Por Santiago Magni
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El libro "El poder médico" de Álvaro Díaz Berenguer tiene análisis para comprender y pensar acerca de la relación de los médicos con sus pacientes. La idea del doctor como "héroe", con una mirada histórica, pero que nos interpela en tiempos de pandemia y donde la medicina y la ciencia tienen mayor visibilidad. El autor conversó con Montevideo Portal. sobre la "clase médica", las relaciones de poder y la intimidad de esos vínculos.
Montevideo Portal: ¿Cuándo surgió la idea de tratar la medicina desde una postura filosófica?
Álvaro Díaz Berenguer: La idea comenzó hace siete años, no fue pensada a raíz de la situación de la pandemia. Como antecedentes de este trabajo tengo cuatro libros. Esta línea comenzó con mi padre en un libro que publicamos hace más de 20 años, que se llamaba "Medicina y Literatura". Iniciamos ahí en la Facultad de Medicina un curso sobre humanidades médicas, en el entendido de que al médico le faltaba una pata de su formación. Esa pata tenía que ver con la sensibilidad y la capacidad de entender al otro, no solamente de empatía. A partir de ahí, en esta línea de trabajo, apareció un primer libro mío que se llama "La medicina desalmada", que estaba centrado específicamente en los cambios que sucedieron en los últimos tiempos en relación a la medicina que perdían, por una obsesión en las materias científicas, formación en humanidades y sobre todo dejaban de concebir y comprender al otro. En un sentido más profundo, no solamente entender el sufrimiento del otro, sino entenderlo en su medida antropológica, inserto en su situación existencial, en su lugar social. Ahí apareció el libro "El narcisismo en medicina" (2010) primero y luego "Medicina y Sufrimiento (2012). La sociedad tuvo un cambio y en particular en relación a lo que se denomina posmodernismo, en donde el sujeto pasa a ser el centro fundamental de sí mismo. Eso es el narcisismo contemporáneo, pero es visto también desde el ángulo de la profesión médica. En esa línea me di cuenta que me faltaba una pata fundamental, que eran las relaciones de poder que se establecen en la relación médico-paciente y en la sociedad en su conjunto. El narcisismo es de alguna manera, en su versión desmedida, un ejercicio del poder en donde desaparece la figura del otro. En donde el otro queda supeditado a los deseos del primero. Fue ahí donde me di cuenta que estuve navegando en esta temática sin considerar el poder y las relaciones de poder, entonces me metí a estudiar ese fenómeno y también en relación al fenómeno de la magia y las concepciones de la muerte. La magia es la puesta en escena de los deseos del individuo y la animación del mundo sobre la base de esos deseos. Cuando el individuo, con poco tiempo de vida, se enfrenta a la realidad la descubre sobre la base a la negativa de sus deseos. La construcción de la realidad se hace en la medida a la oposición de los deseos. En este ejercicio lo que subyace es una voluntad de poder.
MP: ¿Cómo surgen las relaciones de poder?
ADB: Todos nosotros tenemos, intrínsecamente desde que nacemos, una voluntad de vivir, de poder, de ir más allá y de alguna manera someter a la realidad que se nos opone. En la medida que el sujeto madura esta voluntad de poder no solamente se establece a la realidad de objetos, sino de sujetos que están alrededor de él. Y va estableciendo relaciones de poder en lo que llamaríamos según (Michel) Foucault "el micro poder", en la relación íntima entre las personas. En la medida que los seres humanos se agrupan estos grupos tienen también voluntad de poder más allá de ellos mismos. Y se forman estructuras que denominamos poderosas, que se van estableciendo en distintos niveles, podríamos hablar de "un arriba y un abajo" hasta que por ejemplo se puede llegar al Poder Ejecutivo, para tener una dimensión. Todo poder solamente existe en la medida que existe sometimiento. Si no existe sometimiento o la versión del cumplimiento del deseo del poderoso no existe poder.
MP: ¿Cuáles son las características de la relación médico-paciente?
ADB: En la relación médico paciente, como toda relación humana, hay una relación de poder. En todo tipo de relación interhumana siempre se establecen relaciones de poder. Se trata de una relación de poder particular. ¿Cómo se podría hablar de relación de poder en medicina si no existieran los pacientes? El médico es médico en función de su relación con su paciente. El paciente es un enfermo, cuando uno empieza a analizar etimológicamente cuál es la raíz de la palabra enfermo nos encontramos que viene de i- firmus, no firme, o de otra manera: débil. Desde el punto de vista de las palabras, relación médico-enfermo hay por un lado un polo débil. Si existe un polo débil existe un polo poderoso. Médico, medicus, viene de cuidar o cuidador, esencialmente lo que hace el médico es proteger, función esencial asociada con la figura del padre o de la madre, la figura poderosa que protege. Esto es un análisis filosófico del tema, pero hay que ir a la realidad de la consulta. El individuo hace una consulta porque necesita al médico, porque está débil y tiene un temor frente a su futuro, a su destino. Detrás de esa consulta siempre hay una pregunta oculta que tiene que ver con su muerte. El tema tiene que ver con la pérdida de poder y la mortalidad, toda cosa que nos ocurre, trastoca nuestro aspecto físico o nuestra estructura de soporte emocional, genera incertidumbre y temor. Esa incertidumbre es fundamentalmente no saber, mientras que en el polo del médico ocurre lo contrario, que es el saber. Es la capacidad de traducir lo que le pasa al paciente en términos científicos, y a su vez "poder", con eso, modificar el destino del enfermo. Por el lado del médico ocurre un fenómeno interesantísimo, que es sentirse poderoso.
MP: En el libro planteas la idea del "médico como un dios"
ADB: Un médico es raro que espere junto a pacientes en el consultorio de un médico. Porque pierde su calidad de médico al lado de un paciente. Este sentimiento intrínseco de superioridad, que no todos los médicos lo tienen, es inconsciente y se asocia en la intimidad de la mente a un sentimiento de inmortalidad que tiene que ver con la divinidad. En la intimidad creo que el fenómeno de que los médicos se sienten dioses existe y no es por casualidad. Este sentimiento en el fondo es también necesario para el propio arte de curar. Hay una lucha, cuerpo a cuerpo, entre el médico con la muerte, ya sea directamente porque el enfermo está gravemente enfermo o porque el paciente tiene algo menor, pero en su interioridad esa preocupación es profunda. Durante principios del siglo XX, cuando la medicina cambió la historia, aparece la figura del médico endiosada. En el análisis que José Pedro Barrán hace de la medicina del 900 cuenta que al médico se lo recibía en todas las casas como un ser excepcional, que venía a traer de alguna manera la solución en la casa. El médico se sentaba al lado del enfermo y tenía una relación muy particular, que se fue perdiendo a lo largo del siglo XX por varias razones.
MP: ¿Cómo se explica ese cambio de la figura del médico?
ADB: El médico deja la práctica privada para hacer una práctica "proletarizada", deja de actuar individualmente para actuar en equipo y de actuar en el domicilio para hacerlo de forma interinstitucional. Los médicos ya no son reconocidos como personas, sino lo que son reconocidas son las instituciones. Se empieza la mercantilización y la burocratización, ya que la relación médico-paciente está intermediada por escritorios y por pedidos de número o ir a la farmacia a buscar un remedio y que se haga una receta. Se perdió la intimidad de la relación médico-paciente y la continuidad en longitud. Ahora hay como una calesita de especialistas a lo largo de un paciente cuando va a una consulta. No es solo un médico el que sigue al paciente, a pesar de los esfuerzos de incentivar la medicina familiar para una atención adecuada. La realidad es que esto es bastante difícil. En las últimas décadas del siglo XX aparece una crítica profunda a la medicina, porque se dice que como es capaz de curar es capaz de hacer muchos desastres. Aparece el lado maligno de la medicina y esta empieza a ser "desmitificada". Luego aparecieron preocupaciones por la seguridad del paciente, a principios del siglo XXI o lo que se llama prevención cuaternaria, que es evitar los desastres que puede provocar la medicina por varias razones. Esto ha llevado a un desprestigio de la medicina en su conjunto y del médico. Cuando uno habla de que los médicos se sienten héroes, en este entorno de crítica, eso es visto como una inmoralidad. Hablar de que existe una relación asimétrica de poder entre médico y paciente en este entorno no es visto adecuadamente, pero esa relación siempre es asimétrica. Lo que se pretende es "democratizar" la relación y decir que es de igual a igual, algo que me parece es una utopía. La base de la confianza es la verdadera forma de la relación, cuando eso no se cumple casi no hay relación médico-paciente.
MP: ¿La pandemia modificó la conducta del paciente?
ADB: El individuo contemporáneo estaba acostumbrado a que se pudieran cumplir todos sus deseos. Como un pequeño rey. En este momento lo que ocurrió con la pandemia es devolverle a todos la fragilidad, nuestra mortalidad abandonada. En este mundo narcisista en el que nos movemos actualmente todos nos sentimos inmortales. La pandemia nos mostró que la naturaleza siempre tiene cosas que van más allá de nuestros poderes y puede hacer con nosotros lo que ella quiere. En este sometimiento necesitamos una figura protectora y esta figura hoy es el médico con la ciencia detrás. Por eso se aplauden los balcones, se habla del heroísmo médico, cosas que se habían abandonado.
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