Si bien no puede afirmarse que Julio Herrera y Reissig (1875 - 1910) sea un poeta ignoto o secreto en nuestro país, cierto es que dista mucho de ser un artista popular. En el año del centenario de su muerte, tampoco se produjo la avalancha de homenajes y reconocimientos que otros artistas han suscitado, (tal el caso de Onetti el pasado año).

Sin embargo, una nueva lectura y una auténtica justipreciación de la obra del gran poeta del siglo XX uruguayo es una asignatura pendiente y necesaria. Así lo entiende Eduardo Espina - poeta, ensayista y docente uruguayo radicado en EEUU- quien acaba de publicar "Julio Herrera y Reissig: prohibida la entrada a los uruguayos", obra que intenta desmarcar a Herrera de lo anecdótico y acercarse al poeta desde una mirada "más moderna y no tan modernista".

Una mera coincidencia

El libro de Espina no nace como un experimento oportunista para aprovechar el centenario del poeta. Por el contrario, su origen data hace más de 20 años. Hacia 1988, Espina presentó el proyecto a una editorial uruguaya, donde se le dijo "Herrera y Reissig no le interesa a nadie ¿por qué no escribe un libro sobre Delmira Agustini o Juana de Ibarbourou?".

A partir de esa negativa, la obra cambió su formato, transformándose en "una serie de artículos críticos que publiqué espaciadamente, a lo largo de las décadas de 1980 y 1990 en México y EEUU". Finalmente, en el año 2007 "un editor mexicano dio con un artículo mío acerca del exotismo lingüístico en Herrera, y me sugirió hacer un libro sobre él".

En ese momento, y a 20 años de su fallido intento editorial en nuestro país, Espina presentó un nuevo libro acerca de Herrera y Reissig a la consideración de un editor uruguayo, diferente al de la primera vez. "Vine a Montevideo y hablé con la gente de Planeta, sello con el que ya había publicado un par de libros - La condición Milli Vanilli e Historia Universal del Uruguay- y se mostraron interesados, cosa que me sorprendió bastante, ya que significa un positivo cambio respecto a lo que había ocurrido 20 años atrás", explica el docente.

La sorpresa de Espina fue grande, ya que su libro no es una biografía -género que suele concitar interés en los lectores- sino "una obra de análisis del lenguaje y la poesía de Herrera". Afortunadamente "Planeta decidió publicarlo, pero yo me retrasé por motivos ajenos a la obra, y en esa situación llegamos a finales de 2009, ya sobre la efeméride del poeta, por una mera coincidencia de tiempos", afirma.

Pese al positivo cambio en el mercado editorial, que hoy le permite publicar su obra, Espina no tiene la certeza de que el mismo responda a una revalorización de la figura de Herrera y Reissig. "Algo cambió, aunque no lo puedo especificar bien qué fue. Veremos si este cambió de valoración respecto a Herrera es permanente, o bien es simple consecuencia de la efeméride centenaria. Porque recordemos que el año pasado estaba toda la atención concitada sobre Juan Carlos Onetti y Juana de Ibarbourou Este parece ser el año de Herrera", entiende el autor.

De personas y personajes

En su obra, Espina insiste en la necesidad de tasar a Herrera por su literatura, desmarcándose del personaje que la prensa y la Academia urdieran a su alrededor. "Creo que la obra de Herrera y Reissig genera ciertas resistencia de lectura debido a la densidad de su lenguaje y a los desafíos que planeta al lector. Es lo mismo que se puede experimentar frente una pintura de Picasso, o al escuchar una pieza musical de Schonberg", explica Espina, recordando al punto que "la modernidad es eso, un desafío, un riesgo que corre el artista de quedar aislado. En el caso de Herrera, siempre se la ha dado prioridad al personaje, a la máscara de raro, de alguien que posa para una revista inyectándose morfina". Para Espina, "el oropel, lo exterior, es lo que atrajo a mucha gente en Herrera. Pero no sé cuánta gente en verdad leyó sus versos y fue capaz de notar que estaba frente a una extraordinaria ruptura en la poesía de lengua hispana", se pregunta.


A la hora de separar el grano de la paja, y considerar a Herrera y Reissig por los méritos de su obra, el autor considera de enorme relevancia " el redescubrimiento de la poesía de Herrera y Reissig por parte de los jóvenes, y no la de aquellos que siempre lo tuvieron un poco postergado, sin darle la importancia que realmente tiene en el contexto latinoamericano".

Sin embargo, Herrera no sería del todo inocente de esa máscara de bohemia, provocación y dandismo que hasta hoy está asociada a su biografía. Según el crítico, estas actitudes de Herrera habrían sido "una forma de subsistencia ante el anonimato, la ignorancia y la marginación" que el poeta podía padecer, aunque aclara que dicha marginación "no fue total, porque hay que tener en cuenta que Herrera aparecía de vez en cuando en la prensa y era una persona respetada. No era un marginal, o un anacoreta que haya vivido toda su vida aislado y de espaldas a la gente. Por más que el libro se llama "prohibida la entrada a los uruguayos", como frase emblemática suya, lo cierto es que Reissig recibía a menudo a una cantidad de poetas muy de segundo o tercer orden". Esa relativa sociabilidad de Herrera marca una diferencia con artistas misántropos "como el italiano D' Anunzzio- una persona que quisiera marcharse a una montaña y no ver a nadie".

Interrogado acerca de si la figura de Herrera y Reissig encaja en el estereotipo del "precursor incomprendido", Espina reconoce al poeta como un vanguardista. "Puede decirse que desde el extranjero, Herrera es visto como un faro, como alguien que se adelantó a su época. Herrera no puede competir en cuanto a rareza con otros poetas modernos, como Baudelaire, Rimbaud,. Byron, Shelley, cuyas vidas son realmente dignas de Hollywood. En cambio, la vida de Herrera no creo que le interese mucho a un director de cine, porque fue bastante rutinaria".

"Toda la modernidad ha sido desubicarse, sentir que en la tierra natal no se existe, que hay que hacerlo fuera", recuerda Espina a la hora de aquilatar el inconformismo de Herrera. Subraya que el mismo afirmaba "Escribir para París", por más que "no salió nunca de Montevideo más que para una breve estadía en Buenos Aires. Los artistas contemporáneos a partir de 1910 son verdaderos nómadas, una diáspora permanente, marcada por un rechazo de su identidad original".

El autor señala que el poeta manifestó en más de una ocasión su voluntad de radicarse en España, donde podría haberse transformado en un artista español. Espina aventura una comparación con el caso del escritor estadounidense T.S Elliot, quien decidiera radicarse en Inglaterra u transformarse en un caballero británico. "En una ocasión, un viajero norteamericano lo reconoció, y le llamó la atención el hecho de que hablara y se condujera como un inglés. Elliot le respondió que, si bien había nacido en EEUU, en realidad era un ciudadano británico, a juzgar por su uso del idioma y los cócteles que bebía. "No es difícil imaginar a Herrera adoptando una actitud parecida", aventura el escritor.


Cómo saber como


Adentrándose en las características fundamentales de la obra del poeta, Espina entiende que "lo que tenemos que ver en Herrera es cómo lo hizo", interrogante nada sencilla, dado que " Muere joven, pero no como otros artistas que pese a esa juventud ya tenían su obra bien definida".

"Por ejemplo, el último poema que estaba escribiendo, 'Berceuse blanca', a mí no me parece tan gran poema, sin embargo los anteriores, como La Torre de las Esfinges - que es deslumbrante- hacen que uno se pregunte hacia dónde iba herrera: esa es la gran pregunta", ya que "por un lado estaba escribiendo una poesía con un lastre modernista muy fuerte, pero por otro lado, se adentraba en la vanguardia absoluta".

"En Herrera y Reissig el misterio no es sólo lo que podría haber hecho de no morir tan joven, sino hacia dónde iba estéticamente", sostiene Espina. Es como si Picasso se hubiera muerto joven, no tras esa vida larga llena de amantes que tuvo (ríe). Uno imagina a Picasso pintando cuadros modernistas y cubistas y se pregunta cuál es el verdadero". Similar sería el caso del poeta uruguayo. "Cuál es en última instancia el verdadero herrera: ese sería el misterio. ¿El de estos poemas o sonetos donde se nota que todavía no se había podido despegar completamente del modernismo, o el de otros poemas como la Torre de las Esfinges, Desolación Absurda o La Vida, donde puede decirse que se adelantó al Trilce de César Vallejo, o a Residencia en la tierra de Neruda. O aun más lejos, la Masmédula de Oliverio Girondo. Herrera lo dinamitó todo", concluye.

En nuestro país y especialmente en algunos ámbitos -el deporte, el espectáculo y en ocasiones la cultura- se cumple con rigor el proverbio según el cual "nadie es profeta en su tierra", y es el éxito en el extranjero el que acarrea el reconocimiento en el terruño natal.

Interrogado acerca de sí ello podría ocurrir con Herrera y Reissig, Espina expresa su deseo de que "ojalá que suceda", y para que así sea "una de las forma es que lo descubran los jóvenes. Sería ideal que los programas de estudio lo incluyeran, porque hoy sólo se estudia en las aulas uruguaya cuando algún docente lo incluye por su propia voluntad e interés". Para el autor, la poesía de Herrera y Reissig "no figura en los programas como debería: como el poeta de avanzada por excelencia en Latinoamérica". De otorgarle ese merecido sitial "la imagen de Herrera experimentaría una muy positiva reconsideración".

A esa relectura apunta el trabajo de Espina. Su libro no es una biografía sino un tratado sobre la obra del poeta, "y pretende ayudar a una lectura de Herrera en otro contexto, más moderno y no tan modernista". Contribuyendo a percibir y comprender que "se trata de uno de los grandes genios que nuestra literatura ha tenido, como Delmira Agustini, Onetti, Felisberto Hernández. En ese parnaso -que no es tan pequeño- a Herrera hay que verlo como el primero.

Lo que vendrá

Profesor en la Washington University de Saint Louis, y con más de 30 años de docencia a sus espaldas, Espina considera la posibilidad de una jubilación para la que "ganas no me faltan, plata sí", asegure risueño. Mientras tanto, y pese a la distancia física con su país natal, trabaja en el rescate de algunas figuras injustamente olvidadas de nuestra literatura.

"Estoy trabajando en otro libro, que se llamará "Casi una literatura uruguaya", referido a escritores sobre los que se ha escrito poco, pero han marcado jalones importantes en nuestras letras", adelanta el Espina. En esa ninguneada categoría encajaría casos como "el de Selva Márquez, poeta surrealista, o Ariel Méndez, novelista excelente en muchos aspectos, que ha caído en el olvido pero fue dos veces finalista del premio Seix Barral".

"Todos los artículos que Herrera y Reissig publicó en la prensa, nunca fueron recogidos en forma de libro. Tampoco hay una edición crítica del material que Delmira Agustini publicara en los diarios montevideanos", señala el crítico, que en sus trabajos futuros intentará "rescatar esos momentos de nuestra literatura que fueron tan deslumbrantes como silenciosos".

Montevideo Portal/Gerardo Carrasco
Fotos: Juan Manuel López