Durante un cuarto de siglo, Eclampsy habitó el under montevideano. Formada en el despuntar de la década del 90 entre compañeros de liceo capitaneados por Jorge Fernández, la banda, que siempre transitó las zonas más turbulentas del Heavy Metal, vio cómo el rock creció, se hizo fuerte, se desplomó y empezó a brotar de a pedazos, sin que la fortuna le dedicara una mirada de interés.

Marginal por decisión (o decisiones), Eclampsy apenas si logró publicar un cassette [Extreme Feelings, Ruta 66 Discos, 1994] y esto fue en el milenio pasado, tuvo integrantes que se cuentan por decenas y sobrevivió algunos paréntesis prolongados hasta que hoy, o el próximo viernes, dé el portazo final y diga basta.

Jorge Fernández, de 42 años, decidió “cambiar de aire” y será en Alemania donde busque y quizás encuentre algo, que aún no sabe qué es. Será este fin de semana, entonces, la última oportunidad de ver a Eclampsy en vivo, y de confrontar el presente con la historia de un tipo y una banda que, en la vereda de enfrente de las marquesinas, las discográficas y los grandes sponsors, escribieron la parte de atrás, el lado B del rock. El más interesante, aunque rara vez suene mejor.

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Eclampsy comenzó a tocar a principios de los 90, donde no había mucho para ver...

Arrancamos en el 90. Había algunas bandas, y me acuerdo que iba a verlas. Mis primeros toques fueron Alvacast, que era bien [Iron] Maiden, a varias bandas más bien hard rockeras, aunque yo escuchaba otra cosa, que acá en ese momento no había tanto. Justo ahí, por el 87, por ahí, empecé a ver bandas como Angkor Vat, Graff Spee, que me gustaban muchísimo. Sobre todo Angkor Vat. Sádika me encantaba. Era la banda que seguía a todas partes. Pero eran otro estilo. Y me gustaba Melkor Morgoth, donde estaba Heber, que después fundó Inner Sanctum. Bandas que aparecieron en ese momento, poco antes de que saliéramos nosotros. Yo empecé tocando con unos compañeros de liceo; ellos formaron Crematorium.

¿Qué liceo era?

Íbamos al Liceo 5, el Varela, que en aquella época estaba en Durazno y Yaguarón. Éramos todos compañeros de clase. Uno empezó a estudiar el bajo, otro guitarra. Yo quería tocar el bajo, pero me mandaron a aprender guitarra. Siempre fui un bajista frustrado. Toqué la guitarra hasta hace algunos años, cuando me compré un bajo y lo empecé a tocar. Al revés de todo el mundo.

Eran unos pibes de liceo que decidieron, un buen día, tener una banda... ¿Con qué intención?


Tocar. No había lugares, pero los buscábamos nosotros. El primer toque de Eclampsy lo hicimos con gente de Crematorium y Morbid Blood. Tocó Angkor Vat, y no me acuerdo si estuvo Inner Sanctum. Lo hicimos en el club Mar de Fondo, de Durazno y Yaro. No había nada. Fuimos, nos alquilaron un salón, alquilamos las cosas. Todo lo hicimos nosotros. Y tocamos. Y fue gente. Así era como se hacían las cosas en esa época. No había boliches para tocar.


Los metaleros siempre han sido grandes impulsores del do it yourself de la escena, incluso más que los punks...

Siempre estuvo muy junta la escena. Los metaleros íbamos a los toques punks y los punks iban a los toques metaleros. La idea nuestra era, sobre todo en esa época, juntarse y hacer las cosas por uno mismo. Ahora, para el último toque, fuimos y alquilamos el local, todo, toda la fecha. Para que no nos metan un toque más temprano, ni nada de eso.


A lo largo de su carrera, Eclampsy paró varias veces, sin separarse... ¿Qué pasó?

Tuvimos impasses sin tocar. Fuimos cambiando de formación pero tocamos más o menos seguido hasta el 97-98. Después pasó un tiempo, como hasta el 2001, que ensayábamos pero no tocábamos. Tuvimos mucho tiempo una formación con un par de integrantes que querían que todo sonara perfecto, y nada sonaba perfecto. En 2001 volvimos a tocar, estuvimos de corrido como hasta 2006. Ahí hicimos un parate, que queríamos grabar y no pudimos, y entre 2008 y 2013 estuvimos de corrido.

Foto: Juan Carlos Garrido

¿Y qué los motivó a seguir todos estos años?


A mí me gusta tocar en vivo. Es más: odio grabar. No me gusta, me incomoda bastante. Me encanta tocar en vivo, y cuando no tocamos empiezo a extrañar. Me cambia totalmente la personalidad arriba del escenario. Soy un tipo re tranquilo, no me gusta hablar mucho, ni nada, pero una vez que estoy arriba del escenario me encanta. Mucha gente se pone nerviosa, y yo antes de los toques no tengo nervios. Estoy ansioso por subir a tocar.

Eclampsy presenció de todo: desde que vinieran las multinacionales a fichar bandas que compartían escena con ustedes a la era de los grandes festivales, donde varios grupos de Heavy Metal alternaron con bandas de otros géneros. ¿Cómo lo vivieron ustedes?


Siempre el problema fueron los integrantes de la banda. Estuvimos a punto de irnos a Canadá, un tiempo después de que se fue Alvacast. Daniel Renna [periodista y productor uruguayo; fue manager de Chopper. Hoy reside en España] nos había arreglado todo para ir para allá, con todos los contactos. Y algunos integrantes no se animaron. El problema nuestro siempre fue con los bateristas. Siempre. Son complicados, siempre tienen algún tema, no sé por qué razón. Todos los integrantes conseguían novia y seguían en la banda, pero los bateros no. Se iban. Es matemático (risas).

¿Te arrepentís de no haberlo hecho?

No, no me arrepiento. Capaz que me hubiera gustado probar. Pero lo que hicimos estuvo bien.

Plata no hicieron...


¡Ojalá! Una vez nos preguntaban si preferíamos transmitir nuestro mensaje o ganar plata, y yo decía por qué no poder hacer las dos cosas. Me encantaría, pero no se dio.

¿Cuáles fueron, entonces, las satisfacciones que te dio el metal, además de permitirte sacar el “monstruo”?

Tocar. Tocar con bandas que ni siquiera había soñado con que vinieran a Uruguay. Y se nos dio. Y el metal me permitió conocer mucha gente. Jorge Polito, por ejemplo [productor] de El Lado Oscuro, y a través de él conocer a otras bandas de cerca. Eso es para mí lo más grande. Haber tocado con Dark Tranquillity, Behemoth, Nosotros somos fanáticos de Behemoth, y solo verlos ya era una locura, imaginate tocar con ellos.

¿Y cuál es la autocrítica que hacés, el error que podrían no haber cometido?

De pronto tendríamos que haber grabado.

También es cierto que, en los 90 e incluso en la primera mitad de los 2000, era algo bastante difícil...

Sí. En los 80, 90, era prácticamente imposible. Tenías que hacer todo vos. Ir al estudio, aprender a sacar sonidos. No había técnicos; los que había no tenían idea de cómo grabar metal. Vos ibas, hacías una cosa, y atrás venía otra banda de metal y hacía lo mismo, porque aprovechaba tus seteos, y mejoraba un poco. Los grupos íbamos yendo a los mismos estudios, y el que venía después arreglaba un poquito más. Así empezamos, más o menos, a aprender. No había muchos estudios, pero además tratábamos de ir a los mismos por ese tema. Íbamos mucho a uno que quedaba en la calle Durazno y Salto [Maxi Music], donde grabaron los Buitres varias veces. Eran dos hermanos. Ellos tenían idea de rock pero no de metal, y ahí empezamos a sacar sonidos. Después fue Ossuary, y después otras bandas. Cuando una banda iba a grabar nos juntábamos todos, íbamos juntos, y veíamos qué podíamos arreglar, así cuando otro iba a grabar ya sabía. A pesar de que no todos nos llevábamos bien hacíamos eso.

Foto: Juan Carlos Garrido

¿Había picas?


Siempre hubo. Como en todos lados. Yo con ciertas personas me llevo y con otras no. Igual, nunca nos agarramos a las trompadas con nadie. De afuera sí: una vez tuvimos que bajar a una banda argentina, Necrophiliac, que se pusieron estúpidos. Fue como en el 93.


¿Y problemas con el público o la policía?


Por suerte no. Nunca hubo problemas de ningún tipo. Generalmente en los toques, sobre todo en esa época, que era más jodida, no había cantina, ni nada. Alquilabas un club y hacías un toque, nada más. Si venía el Inau no pasaba nada, y la Policía no entraba. Capaz que afuera se armaba algún lío, una piñata, pero adentro no. Nunca hubo drama. Es más: siempre fueron los toques más tranquilos. En los recitales de rock muchas veces terminaban todos a las piñas, y en los de metal no. Se cae uno en el pogo y en seguida lo levantan.

 


¿Creés que Eclampsy fue evolucionando y “modernizando” su estilo?

Personalmente, siempre escuché metal bastante extremo. Fui escuchando desde aquella época, y seguí, no me quedé. Hay mucha gente, de los viejos como yo, que se quedó escuchando lo de entonces, y cree que todo lo que salió después no está bueno. Cuando grabamos el disco, en la banda había gente que escuchaba metal extremo y otros que escuchaban algo más clásico, entonces le bajaban las revoluciones. Pero después fui buscando músicos con gustos más afines a los míos.


¿Siempre fuiste el principal compositor de la banda?

No el principal compositor, pero sí el que dirigía. Vamos para acá, para allá. No me gusta tanto componer sino arreglar los temas. De repente todos vienen con riffs, y me gusta ver cuál va con cuál, qué componer. Eclampsy al principio era un death thrash en la onda de Sepultura, y después fuimos pasando a un death metal melódico, más extremo, y ahora estamos en el borde, entre el death y el black metal. No llega a ser tan extremo pero está ahí. Un death con toques de black.


Cuando te preguntaban si “plata o mensaje”, ¿Cuál sería ese mensaje? ¿La música por sí misma o hay algo más?


Nosotros nos centramos más en la música. Cuando sacamos el cassette los temas eran todos sociales. Después fuimos variando, y empezamos a escribir más sobre cuentos, o vivencias. Hay canciones que hablan de temáticas lovecraftianas, o cosas así. Son cuentos. Que la gente no se vaya a creer que va a aparecer Cthulu. Es un cuento. Me encanta Lovecraft pero no creo que vaya a aparecer un bicho en el agua. Y después hablamos de vivencias personales, sentimientos.


¿Se aburrieron de las cuestiones sociales?


No, fuimos variando. Igual tampoco cantamos nunca “contra la policía”, por poner un ejemplo. Siempre tratamos de mostrar pantallazos de lo que pasaba en la sociedad.


Volviendo al principio: ¿te aburriste de Uruguay?


No, me encanta Uruguay, pero necesito cambiar de aire. ¿Viste cuando llega un momento en que es todo lo mismo todo el tiempo? Necesito cambiar.

 

¿Y es un final definitivo aunque te toque volver?


Es un punto final. Si vuelvo, voy a seguir tocando, pero seguramente no sea Eclampsy.


Eclampsy se despide del público este viernes 24 de julio en Amarcord, desde las 23:00, junto a Apneuma, Ecivresotua y Scombro. Anticipadas (con las bandas): 2 x $ 100. En la puerta del show $ 100.