, 25 años y después ya no estás dispuesto a tolerar...

Se maneja. Yo preciso un colchón y un wáter. No tengo muchas aspiraciones más. Y ese es el diferencial difícil de conseguir en el este. No me gusta el Cabo Polonio. Ni enchufe ni agua corriente. No puedo. Me mata, al llegar a Cabo Polonio, que afuera hayan estacionados decenas de Audi, y entrás y es como Paso de la Arena en el 83, pero con playa. Cuando llegué a La Teja en el 85, me acuerdo que un día que se cortó el agua mi abuela me mandó a tres cuadras a una canilla pública, y ver mucha gente haciendo cola. Era gente que hacía cola todos los días. Una vez fuimos a Cabo Polonio y teníamos que ir a buscar agua a una canilla que quedaba no sé dónde. Yo decía "esta gente gasta un montón de plata para estar como los que no tienen nada".

¿Extrañan las épocas de los comienzos, cuando no había nada?

Yo las recuerdo con cariño.

Pero más allá del cariño, de la añoranza de la juventud, ¿Qué rescatarías de esa época que se haya perdido al día de hoy?

Había un hambre de cambiar todo y de construir caminos propios, de tratar de romper el círculo en el que uno se movía, para ampliarlo. Ahora estamos muy confiados en que Facebook lo va a hacer. Y no. Facebook reproduce los contenidos entre gente homogénea a nosotros, entonces esos núcleos están cada vez más cerrados. En esa época había una impronta muy fuerte de construir lugares, y medios de comunicación, cuando Berch Rupenián era el amo de la radio. Era mucho más efervescente. Hoy se da eso de armar una Fanpage en Facebook y esperar que sea masiva. Y no funciona así.

¿Antes era mejor, entonces, o solo distinto?

No, era diferente. Ningún tiempo pasado es mejor.

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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