Haga esta prueba. Elija al azar cuatro, cinco personas que tengan entre 60 y 70 años. Pregúntele por la música que sonaba en la década del 60, y obvie respuestas como Los Iracundos, Palito Ortega, Los Wawanco y la porteñada. Seguramente se encuentre con varios Beatles y algún Shakers. Yo hice esta prueba, y, salvo excepciones, funciona. Pregunte por Los Mockers.
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Nada. Es que Los Mockers, nacidos en Montevideo cuando la década nacía, fueron demasiado contemporáneos, lo que, en términos uruguayos, se traduce por un "adelantados a su tiempo". Sin embargo, sus escasos trabajos discográficos sobrevivieron su efímera existencia, y la leyenda de ‘los Rolling Stones uruguayos' cruzó las fronteras y los océanos. A comienzos de los 90, el sello Perro Andaluz recogió sus canciones en un solo álbum, que se volvió de culto. El rock de garaje del mundo entero encontró en Los Mockers una de las bandas más poderosas y creativas, venida desde las antípodas de donde pasa todo, y poco después, el tándem Rebella-Stoll usó una de sus canciones para 25 Watts, su ópera prima. Cuatro décadas después del big bang, todos los integrantes vivos del grupo se reunieron para tocar en la ciudad que los vio nacer y grabar un disco en Europa, donde vive la mayoría de los integrantes. El resultado de ese encuentro ve la luz seis años después del registro.
"Parimos", dice Jorge Fernández, guitarrista y cantante Mocker en su breve y reciente pasaje por Montevideo. Junto a Esteban Hirschfeld, tecladista, estuvieron unos pocos días en la capital uruguaya presentando en sociedad este ‘Do it again!', que acaba de editar el sello Bizarro. "Es un proyecto que venimos acariciando desde hace tiempo para celebrar el 40 aniversario de nuestro primer disco. Hicimos una reunión, algo complicado porque el cantante vive en Suiza, el bajista en la isla de Lanzarote, Jorge en Argentina, y nos reunimos en Valencia, donde tengo un estudio. Llegamos a grabar cinco canciones y no nos dio el tiempo para más", apunta Hirschfield. "Para completar el disco pensamos en la idea de agrupar versiones de nuestras canciones, algunas que ya existían, expandimos la onda y nos llegaron tantas colaboraciones que no caben en el CD físico, y las pusimos en la web".
El resultado es una suerte de disco doble, que guarda su unidad, y que es, también, dos caras de la misma moneda. Como un viejo LP, cada cara cuenta una historia distinta. Por un lado, las nuevas canciones Mockers, que mantienen la frescura y cierto aire de salvajismo de décadas atrás, y, por el otro, un variopinto homenaje en el que confluye el sonido clásico de Ciro Fogliatta, las guitarras asesinas de Chicos Eléctricos y el rock con grifa de mainstream de los españoles Pereza. Y que suena como una avalancha en los parlantes.
Lograrlo fue un largo proceso, que incluyó sesiones en el estudio de Doctor Explosion, en Gijón, donde se hizo la masterización. "Allí hay una equipación analógica de nivel mundial, como en Abbey Road", dicen, casi a coro, Hirschfield, camiseta de los Stones, jopo rocker y RayBan sempiternos, y Fernández, campera de cuero y entusiasmo de 20 años. "Es una revancha después de tantos años sin estar, una devolución a toda esta gente que nos ha seguido durante tanto tiempo", dice Fernández, y su compañero cree que, a la vez, es también "una curiosidad muy halagüeña" que persista el interés por el grupo.
Montevideo underground
En la década del 60, el rock vernáculo buscaba hacerse un lugar en el gusto de los jóvenes, e incluso varios artistas cruzaron el charco, para probar suerte en un mercado más grande y conseguir horas y calidad de grabación. Los Shakers hicieron ese camino, y al poco tiempo lo emprendieron Los Mockers. Pero ninguno tuvo la suerte que merecía, más allá de éxitos puntuales. Después de dos trabajos discográficos que hoy son parte de la leyenda, decidieron poner punto final al proyecto y dedicarse a otra cosa. Hirschfield recuerda que, en ese momento, "nos separamos no porque nos peleáramos, sino porque no funcionaba la cosa para nosotros. Éramos muy raros, muy under".
"No encajábamos en la sociedad", opina Fernández. "Fijate que teníamos más posibilidades acá en Uruguay, donde se generó la banda, que en Argentina. Ahí nos veían como bichos raros. No entendían la música que hacíamos. Los Beatles, en esa época, marcaron el sonido mundial, y nosotros, que no hacíamos esa onda, que cantábamos temas propios, íbamos para otro lado del gusto masivo". Hirschfield recuerda que "no teníamos ni ideología ni planteo teórico. Hacíamos lo que nos gustaba. Cuando empezamos, que nos llamábamos Los Encadenados, no se conocían los grupos ingleses, y hacíamos un poco de todo. Cuando salieron los Beatles tampoco nos llamaron mucho la atención. Sin embargo, al año siguiente, cuando se conocieron acá en Uruguay los Rolling Stones, coincidimos todos en que eso era lo que nos gustaba, y a partir de ahí comenzamos a hacer covers de los Stones, y después ya a componer, y nos salía en ese estilo. No era una decisión premeditada la de hacer una ‘onda Stone'. Se dio sin pretenderlo. No queríamos ser revolucionarios, fundadores ni abanderados de nada. Simplemente queríamos hacer lo que nos gustaba, y hacerlo bien".
Pero la historia del rock uruguayo sabe de censuras y cercenamientos, y Los Mockers no escaparon a esa regla de hierro. Un daño colateral de la dictadura, o algo así. "Yo no estaba en nada politizado en esa época, pero me harté de que me llevaran en cana por el pelo largo, y me fui a Alemania. El cantante estuvo embarcado muchos años, el bajista se fue a Alemania y después a Suiza, todos tuvimos que irnos", dice Hirschfeld. "Fui a Alemania a hacer ingeniería de sonido, me quise reformar" (se ríe) "pero acabé la carrera y me fui a España, donde empecé otra vez con la música. Vi que se estaba haciendo la música que habíamos hecho siempre, y así hasta ahora". En España, el ex Mocker se integró a Los Rápidos, fue parte de los legendarios Gabinete Caligari y, al día de hoy, acompaña a Jaime Urrutia en su experimento solista.
Only rock and roll
Este regreso Mocker, es, también, una forma de repensar la importancia del rock en la cultura popular uruguaya, ver desde dónde viene, hacia dónde va, y dónde está parado. Dos veces y más pasaron los veinte años que Gardel decía eran nada, y el mundo es otro que poco se parece a aquel en blanco y negro de minifaldas, flequillos y sencillos de 45 RPM. Para Fernández, desde los 60, "pasaron varias generaciones musicales desde aquella época, y no sé si esta es la mejor, pero no deja de ser interesante". Pero este presente continuo de hoy no es la realidad de ese entonces, cuando conseguir un disco era una misión imposible, fruto del azar o la insistencia. "Había una azafata que traía un disco cada tanto", recuerda, y Hirschfeld pone cara de hacer memoria y apunta que "Inés, una chica que era novia del cantante, era hija de un diplomático de Estados Unidos, y de repente conocimos toda la discografía de los Rolling Stones en un verano en Punta del Este, y nos cambió el panorama".
Para Los Mockers circa 1966, aquello "era una cultura. Transgredir con la actitud vocal de un cantante que gritara", dice Fernández. No nos fijábamos si había que cortarse el pelo, pintarse. Hoy en día es distinto. Muchos grupos tienen la postura de arreglarse, producirse, de tirar fuegos artificiales en sus espectáculos...lo nuestro era crudo", agrega.
Hirschfeld, en tanto, concede que "hay que reconocer el mérito de los grupos británicos de los 60 que consiguieron traducir como banda la música de los cantantes solistas y de los negros del soul a un lenguaje que lo podía hacer, después, cualquier pibe de barrio, mejor o peor". "Y te nombro algunos", se suma Fernández: "The Doors, Dave Clark Five, The Animals, que era otra banda que nos entraba mucho, su capacidad de generar climas: ‘La casa del sol naciente' (The house of the Rising Sun), ‘I'm crying', eso es actual...".
Lo que sucede, explica Hirschfeld, es que "el rock, de ser una cosa estrafalaria y transgresora en un principio, hoy en día es un género establecido como el jazz". De ahí que los ídolos de la juventud los doblen en edad, y que haya un estancamiento en cuanto a la creación, tanto en lo lírico como en lo musical. El rock, hoy, "se repite mucho", dice Fernández. "Hay un montón de bandas que hacen exactamente lo mismo. Se truncó la posibilidad de hacer algo. "ser auténticos. Esa es la clave, y hay muchos que están esperando a ver qué le funciona al otro para salir atrás".
Hirschfeld coincide en que "hay ideas agotadas", pero le da igual. "No es lo que haces, sino cómo lo haces. Las ideas más simples, si las aprovechas con estilo, con arte y con un toque personal, no importa que el género sea de los años 50 o los años 20, o del siglo XIX. No tengo la ambición de innovar nada, no me siento llamado a ser moderno. Mi intención es depurar el estilo y conseguir la esencia, lo básico, y librarlo de lo accesorio. Eso es canciones de tres acordes, con guitarra, bajo, teclado y batería y estrofa-estribillo. Es un formato que no muere".
Only rock and roll, decía Jagger. Y nos gusta.
Escuchá "Need some time", una de sus canciones nuevas
Escuchá "Tell me something new" un clásico Mocker en la versión de Chicos Eléctricos (1994)
Mirá el video de "Make up your mine" grabado en vivo en la Sala Zitarrosa, en 2008