Un viejo chiste dice que, cuando las bandas de hardcore punk aprenden a tocar sus instrumentos, se vuelven grupos de heavy metal. G.B.H no entra en el aforismo, y a Colin Abrahall, su vocalista, no parece causarle mucha gracia: "¿Creés que algún guitarrista de heavy puede tocar a la velocidad que lo hace Jock?", pregunta.
Dentro de las limitaciones del género, estos británicos oriundos de Birmingham destacaron desde la primera hora por su eficiencia a la hora de crear canciones veloces y contundentes, y siempre demostraron inusual solvencia en la ejecución. Su álbum fundacional, City Baby Attacked By Rats (1982), se convirtió rápidamente en un clásico y uno de los pilares sobre los que se sustentó la movida hardcore en las islas británicas, más cruda en lo musical, más extrema en su estética y, hay que decirlo, también más pobre en lo lírico que su hermano mayor, el punk rock.
"Somos de la segunda oleada", dice Colin. "Surgimos en el 80, y era algo que entonces tenías que hacer. No te podías quedar parado. Los problemas siempre hacen que se saque lo mejor de uno".
Esa movida post 77 tomó la bandera de disconformidad y rabia que se había diluido entre el new wave y el after punk. Sin embargo, el género no fue capaz de promover el recambio generacional, y la vieja guardia, con The Exploited y G.B.H a la cabeza, sigue siendo no solo referente, sino la que tira del carro.
"Creo que hemos perdido una o dos generaciones de público potencialmente punk", dice Colin. "En nuestra época jugábamos al fútbol, al rugby, cantábamos. Ahora la juventud tiene otras prioridades: teléfonos móviles, Whatsapp, consolas de videojuegos... ¿Le podés hablar de punk hoy a un niño y que lo entienda?".
Tras casi 40 años de carrera, agrega Colin, es "el espíritu" lo que los hace seguir. "Eso es lo que nos queda. Si G.B.H fuese una rutina, o un trabajo ordinario, me quedaría en casa. El punk, el rock, el escenario me hace sentir vivo".
El paso del tiempo es inevitable. Los últimos años se han cargado la vida de varios colegas de G.B.H (la década del 90 se llevó a casi todos los Ramones, después le tocó a Joe Strummer, y hace poco murieron los padrinos del punk, Lou Reed y David Bowie, y el líder de Motörhead, Lemmy Kilmister, por poner los nombres de los más notorios). La banda de Birmingham no lo ve con temor, pero, eso sí, tampoco juega con fuego. "Vida, muerte, amor, desamor, son situaciones recurrentes para las canciones, no solo las nuestras. Wattie [vocalista de The Exploited] ha estado por morir en un escenario por segunda vez hace un par de semanas. Cada uno elige su camino y su forma de recorrerlo. Yo, personalmente, he cambiado viejos hábitos y me siento genial".
G.B.H volverá a Sudamérica, un lugar que conoce desde hace un par de décadas, y llegará por segunda vez a Montevideo. Aquí, dice Colin, la conexión con la gente es diferente. "Me siento querido, respetado. No entiendo cómo cuatro amigos de Birmingham pueden hacer feliz a gente que habla otro idioma, que tiene otras costumbres, otra vida. El punk y el rock nos hace hermanos, al menos por esos 80 minutos que dura el concierto".