En pocos días saldrá a la venta Campo, un trabajo con el sello de Bajofondo y bajo la batuta de Juan Campodónico, una de las cabezas detrás del proyecto. Sin embargo, no es éste un disco solista, aunque se le parezca bastante.


Juan Campodónico (aka Campo), se ríe cuando le pregunto qué se siente a punto de sacar su primer disco, y me repite algo que, a esta altura, es un latiguillo de todas las entrevistas. "Campo es un proyecto bastante colectivo, donde hay un montón de inquietudes y conceptos míos, y está esponsoreado, apoyado por el Colectivo Bajofondo. Pero participan muchos artistas, desde distintas posiciones. Casi todos los temas son coautorías con distintas personas. Es un disco de canciones, donde yo canto sólo una, y el resto son con otros cantantes, además de muchos otros artistas que trabajaron en el proceso. Creo que arrancó más bien como un trabajo ‘de laboratorio', y ahora tenemos que salir a tocar, presentarlo, tenemos que definir una banda y otros detalles. Está apoyado en los instrumentistas de Bajofondo, y algunos colaboradores más cercanos, como Martín Rivero", cuenta.

Martín Rivero, cantautor uruguayo (como solista tiene publicado ‘Estas cosas no son mías', de 2009, además de su trabajo al frente de Astroboy), podría estar en las antípodas del sonido Bajofondo, y, sin embargo, para Campodónico resultó un apoyo vital. "Nos conocimos hace dos o tres años", dice, "empezamos a componer canciones juntos, y canta varios temas en el disco, así que él es como uno de los miembros de Campo en su parte artística".

"Campo es un proyecto, no es ‘mi disco solista', no salí a cantar con la guitarra bajo el brazo, solo. Capaz que algún día hago un disco de canciones. Ahora estoy aprendiendo a cantar, así que algún día, cuando tenga algún añito más, me animo", dice, y se entusiasma con el resultado que logró: "estoy copado porque tuve dos años la música del disco, y recién ahora la gente empieza a escucharla".

 

Campodónico defiende esta postura de restarse importancia como solista en función del trabajo en equipo. "Juego un rol importante de conducción, de dirección, pero también siento que soy un jugador de equipo", explica. "Me gusta trabajar en grupos, lo colectivo. Me parece más entretenida la cosa multidimensional. Sale una música mucho más rica cuando ponés varias cabecitas a pensar y a interactuar. Siempre, en todos los proyectos en que me involucré, estuve con una visión artística fuerte, pero jugando en una cancha donde hay un equipo más grande".

En el caso de Campodónico en particular, pero extendido al ‘concepto Bajofondo', no corre el formato tradicional de bandas de rock. Para Campodónico "el modelo ‘grupo de rock', ‘canto, compongo, hago todo', se da en algunos ámbitos musicales, y hay cosas muy interesantes en ese género, y en ese formato. Yo, que vengo de un lado que no era ser ‘cantante-compositor', el tipo que va al frente, encontré un lugar como artista en todos los proyectos, desde que empecé con la música. Desde Peyote Asesino, donde era un poco productor, un poco guitarrista, un poco compositor, y después, en Bajofondo, donde me junté con un tipo (Gustavo Santaolalla) que también es productor y artista a la vez, nacido de los conceptos, de las ideas musicales, y no de las personalidades. Eso tiene de interesante esta manera de hacer música. También es una manera bastante contemporánea de trabajar. Con los Bajofondo, que vivimos en distintos países, estamos muy adaptados. Podemos estar lejos y colaborar,  hacer nuestros trabajos a la distancia, y juntarnos para hacer una grabación, pero después no tenemos que tener una ‘vida de banda', esa cosa de verte todos los días con los mismos cuatro muchachos, con el mismo corte de pelo".

Campo es un trabajo que, a primera oída, ofrece múltiples texturas rítmicas, en el marco tradicional de la canción pop, pero ‘deformada' por las distintas vertientes de información musical que encauza.

 

Campodónico cree que "una de las cosas lindas que tiene Bajofondo y estos proyectos es la multidimensionalidad. Hay muchas capas; en Bajofondo somos gente de distinta edad, de distintos contextos, distintos pasados musicales. Cuando logramos unir todo eso se llega a un sonido particular, que es parte de lo interesante de estos proyectos. En el disco Campo hay un juego con todo esto, de lugares diversos, de acercar cosas que no están cerca ni geográfica ni socialmente, poner elementos que están alejados y poder apreciar la belleza de algo cuando lo ves en un contexto diferente. Por ejemplo ‘La marcha tropical', que es una cumbia con una cantante sueca de jazz (Ellen Arkbro), educada en otro ámbito. Te hace ver las cosas desde otra óptica, como cuando viene un extranjero a Uruguay, y lo llevás a dar una vuelta por Montevideo, y te dice ‘qué lindo edificio', y vos pasás todos los días por ahí y nunca le prestaste atención. Hay otra canción, ‘1987', que arranca con un ritmo de chachachá, un clásico de los 50, se vuelve un twist, de repente aparecen unos teclados darkies, medio The Cure, muy británicos de los 80, y después viene Jorge Drexler cantando con esas notas que viene más bien de la bossa nova. Un clash de elementos de diversa índole, que te hacen ver la belleza de los elementos desde otro punto de vista", dice.

 


Esa mezcla deliberada "es parte de lo que pretende el disco. Descubrir la belleza de determinadas músicas, por sacarlas de su lugar habitual y salir de la zona de confort. Sentirse cómodo a veces empieza a ser un poco aburrido. Busco tirar un poco de la piola y ver que un elemento que, de repente, te parece muy lejano, puede convivir con otro, y en el mismo disco haya tango, cumbia, indie pop". Y, entre la asepsia de un mix todoterreno y la mugre de la música real, Campodónico se inclina por la segunda. El disco tiene elementos del sonido urbano, del ruido de la calle, el bar y el ómnibus. "No es un error que haya esa suciedad", explica. "Creo que en cualquier arte uno está pintando lo que está viendo, y parte del paisaje ese que está pintado en el disco tiene un montón de mugre, como el lugar donde estamos. Las referencias a la cumbia villera, por ejemplo, son una pintura de lo que podés percibir. Hoy, en cualquier parte del Uruguay, podés escuchar perfectamente a Michael Jackson y a los Pibes Chorros, en el mismo día y subiéndote a dos taxis distintos. Eso es parte del paisaje, y la música que está ahí es un espacio donde se mezcló todo eso. El campo no es sólo la tierra, por oposición a la ciudad: como espacio, puede ser un campo matemático, abstracto. Y ahí se mezclaron todos estos ingredientes, pero es una visión de la música desde acá, desde América Latina y desde esta zona. Tiene cosas de candombe, de cumbia, de rock independiente, de rock alternativo, de pop. Si tuviera que diferenciarlo de los discos de Bajofondo, te diría que es un disco de ‘cancioncitas pop', que evocan paisajes y situaciones. Me quedé muy contento de lograr, en el formato de canción pop, algo tan paisajístico, que te muestre escenarios, muy visual".

Ahora, con el diario del lunes, me doy cuenta de que ‘Campo', la obra fundacional de la música sinfónica nacional, compuesta por Eduardo Fabini hace casi un siglo, también remite al paisaje, a lo visual, aunque muestra un paisaje bucólico, que quizás ya no exista. El otro, el que plantea Juan Campodónico, está ahí: sucio, cosmopolita, atravesado por culturas, ritmos y modas. Sólo basta con cerrar los ojos y escuchar.

Escuchá "La marcha tropical", primer corte del disco

 

Campo se presenta en vivo el 30 de noviembre, a las 21 en Lorente (Rondeau 1383 esq. Colonia)