Algunos años atrás -hoy pueden decirlo- Boomerang era una especie de barco a la deriva. Peor aún: era el resto del naufragio de un barco de lujo, un trozo de buena madera flotando sin destino.

Entonces hubo que pensar, sudar y reconvertirse. Y vino Uno, dos, tres, va (Bizarro, 2013), un trabajo en el que el grupo celebró a sus maestros y se rindió tributo a sí mismo, porque sí, porque magullados pero enteros.

Poco después la realidad fue otra, y Engañamundos (Bizarro, 2014) puso en los parlantes un Boomerang nuevo, con la misma capacidad de generar estribillos adhesivos y canciones de atorrantez elegante, pero con un pulso gordo ideal para el salón de baile. Pidieron pista, y la tuvieron.

El ritmo de laburo se volvió más intenso, y fueron de Austin a Buenos Aires, de Montevideo a Treinta y Tres, y mostraron sus cartas, parejas de arrogancia y humildad. Y en el medio, la Providencia, o el tesón, que a veces casi son lo mismo, los puso en el mismo escenario que los Rolling Stones. Y se prendieron fuego.

Esperan entrar a grabar un disco nuevo a principios del año que viene, confiados en haber encontrado el pasado que los llevó a un lugar más diáfano, el corazón de la Matriz, el Aleph de Borges.

Antes de eso, Boomerang 2003-2016 (Bizarro), su nuevo disco, es también su nueva credencial y, por qué no, su pasaporte. El álbum recopila canciones de sus producciones anteriores, y funciona sobre dos ejes: sirve para conocer una banda que siempre brilló con raro esplendor, y confirma que el camino que eligieron, aún cuando les tocó equivocarse, era el correcto.

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¿Por qué sacar este álbum recopilatorio?

En realidad fue un invento. Después de tocar con los Stones, que tuvimos una amplificación medio heavy, nos pegó ahí, nos juntamos con Andrés [Sanabria, director de Bizarro], y le preguntamos qué podíamos hacer. Atados a eso, habíamos empezado a tocar un poco más en Argentina, y tuvimos buena repercusión. Pero como había discos nuestros que están discontinuados, como el primero, que no se fabricó más, y el segundo, que hicimos independiente, es difícil de conseguir, nos planteamos hacer un recorrido por esos trabajos. Teníamos además un par de temas que quedaron fuera del último disco [Engañamundos], y resolvimos producirlos de nuevo, en casa, y lo sacamos.

Es una banda que se revisita, porque Un dos tres va ya había echado una mirada hacia el pasado...

Sí, aunque con excusas diferentes. Cuando el Un, dos, tres, va se había desarmado la banda, y no sabíamos bien qué iba a pasar. Tampoco teníamos muy claro qué íbamos a hacer. Se fue Sanjo [Martín Sanjinés] que fundó la banda conmigo, y se cayó toda una pata importante del proyecto. La relación venía medio como desgastada, y entró Luis [Angelero], y para mantener a flote el barco decidimos revistar la historia pero desde otra punta. Más bien como celebrarla con algo en vivo. Al principio, incluso, pensábamos registrarlo en un DVD, pero no sabíamos que iba a haber un disco, y que Bizarro se iba a interesar.

Es un disco en el que ustedes hacen canciones propias, pero también hay una confirmación de que existían vínculos con el rock uruguayo, que había raíces. Está Gabriel Peluffo, Garo Arakelian...

Claro, capaz que pareció algo como ostentando no sé qué, pero fue supernatural. Queríamos celebrar eso. De todos los invitados, al único que no conocíamos era a Pedro [Dalton], pero la banda que más nos gustaba era Buenos Muchachos. Incluso iba a participar Juan Casanova, de Traidores, y al final no pudo. Pero fue así; de hecho, Gabriel Peluffo viene a veces a vernos, y hay muy buena onda con él.

Y este nuevo trabajo ya no es tanto una cuestión de supervivencia como aquel...

No. Y más que una celebración, era el momento en que lo podíamos hacer. No me caen nada bien los "grandes éxitos", pero me parecía que era coherente. Más que nada para esa gente que piensa que somos una banda nueva, que sepa que tenemos 13 años de historia y encima esto no es lo último que está sonando. Tenemos también un montón de cosas distintas a través del tiempo, que están buenísimas, se sostienen, y son como atemporales.

¿Por qué no te gustan los grandes éxitos?

No soy muy fan.

¿No te hacés compilados?

Sí. De hecho cuando usaba cassettes era lo que más hacía, pero nunca fui fan. Creo que hay uno de los Smiths que me gusta, y el Legend de Bob Marley. O el Flashpoint, de los Rolling Stones. Pero pensar en un disco así para mi banda me hacía sentir mal, porque no somos un grupo consagrado. Pero en el momento en que estábamos, y con todo lo que nos pasó, cuando hablábamos con Andrés nos pareció re coherente, y me cayó una ficha. Dije: "che, qué lindo". Porque, aparte, está bueno como carta de presentación. No es un disco póstumo, sino más bien un boost en la mitad de un proceso de trabajo. Ahora ya estamos pensando en otro disco para marzo, abril. Esto fue como un aperitivo.

Decís que no son una banda consagrada, pero están ahí: producen, suenan. ¿Qué es ser consagrado, si no es eso?

Boomerang siempre fue una banda que hizo lo que decían que no se podía hacer. Siempre tuvimos canciones, y una actitud de laburo que tomamos como banda. Ese engranaje se empezó a aceitar, empezó a funcionar en otra dinámica, otra forma de trabajar, tratando de hacerlo como una actividad más main, más completa, y dejando lo otro un poco de lado. Es más sacrificado, más cuando tenés hijos, pero es el camino que tenés que hacer cuando querés eso. Es muy fácil quejarse, pero nosotros vimos que ese era el camino correcto, y por eso decidimos caminar por ese lado. Esa actitud hace que todo empiece a darse un poco más. Porque contagia.

La reinvención de Boomerang, después de Un, dos, tres, va, ¿Tuvo que ver con eso? Porque Engañamundos es un disco que, si bien está emparentado con los anteriores, es bastante distinto...

Fue un proceso muy particular. Nunca habíamos hecho un disco de cero. Eso de entrar a componer en el estudio, porque estábamos en cero nosotros. Después del DVD estábamos con Luis [Angelero, guitarra] y Bruno [Tortorella, teclados], con quienes nunca habíamos hecho nada juntos. Teníamos unos Frankestein, pedazos de canciones tocadas por un año, y las canciones fueron tomando forma y camino en el estudio, grabando, escuchando... Teníamos que encontrar el lugar de la voz, esas cosas. Ahora, capaz que lo que vamos a hacer es distinto. Teníamos muy claro que queríamos otra cosa, pero no sabíamos bien qué. Ahora sí sabemos lo que queremos, porque tenemos una gimnasia juntos. En ese momento era más complejo. Fue un proceso bastante trabajoso y largo, pero que para nosotros estuvo buenísimo. Nos sirvió un montón porque ese disco nos abrió un montón de puertas, y a la vez nos hizo conocernos a nosotros mismos. Borges hablaba de una situación en la que de repente estabas en tu casa, y corrías un mueble y encontrabas una puerta secreta. En Boomerang pasó lo mismo: pensábamos que nos conocíamos, y en realidad encontramos una forma nueva de hacer música.

¿Qué había atrás? Engañamundos tiene una veta bailable que por ahí no estaba antes. ¿Eso es lo que encontraron?

Por ejemplo. Eso fue una junta con Luis, que viene del mundo de la música electrónica. Hay como un espíritu de ir más por el ritmo y no tanto por las guitarras. Eso fue buscado. Pero los temas no, entonces fue como una sorpresa. Creo que retoma cierta frescura, aunque odio esa palabra, del primer disco, cuando estás que no sabés qué puede pasar. Gustavo [Iglesias, productor], nos ayudó mucho. Creo que la puerta la encontramos después de Engañamundos. Ahora nos dimos cuenta de un montón de cosas. Me escucho y sé dónde tengo que poner la voz. Encontramos una forma de componer, Luis se armó un estudio en su casa, cuando antes nos juntábamos en mi casa con dos parlantes de equipo de audio. Ahora tenemos otra idea, y estamos más pulidos. Corrimos el mueble y encontramos el Boomerang 2016, estamos súper cebados y tenemos como 35 temas. Tenemos un camino por el que sabemos por dónde llevar la música, los conceptos están mucho más claros. Eso es lo que encontramos. Los dos ya nos nutrimos de mucha cosa, y, de hecho, hacemos así para traer un poco más a Nico y a Pablo, que se vinculen más, que estén más empapados desde el vamos con las canciones, que antes no pasaba tanto. Yo caía con un tema y lo sacábamos en la sala, y ahora es más como de pasarse demos y que cada uno meta su cuchara, y cada vez es más rico. Nos estamos conociendo con tipos con los que estamos hace casi 15 años juntos.

¿Y no corren el riesgo de volverse displicentes? Me refiero a que ya saben por dónde ir, cómo es la cosa...

No. para nosotros es todo el tiempo un empezar de cero. Es un desafío constante. Disco a disco salimos a batallarla igual, y por suerte ahora, después de mucho tiempo, pudimos meter una patita en Argentina y estamos tratando de ir así, mientras crecemos un poco acá. Y nos gusta el vértigo también. Nos gusta hacer cosas nuevas. Pasamos por eso de ir a un lugar y nos digan "no pueden tocar nada", y bueno, llevamos dos palitos, dos guitarras, y nos trepamos a las 4 de la mañana a hacer ruido. En el interior nos pasa eso. Vamos a las 3 de la mañana, a tocar casi sin nada, y reinventamos las canciones. Lo disfrutamos muchísimo.

Han estado tocando en Buenos Aires, y fueron parte del SXSW [South by Southwest, cónclave cultural que se hace cada año en Austin, Texas], donde la industria de la música está presente. ¿Influye eso al momento de componer? ¿Es un peso saber por dónde va el negocio?

Nosotros siempre hicimos la música que nos salió. Tuvimos acceso a las radios de una. Estamos muy al tanto de lo que pasa en la música actual, nos consideramos bastante melómanos todos, entonces tenemos un bagaje musical que nos hacer ser lo que somos. Queremos sonar actuales. Tenemos muchos elementos de otras épocas, tenemos guitarras con un sonido vintage, pero nos gusta vincularlo a una cosa actual, y que se entienda que está aggiornado. No tenemos tanto condicionamiento en la cabeza, y nunca nadie nos marcó nada artísticamente. Y además, en la música, por más que tengas "la fórmula" para hacer un hit, hay un montón de otros factores que influyen para que esa canción sea o no un éxito. Lo que sí tenemos como premisa es que nos atrae un lenguaje popular, y queremos llegarle a todo el mundo por igual. Nunca nos encasillamos en ninguna movida de nada. Cuando empezamos con Astroboy siempre tratamos de deslindarnos del brit pop y eso.

Bueno, pero Astroboy era la banda que tenía la actitud más "anti Uruguay" de todas...

Estéticamente, en ese momento, por una cuestión de momento, de edad y de cabeza, se daba de esa manera, pero siempre tratamos de trascender esos límites. Éramos más chicos, más ingenuos, pero nunca buscamos etiquetarnos. Al contrario, tratamos de hacer todo con una pata en el Río de la Plata. Eso siempre estuvo claro. Tanto en la poesía como en el discurso. De hecho, en México editaron nuestro segundo disco porque les gustaba la música y "cómo decíamos las cosas". A nosotros nos llamó la atención eso. Es súper pintoresco, y es uruguayo. Y no nos damos cuenta. Pensamos que estamos haciendo algo re internacional y somos uruguayos. Uruguashos. Al revés de Astroboy, que era la banda que más nos gustaba en esa época, nosotros queríamos ser de acá. Pero no para exaltar nada, porque tampoco nos gustaba lo que había a nuestro alrededor. Hacíamos la música que queríamos escuchar y acá no había. Pero estamos contaminados por una visión de la realidad que, cuando vas para afuera, te das cuenta que no es tan cierta. La visión que tiene de vos es totalmente distinta de lo que te hacen creer que sos. Está buenísimo eso.