Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Y una vida entera por vivir

Con Frankie Lampariello y Guzmán Mendaro, de Hereford

Hereford celebra, por estos días, los 15 años de la publicación de ‘Cuatro estómagos’, su primer disco. La banda conversó con Montevideo Portal sobre el ‘Universo Hereford’, y repasó algunas anécdotas de estos tres lustros en el camino.

15.08.2012 15:28

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2012-08-15T15:28:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Hace 17 años, cuatro pibes se juntaron a tocar rock. Amalgamaron influencias y estilos, pasaron la casi inevitable etapa de tocar covers y se tomaron en serio la aventura de grabar un disco. Diego ‘Chirola' Martino (guitarra y voz), Guzmán Mendaro (guitarra), Frankie Lampariello (bajo y voz) y Rodrigo Trobo (batería) dieron vida al proyecto llamado Hereford, que hoy festeja el cumpleaños número 15 de su primer trabajo, ‘Cuatro estómagos'.

Les gusta decir que son como una familia, y que gracias a esa unión sobrevivieron estos años, sin escandalosas pelas, a veces contra la corriente del gusto general y la indiferencia manifiesta de la crítica.

La idea era conversar con Frankie Lampariello y Guzmán Mendaro sobre estos años, repasar anécdotas y vivencias. El resultado fue una maratónica charla informal por la que desfilaron fobias, amores, obsesiones y desprolijidades, y que se intenta pasar en limpio a continuación.

Universo Hereford I: La familia

En el universo Hereford está permitido decir ‘somos una familia' sin avergonzarse por el lugar común. Frankie cuenta que, cuando comenzaron, se fijaron como meta que la banda fuera ‘lo segundo más importante de nuestras vidas', y eso hizo que buena parte del tiempo, en los últimos tres lustros, fuera común. "Llevamos 17 años juntos. Vivimos todo: casamientos, divorcios, hijos, la muerte de amigos y familiares directos", dice Frankie. Eso sin contar el tiempo en que, sin lugar para ensayar, metieron los equipos en su living, para regocijo de su esposa e hija pequeña, testigos directos de la génesis de varias canciones.

 

Anecdotario I: Cómo grabar el primer disco y no morir en el intento

Quince años atrás, Hereford se sintió bien como banda, y los muchachos decidieron que tenían que dar el salto y grabar su primer disco. "Nos hicieron un buen precio en Buenos Aires, y decidimos hacerlo allá", cuentan.
Guzmán era, todavía, menor de edad, y sus padres tuvieron que tramitarle el permiso para que pudiera viajar. "Estuvimos una semana en Buenos Aires, grabando y mezclando el disco".

"Fue una locura", apunta Frankie; "nos fuimos en auto, cargados con los instrumentos, y allá pedimos una batería y un equipo de viola. Mi primo tenía un local en Once, un ‘Todo x 2 pesos', y arriba había un depósito. Nos tiró ahí un colchón doble y un catre. Todas las mañanas salíamos de ahí a Almagro, a las siete de la mañana, para el estudio".

Así, a contrarreloj, no sólo se volvieron con el primer disco bajo el brazo, sino con un plus de independencia y responsabilidad.


Universo Hereford II: La banda

Hay un momento en la vida de los grupos en que se produce un clic, y se empiezan a tomar en serio asuntos que, antes, eran notas al pie de página en las revistas especializadas. Seriedad, madurez, esto va en serio. Guzmán cree que se dieron cuenta de que la banda era ‘de verdad' con el primer disco; "cuando se materializó ‘tomó vida', se convirtió en algo ajeno a nosotros cuatro". Y, para mantenerse, hubo que encarar la convivencia, pero también las adversidades de un medio limitado y conservador.


"Una vez estuvimos cerca del riesgo", dice Frankie. "Fue antes de sacar el ‘Documentado', que no nos salía nada, y dijimos, ‘bueno, qué hacemos. Acá no pasa nada, y la banda suena. ¿Vamos a España?'. Yo estaba recién casado y con una hija chica. Y decidimos irnos. Al poco tiempo ‘pegó el chispazo' y empezamos a tocar. ¡Por suerte!"


"Igual, pensándolo en perspectiva, podemos decir que, con el primer disco, ya nos sentimos realizados", dice. "Hoy es mucho más fácil, y puede llevar menos esfuerzo". Por aquellos días, los Hereford estaban de oferta: por 200 dólares cargaban una camioneta con equipos, armaban, tocaban y se quedaban esperando que el último borracho se fuera del bar. "No sé si pasa eso ahora".

 

Anecdotario II: Cómplices involuntarios de narcotráfico

"Enero del 96, el primer verano que salimos de gira", recuerda Guzmán. "Teníamos un toque en José Ignacio, en un parador que quedaba subiendo una estructura de troncos. Llegamos cargando consola, parlantes, instrumentos, todo. Cuando llegamos arriba, muertos, tuvimos que poner unas lonas, porque soplaba un viento tremendo. Yo tuve que ir del lado de afuera, agarrado de una especie de persiana, colgando, tratando de poner esas lonas, para poder tocar en ese bolichito. El dueño decía ‘hoy explota, hoy explota'. Nosotros veíamos que, empezábamos a tocar, venía gente, aplaudía un rato y se iba".

El ambiente era muy raro. Todo se daba para que el público se quedara, pero no pasaba nada. Y la música tampoco estaba mal. Frankie dice que "venían en grupitos de cinco, seis, personas. Una se ponía a conversar con el dueño del boliche, y los demás miraban, aplaudían, y se iban a los 5 minutos. Era así la mano: el tipo los veía venir, nos decía ‘toquen, toquen' y ninguno se quedaba, nunca. Después, con el tiempo, nos enteramos que estaban vendiendo merca, y nosotros éramos la pantalla."

Universo III: Es sólo rock and roll

A la hora de etiquetar a Hereford, uno puede pasar algún apuro si intenta ser demasiado meticuloso. Con elementos del hard rock, sensibilidad pop y facilidad para la balada acústica, son, en síntesis, una banda de rock, y no más que eso. Ser simple puede volverse complicado, y, durante un tiempo, Hereford batalló por un público amplio, heterogéneo y desprejuiciado.

Frankie cree que "antes había mucha competencia entra las bandas, porque tal vez no eran tantas, y peleaban por los mismos espacios. Ahora, desde el 2000 para acá somos todos amigos entre los grupos. Empezamos a convivir, tocamos juntos. Y la gente ve eso, que ‘jugamos con todo el mundo'. Los guachos ven eso y les parece que está bien".

Guzmán apunta que "eso rompe un montón de prejuicios. Y obviamente, es un poco ‘corto', siendo músico, pensar en una cosa ‘pura'. Un invitado que viene a tocar en vivo, o a grabar un disco, seguro le va a aportar ‘algo' que nosotros no tenemos. Eso no solo rompe el prejuicio, sino que eleva la calidad de la propuesta, coloca al tema en otro lugar. Hoy ya no se mira tanto el género, sino a las personas".

Anecdotario III: Por arte de magia

Corría el año 2003, y Hereford se embarcó en su primera gira solidaria. Frankie recuerda: "Estábamos tocando en Minas, y al segundo tema se apagan todos los equipos, menos los del escenario. El sonidista nos hace señas de que se quedó la consola. El tipo no sabía qué pasaba, no respondía. Y Chirola, que en ese momento estaba copado con un juego de trucos de magia que se había comprado, se acordó que tenía un ‘dedo falso' en el bolsillo, y nos dice ‘muchachos, magia'. Le tocamos una musiquita de fondo, y el loco hizo subir a un tipo del público, y le hizo desaparecer un pucho. Hubo ovación. Después metió un par de trucos más, hasta que se prendió la consola y pudimos volver a tocar. La gente, hasta el día de hoy, cree que eso fue a propósito, que teníamos un show de magia en el medio del recital".

 

Universo Hereford IV: Música, por sobre todo

"Cada vez que un tema se materializa, cuando espontáneamente das con el lenguaje de una canción que es capaz de llegarle a más gente, te das cuenta de que estás en el camino correcto". Guzmán defiende esa ‘inocencia' de formar parte de un grupo, de mantenerse en el tiempo, perdurar, por el placer casi atávico de la misma.
"Cuando tocás mucho tiempo en una banda va cambiando la vida, lo que vos esperás. Pero estás ahí porque te gusta la música, eso fue lo primero. Si algún día me cuestioné el tránsito por la música, volvía a esa óptica de cuando era un pibe y agarré la guitarra por primera vez, el goce de compartir eso. Y después buscarle la vuelta para que funcione. Yo me puse a dar clases de guitarra, solucionar la parte económica por un lado para poder estar con mis compañeros y tener la banda".

"Con Hereford", dice, "siempre creímos en el desarrollo estético que habíamos logrado. Descubrimos otra forma de hacer las cosas, de ‘decir' la música. Y nos pone muy contentos".

Anecdotario IV: Playback interruptus

A veces, sonar en vivo es más fácil que no hacerlo. "Un día tocamos en la fiesta de Musicalísimo, de Abel Duarte. Nos invitaron, y fuimos", cuenta Frankie. "Eran dos temas, y playback. Íbamos a hacer ‘El verdugo de tus sueños', que estaba enganchado en el disco con ‘Ella sabe a miel'. Llevamos a un amigo, el Coco, que tiene menos oído que un primus, y le pedimos que, cuando terminara la canción, bajara el volumen. Y de repente estábamos copados, meta tocar y agitar..."

"... y lo cortó antes. Un papelón", remata Guzmán.


Universo Hereford V: Hombres sensibles

Hereford tuvo la habilidad, desde el vamos, de granjearse un selecto grupo de detractores que, desde la prensa, o los ignoraron, o los escogieron como cartón ligador de una avalancha de críticas. "Al pedo, porque sí", dice Frankie. "No les gustaba la banda, y nos pegaron por otras cosas. Nos dieron palo ‘gratis, gratis, gratis', porque sí, a nosotros, a Sordromo y a Trotsky. Porque sí, porque se les ocurrió que no les gustábamos, y empezaron a inventar cosas. Y no podés. Gente que estaba detrás de un medio, y uno de los pocos que había a finales de los 90. No se puede ser tan irresponsable".


"No fueron muchos", aclara. "Son, siguen siendo, ‘los iluminados del rock nacional', los que decían, de bandas que movían a dos personas, que eran la más grande y la mejor del mundo, y minimizaban a los Buitres, que por ahí llenaban el Teatro de Verano. O Níquel, que, en su momento, te gustara o no, hacían de todo, llenaban, tocaban, y seguían dando vida a todo lo demás. Pero somos así: cuando a alguien le va bien, hay que pegarle. Igual, después de 17 años, algunos de esos periodistas vinieron a hacernos notas y a ‘chuparnos las medias'".

No se puede "emitir juicios que no van de la mano con la naturaleza de la banda", agrega Guzmán. "Decían que teníamos campos, vacas, yo qué sé. ¿Y qué pasa si los tuviéramos? ¿El tipo que tiene un campo no puede tocar la guitarra? ¿Qué necesidad? Que nos maten por lo que hacemos, no por lo que somos o por lo que parecemos ser. Eso nos afectó, y nos afecta. Pero tratamos de creer en lo nuestro. Esa es la actitud que tuvimos, y esa crítica no tuvo eco en nosotros. No nos disolvió, ni pegó demasiado en el público. Tan fuerte no debería ser".

 

Anecdotario V: La noche que Chirola fue Pity

Este cronista ya conoce la historia, pero ellos dudan en contarla. Se convencen con la idea de que, de ser un delito, ya habría prescrito.


Era, meses más, meses menos, 1999. Viejas Locas, la banda argentina liderada por Pity Álvarez, venía a Montevideo a compartir fecha con Hereford. "Fuimos Guzmán, Chirola y yo al programa del Varo (Coll, ‘De acá', por X FM), dice Frankie. "La noche anterior, Varo había hablado con Pity, y quedaron de volver a conversar al otro día, con nosotros en el estudio. Íbamos a tocar juntos en un boliche que se llamaba Tao. Llegamos al programa, empiezan a llamar al Pity, y no atendía, no atendía, no atendía. ‘¿Qué hacemos?', dijimos. ‘¿Hay dos teléfonos acá? Yo hago de Pity', largó Chirola. Me voy al baño y de repente escucho ‘¿Cómo andan chicos? ¿Todo bien?' Y el Varo dándole todo el color: ‘eh, Pity, ¿cómo va eso?' Y Pity siempre lo jodía a Guzmán porque decía que tenía de nombre un apellido. Chirola se acordó y dijo ‘siempre pienso en Guzmán, porque él se llama Guzmán, y acá eso es un apellido'. Y así toda la charla. Pero no termina ahí: al otro día, que tocábamos con ellos, los llevamos a cenar. Cuando estábamos entrando al restaurante aparecen dos fanáticos de Viejas Locas a los gritos: ‘vo, Pity, te escuchamos anoche en la radio'. Y Pity porfiando: ‘no, fue antenoche. Al final lo pude meter para adentro y zafar. Era Secreto de Estado para nosotros. Nadie se dio cuenta, por suerte, ni nuestros amigos, ni nadie".


Universo Hereford VI: Continuará

En el tintero quedaron la gran trifulca de Treinta y Tres, la pelea de Frankie con el plomo de Molotov, la noche en que derrumbaron un teatro, la incontinencia verbal de Chirola y su facilidad para confundir los nombres de marcas patrocinadoras. Algunas historias son impublicables, al menos para la salud legal de este medio, y hay otras que prefieren mantener en reserva, al menos hasta dentro de 15 años. "Cuando cumplamos 30 años de carrera", promete Frankie, y, tratándose de Hereford, habrá que ir agendando.

Todas las fotos son de Ana Ramírez l Montevideo Portal

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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