-¿Te acordás de un disco de Spinetta que se llamaba ‘Artaud'?

-Sí, claro.

-¿Viste que la tapa rompía los cocos para ponerlo en las bateas? Con esto pasa lo mismo porque no sabés si ponerlo en cómic, en ficción o en fútbol.

-¿Vos dónde lo pondrías?

-No sé sinceramente, porque incluye las tres.

Aunque se llama Gustavo Perini ni siquiera para escribir usa su nombre, y lo guarda siempre para su vida privada. En el arte y en los medios es El Gran Gustaf, el que firma "Hoy te venimos a ver", un libro-objeto, un álbum de figuritas para adultos, una reflexión social escondida tras mini biografías y caricaturas.

"Me propusieron hacer un libro que tuviera que ver con el fútbol, pero la mayoría de los géneros están transitados: la ficción, los libros de fotografía, los de entrevistas. Y se me ocurrió que cuando decís ‘fútbol' decís ‘álbum de figuritas', y me gustó hacer un mix entre una ficción y un álbum. Y el resultado es este: todos los personajes que aparecen son ficción, pero hago una pequeña recomendación, que no es un detalle menor -diría Julio Ríos: que lo empieces a leer de principio a fin. Porque te vas a encontrar con que hay dos historias que surcan el libro, por más que no se entrecrucen", avisa.

En diálogo con Montevideo Portal afirma que pensó la obra así y que hizo un trabajo "de encastre y relojería", intercalado con el ida y vuelta con el dibujante Federico Murro, quien estuvo a cargo de darle vida a sus personajes en las figuritas. "Fue muy enriquecedor a nivel artístico interactuar con él", asegura, y resalta su "genialidad y talento".

"Igual yo tomo el fútbol como un pretexto; me parece que hay una reflexión social que es la que realmente quiero hacer, y que el tema central es la justicia", admite El Gran Gustaf, el que firma el producto final. "Lo que siento es que esa sensación de que en el fútbol a veces está todo digitado, en la vida (por más que el fútbol sea una metáfora de la vida) a veces se escapa, porque hay muchos actores y alguna vez -y esa vez es lo más grande que te puede pasar- el pobre, el que viene de la miseria, le puede amargar una tarde o una noche a un rico. Y ese hecho, por más que sea aislado, es un acto de justicia que equipara todo lo que pasó antiguamente", reconoce casi filosóficamente.

Antes de prender el grabador, Gustavo decía que para él la Champions League es "una mariconada", que sólo ve "al Fénix". Luego Gustaf contará sobre su flamante libro: "todos son personajes que no jugaron en cuadros grandes, ninguno fue a Europa. Son todos unos perdedores y la historia la escriben los ganadores. Entonces me gustó tener el punto de vista del perdedor. Además repito, y esto lo leí en internet pero no sé dónde: el fútbol es el único lugar en que un tipo al que echaron del laburo, la mujer lo dejó, debe 20 meses de alquiler, le grita 'fracasado' a uno que gana 50 millones de dólares por año, tiene una mina que está divina y anda en una Ferrari. Por eso me parece fascinante".

Como curtidor de cancha chica, a más de uno de esos personajes los ha visto, en mayor o menor medida. "Los cuadros chicos son como esas pequeñas familias que hay un tipo que conocés por 20 años y no sabés cómo se llama, pero el día que no va todos dicen: ‘algo le pasó a Fulano'. Nasser dice una cosa que está buenísima: que las canchas chicas de Uruguay son el único lugar del mundo donde escuchás cuando el loco le pega a la pelota, porque estás tan cerca... y hay un montón de personajes que están ahí y que inconscientemente se han colado por la puerta trasera de la cabeza", reconoce.

Entre los tantos que aparecen en las hojas de ese álbum que tiene un olor fascinante hay algunos que se le vienen más rápido a la mente: un técnico que golpea a su mujer sistemáticamente cuando pierde, un barrabrava que mató a toda su familia, algunos relacionados con el realismo mágico. La violencia que ya se percibe en los mencionados e historias de sexo, política y corrupción hacen calificar este libro "para adultos".

Él, como tantos otros mayores de edad, llena álbumes de figuritas de fútbol hasta el día de hoy. "Es un viaje a la infancia; siempre digo que la patria verdadera de un hombre es la infancia. Y hay como un permiso de coleccionarlos o de ir al puesto y buscar la que te falta que está bueno vivirlo". En el caso de "Hoy te venimos a ver" el ejercicio de ir al kiosco se obvia porque los autoadhesivos vienen todos juntos al final del libro.

A Gustaf le gustaría escribir sobre cine y política, y también abordar la franja etaria entre los 13 y los 16 años, para la que siente que hay poca oferta cultural. "Pero a mí me da pudor llamarme escritor. Soy un actor que escribe".

-El libro arranca con una frase de Francisco Maturana, el director técnico colombiano, que leí hace muchos años en una revista chilena. Él decía que el fútbol no existe, es una metáfora de la vida, y explicaba que los equipos colombianos que más faltas cometían eran los que venían de lugares más violentos. Entonces decía: ‘¿se dan cuenta? El fútbol no existe; es una traslación al campo de juego de la sociedad'.

-Por eso se ha hablado tanto de la vida de Suárez, quizás.

-Pasa que dramatúrgicamente es buenísima, a nivel de guion. Si vos querés escribir una mainstream norteamericana de un loco que ante un gran evento se lesiona, y ya había tenido sucesos de morder a alguien, y vuelve, y justo juega contra el equipo del país por el que fue abucheado, y a la vez el kinesiólogo que lo trataba se estaba tratando de una enfermedad, es perfecta. Habría que hacer un partido de fútbol entre Montescos y Capuletos, ¿no? Shakespeare es el hijo de puta más grande porque no había cursos de guion y vos lees los puntos de giro y son perfectos. Y es un loco que escribía todos los días. Y el fútbol tiene eso, un gol sobre la hora, la épica, jugar con 10.

Decir adiós es crecer

Además de "Hoy te venimos a ver", la conversación con Gustaf tiene otro motivo atrás: la despedida. Hace cinco años que cierra el año en un lugar no convencional (pasó por el Teatro de Verano, Defensor Sporting, el Hipódromo, Polo Prado) y en 2014 se decidió por el Parque Rodó, entre Rodelú y la Rueda Gigante. "Siempre me quedó en la mente de la generación beat un libro que no sé si es de Lawrence Ferlinghetti o de Gregory Corso, que el título es ‘Tengo un parque de diversiones en la mente' y dije: ‘cuando sea grande voy a actuar en el medio de un parque de diversiones'. Entonces me estoy dando los gustos, pero cuando lo anuncio todos me dicen: ‘me estás jodiendo, ¿no?'", cuenta.

La cita es el lunes 15 de diciembre y aunque las entradas de platea, que se canjeaban sin costo, ya están agotadas, se puede arrimar cualquiera "con la silla playera, o cualquier silla -un puf, un Louis XV, de parado- y ver la última función de 'Todo es posible'".

Gustaf decide presentarse en estas condiciones porque le gusta actuar "para todos". Desde chico veía el ambiente "pseudo intelectual" artístico que cuanto más elevado era, más distanciado del público estaba. "Me parecía erróneo eso de ‘somos iluminados y hacemos teatro, y van cinco o seis porque solamente ellos entienden lo que hacemos', cuando hay tres pasos básicos en el arte: entretener, conmover y hacer pensar o reflexionar. Y me fui de la sala para ir a buscar a la gente, por eso en todos los boliches donde había un metro cuadrado actuaba. Ahora lo estoy haciendo pero a mayor escala. Y está buenísimo porque el público es súper heterogéneo, porque yo hago funciones en el Carrasco Lawn y se agotan y después actúo en el Movimiento Tacurú. De chico siempre quise actuar para todos: que vengan frenteamplistas, blancos, colorados, los del PERI... que vayan de todos los cuadros, se sienten uno al lado del otro y el humor los una".

"Todo es posible" ha tenido mucha aceptación y él cree que se debe a que gran parte del monólogo no tiene humor. "La gente realmente lloraba y eso me interesa, que venga la ola de risa pero que también baje y puedas conmoverte pero desde otro lado".

Ahora, dejando atrás este show, ya prepara para 2015 "Moltobene", el siguiente. "Es parte de una trilogía, que capaz lo cambio. El espectáculo se llama ‘Moltobene' y trata sobre la amistad, y lo estoy escribiendo. Pero también me dejo invadir y si algo artísticamente me lleva para otro lado y me seduce lo haría".

En lo que tiene que ver con variedad, 2015 también lo verá en "El hipnotizador", una miniserie de HBO protagonizada por Leonardo Sbaraglia a la que llegó haciendo casting y en la que interpretará al personaje clave de un capítulo. "Por más que no puedo contar la trama es como un realismo mágico no ubicado en un lugar que puedas identificar, en otra época. El personaje no es de humor pero tiene más comedia que otros", adelanta.

Save us now

-Mi nombre es Gustavo Perini y mis amigos y mi familia me dicen Gustavo.

-¿Sos muy Gustaf?

-No. Pasa que hay una expectativa con el actor cómico, que quieren que se traslade la misma energía a la vida cotidiana, y si fuese así sería insoportable. También hay un mito de payaso triste y ese tipo de cosas; pasa que los actores manejamos sensibilidad, entonces estás más curtido sensiblemente. Además estás tanto tiempo en contacto con la risa en tu labor artística que querés vivir la tranquilidad y estar en contacto con otras emociones. Siempre digo: no pasa lo mismo con otras profesiones o actores de otros géneros. A Anthony Hopkins nadie se lo cruza y le dice ‘vení, mordeme acá'".

-Claro, ‘vení y contate un chiste'.

-Pero además el contador de chistes tiene una técnica especial; yo soy espantoso contando chistes. Y no cuento.

Gustaf cree que el humor va a tener el prejuicio "hasta el fin de los tiempos". "Hubo un tiempo que yo ponderaba más que el actor generara el silencio -generar el silencio en la sala teatral es hermoso- pero hacer reír es más difícil, porque es subjetivo. No todos nos reímos de lo mismo; por eso está el humor negro. Pero siempre va a ser denostado el humor porque es lo más difícil de hacer. Viene de cientos de años, el ambiente te decía que está bien un actor que haga una tragedia y aunque no te conmueva y la haga horrible, es un actor serio. Sin embargo vas a ver a alguien que te hace reír dos horas, te preguntan ‘¿cómo estuvo?' y decís: ‘me reí dos horas'", resume.

Más allá de eso, Gustaf está convencido de que el humor va a salvar al mundo: lo cree al punto de pensar que eso es evangelizador. "La otra vez leí que habían encontrado al hombre más feliz del mundo. El loco no tenía wifi, nada, y le preguntaron por qué estaba feliz y dijo una cosa muy interesante: ‘porque elijo mis pensamientos'. Y me hizo pensar. Y hago un ejercicio muy burdo, porque yo no soy nada místico ni religioso: cuando tengo un pensamiento negativo que me termina afectando físicamente -ineludiblemente, porque el cerebro se conecta con todo- lo cambio burdamente y conscientemente. Ahora empecé a hacer más seguido ese ejercicio, y lo recomiendo", revela.

"En este espectáculo, ‘Todo es posible', hablo de gente que está condenada a la derrota. Y hay una frase de Beckett, que para mí junto a Shakespeare fue lo mejor que hubo en dramaturgia, con Ibsen, que decía: ‘no puedo seguir: debo seguir, voy a seguir'. Ya está, hay que seguir. Seguir, seguir. ¿Qué vas a hacer? Seguir, a full".

Montevideo Portal | Belén Fourment
belen.fourment@montevideo.com.uy