Bajofondo, el proyecto que hace más de una década idearon, con identidad rioplatense y proyección mundial, Gustavo Santaolalla y Juan Campodónico, llegó este año a su tercer trabajo discográfico, un álbum que, como los anteriores, se apoya en el tango y la electrónica, y que ahora explora también la canción de estribillos urgentes que fue una característica del rock de esta parte del mundo en la década del 80, y en el que los integrantes del grupo, por primera vez, estuvieron obligados a dar la cara.

Cientos, a veces miles. Cuerpos transpirados, moviéndose, bailando. Celulares que sacan fotos, que transmiten vía Twitter el minuto a minuto del show. Puede ser un teatro en Tokio, una discoteca en Berlín, una plaza en Buenos Aires, la rambla en Montevideo. El universo Bajofondo permite pasar de una fiesta a toda marcha al no lugar de los aeropuertos, y de escribir canciones en servilletas de bares a componer melodías colectivas a través de Skype.


Ahora el grupo desembarca con las canciones de su tercer disco, Presente, seis años después de Mar Dulce, su antecesor más inmediato. Hoy es el futuro.

 

"Hacer Presente, nos tomó por lo menos dos años, uno para componerlo y otro para grabarlo", dice Juan Campodónico. "Aunque en realidad, llegar a este disco nos llevó diez años. La música que está en el disco, el estilo y la situación de la banda, la forma en que llegamos, ese procesó nos llevó una década, desde que empezamos con Tango Club. Aquello era más como un disco de laboratorio, cuando lo terminamos tuvimos que armar una banda para presentarlo, y esa banda hoy es Bajofondo, con los que ya llevamos casi 10 años tocando juntos".

Mar dulce, el anterior, es un disco lleno de invitados, y Presente es un trabajo mucho más focalizado en lo que es el grupo, la forma en que tocamos en vivo y cómo se fueron desarrollando las cosas en torno a eso. Es un disco en el que todos los miembros participan de la composición, exploramos cosas que no habíamos hecho antes... las partes cantadas de Bajofondo antes eran con invitados y ahora nos hicimos cargo nosotros. Buscamos profundizar nuestra capacidad de intérpretes en Bajofondo, y el único gran invitado del disco es la orquesta, que nos acompaña de punta a punta".

Ese trabajo de acumulación de 10 años ¿no estaba prefigurado en los comienzos de Bajofondo?

"Era imposible de prever", responde Luciano Supervielle, "así como no sabemos ahora qué vamos a estar haciendo en diez años. Hay muchas cosas que se fueron dando y que tienen que ver, y no se calculó tanto cuando salió el primer disco, que tiene mucho que ver con la banda tocando en vivo. Algunas cosas fueron surgiendo por necesidades. Cuando salió el primer disco, que fue más de laboratorio, en algún momento hubo que salir a presentarlo, así que hubo que armar una banda. Empezamos a tocar un montón, nos empezó a ir muy bien, con buena presencia en festivales, y eso nos fue llevando a desarrollar una personalidad en escena, que empezó a influenciar a los discos. En cierto momento nos dimos cuenta de que necesitábamos un baterista para poder tocar con un nivel de energía que nos estaba faltando en vivo, y eso condicionó muchísimo el sonido de la banda.

Cosas que se fueron dando poco a poco. Lo mismo el hecho de estar ahora cantando en vivo todos nosotros tiene que ver con que, después de haber hecho Mar dulce, un disco con muchos cantantes invitados, que a la hora de salir a tocarlo, tuvimos que solucionarlo nosotros mismos, a cantar. Eso se vio reflejado en Presente. Frente a las necesidades, a las cosas que nos van pasando, ha ido evolucionando el estilo de la banda".


Lo que sí es cierto es que cada trabajo de Bajofondo, ya sea como colectivo o como emprendimiento individual, contiene elementos que anuncian algo de lo que vendría más adelante...


"Hay una parte de búsqueda de la música nuestra, y cuando encontramos algo, lo preservamos, no lo desechamos", dice Campodónico. "Siempre pongo como ejemplo que, cuando hicimos ‘El mareo', con Cerati, encontramos una manera de hacer pop a la Bajofondo, y eso, acá en ese disco, de otra manera, quisimos preservarlo. Ir sumando a nuestro estilo, desarrollando nuestro propio lenguaje. Esa es la parte más valiosa del grupo: haber generado nuestro propio lenguaje. Lo que estamos haciendo es nuestra propia construcción, no estamos copiando un modelo preestablecido. Hay gente que dice que hacemos tango electrónico... creo que gente con muy poca oreja. No hacemos tango, y nunca lo hicimos. Sí tomamos elementos, influencias, nos nutrimos del tango, pero la nuestra es una música nueva, diseñada en esta época. Creo que eso, visto desde la perspectiva de estos diez años, es una parte de lo más valioso que tenemos, aparte de habernos podido mantener y tener una banda que goza de buena salud en varios aspectos, tener un estilo propio tan desarrollado".

Rascar la cáscara

No es un grupo de tango pero rescata tangueros y músicas, quizá no del olvido, pero sí de un limbo donde hoy está lo ‘grasa', esa cosa de ‘canyengue'

"La manera de componer  de Bajofondo, usando samplings e inspiraciones de otras épocas no se perdió con el tiempo", señala Campodónico. "Por más que no sea el mismo sonido de la época de 'Tango Club', se han sumado capas, y esa sigue. Romeo Gavioli, o Juan D'arienzzo, o Eduardo Rovira son para nosotros muy inspiradores. El caso de Romeo Gavioli, un tipo que mezclaba tango y candombe en los años 50. Tenía una gran orquesta: violinista, cantante, director de orquesta, compositor, un músico muy inspirado. Lamentablemente no vivió mucho, se suicidó. Se tiró en su auto por la Escollera Sarandí, un freak total".


Contando con esos elementos del pasado, ¿Bajofondo es más de hoy o de mañana?

"Es seguro que esta música que hacemos no podría haber sido hecha antes", dice Supervielle. "Por una cuestión de la evolución de la música, de las tecnologías. No podría haber sido hecho antes. Ni estilísticamente ni técnicamente. Creo que Bajofondo es un reflejo de la actualidad. Es un aspecto de la identidad cultural del Río de la Plata hoy. Creo que, después del tiempo que venimos tocando y de la trascendencia que han tenido los discos en estos lugares, dentro de cierto tiempo se va a ver a Bajofondo como un rasgo que identifica bastante los tiempos que vivimos. Después, no podemos saber qué va a ser de Bajofondo en diez años pero, si comparás Presente con Tango Club, ves que algunas cosas se mantienen, como la intención de innovar, de experimentar, de desarrollar un estilo, son cosas que más o menos se mantienen, como que pueden dar pistas, pero es difícil de saberlo.


"Una cosa que le da relevancia a Bajofondo, que lo conecta con lo contemporáneo, es que, pese a que los discos no sean ‘populares', la música en sí se ha conectado con formatos muy masivos", acota Campodónico. "La prueba está en que la usan para sonorizar cosas de televisión o de películas, y la gente entra en contacto con Bajofondo aunque no sea fan. La música está ligada a lo social, es algo que te podés encontrar aunque no te interese especialmente. Eso es una cosa linda que pasó con Bajofondo: se conectó con lo popular desde un lugar curioso, no porque las radios pasen el tema de moda, sino porque de repente estás mirando los goles del domingo y abajo suena Bajofondo".


El misterio de las catedrales

Hace cerca de mil años, la cristiandad se volcó a la construcción de enormes catedrales, de manera de estar más cerca de Dios y, de paso, deslumbrar a los vivos con arquitecturas esplendorosas y magníficos decorados. En aquella época, grandes maestros y aprendices pusieron lo suyo de manera anónima, en función de la gran obra colectiva. Siglos después, Bajofondo parece retomar el concepto y, despojado de créditos individuales, pone el hombro a una idea superior.

 

"No somos una banda de rock", apunta Campodónico. "No hay un desarrollo de las personalidades como centro de atención. Fijate que recién en este disco, después de diez años, pusimos una foto de Bajofondo. Siempre pusimos por delante la música, las ideas que estaban detrás del grupo, antes que las personas. Eso es muy distinto al mundo del pop, del rock. Es una construcción muy particular y muy distinta, inclusive desde los lugares de donde venimos. Se fue dando. Tiene que ver con la génesis del grupo. Quizás cuando arrancamos con Gustavo (Santaolalla), lo hicimos no como algo propio, pensando que éramos el artista, sino que éramos productores de algo que tenía que ser inventado. Tal vez eso marque el tono. Todos sentimos a Bajofondo como una cosa externa, en la que siempre estamos trabajando. Esa es una de las cosas lindas del grupo, que cada uno puede saltar de proyecto en proyecto y volver a la banda. Bajofondo no es nuestra actividad full time; le damos su espacio importante en la agenda, pero vamos haciendo otras cosas. Eso ha hecho también que sea muy sana la parte interna del grupo, no tan sofocante. Imaginate diez años siempre alrededor de lo mismo, seguro que en algún momento querés matar a un compañero de banda. En este caso se ha dado un fenómeno inverso, donde con el tiempo nos llevamos mejor cada vez".


"En el armado de los conciertos nuestros hay un componente de imagen de un todo. Hay momentos puntuales de cada uno, pero no hay uno que digas ‘es el líder'", señala Supervielle.

"Claro. Además, ese trabajo para un equipo, para una idea musical, es también algo muy contemporáneo", retoma Campodónico. "No privilegiar el ego sobre lo que realmente estamos planteando. Por otro lado también hay como una rebeldía contra ese fenómeno que acaparó el rock, de las grandes estrellas, y de ahí ese mantenernos a un lado. Me parece bastante sano, aunque tampoco hay que exagerar, no hay que salir con una bolsa de papel en la cabeza".

Bajofondo viene de tocar en distintas partes del mundo: Estados Unidos, Colombia, Argentina, Corea, Brasil... ¿cómo conectan con los distintos públicos?

"Nos ven de manera muy diferente", dice Supervielle. "La música nuestra hace referencia a muchos códigos que tienen que ver con nuestra cultura, y no lo va a entender de la misma manera una persona que vive acá, o en Colombia, que sabe cuándo hacés referencia a Piazzola, a Rovira o a Gavioli, que alguien que no sabe distinguir todo eso. Esa gente conecta de otra manera. Pero está bien: yo no entiendo de la misma manera a los Beastie Boys, que es una de mis bandas favoritas, que una persona que creció en Brooklyn. Y en todos estos lugares hemos logrado conectar de manera muy potente con públicos para nosotros muy exóticos".