A fines del año pasado, Charly García ofreció en Buenos Aires tres conciertos sucesivos denominados "60 x 60", en los que interpretó tantas canciones como años acumula su carrera musical, iniciada precozmente.
Este viernes, Charly se presentó en nuestro Teatro de Verano e interpretó una veintena de canciones de ese conjunto de sesenta que se convirtiera luego en una joya discográfica y filmográfica.
Quienes concurrieron al escenario del Parque Rodó sabían -o deberían saber perfectamente- que Charly García ya hace un buen tiempo que no es lo que solía, pero ello no le resta atractivo a su música y presencia.
Es también sabido que el peso de la edad y de algunos recientes trastornos de salud le han pasado factura al pope del rock porteño, que anoche casi no estuvo de pie en momento alguno, e incluso debió desplazarse asistido por miembros de su -nunca mejor dicho- banda soporte. Cierto es también que debió ralentizar el canto en más de una pieza porque lisa y llanamente no le daba el resuello para interpretarlas tal como fueron compuestas, y que gran parte de la tarea vocal recayó en la garganta de Rosario Ortega, que demostró su estirpe de cantante y estuvo más que a la altura.
Dicho esto, es necesario señalar que todas estas puntualizaciones no tienen como intención lanzar piedras sobre la actuación de García. Muy por el contrario. Pese a sus cuerdas vocales y dedos desgastados y todo el hándicap mencionado líneas arriba, anoche quedó en evidencia que hay más rock en una sola uña de Charly García que en toda la escena actual del rock argentino.
Imposibilitado de mayores despliegues físicos, Charly sí pudo desplegar virtuosismo y sensibilidad en cada acorde disparado desde detrás de su hilera de teclados. Muy buena fue también la performance de los músicos de The Prostitution, que aportaron talento y energía al show.
Charly inició su recital aclarando que el mismo estaba dedicado a Los Shakers. Durante el show, dedicó a nuestro país una breve pieza de Handel, y tuvo tiempo para contravenir las normas legales. "Voy a despuntar un vicio, porque este es mi escenario y en él se fuma", expresó antes de pitar un cigarrillo.
"Esta canción cuenta la historia de un tipo que sale a caminar y se encuentra con Venus. Entonces le pide a que lo tome en sus brazos, pero Venus no puede porque no tiene brazos, porque es la Venus de Milo", explicó antes de cantar "Venus", una suerte de remake y traducción de un tema compuesto por el grupo estadounidense Television en 1977.
El resto del repertorio abordado recorrió buena parte de la trayectoria musical del artista, destacándose clásicos como "Promesas sobre el bidet", "Los dinosaurios", "Fanky", e "Influencia", y se cerró con una vibrante versión de "Demoliendo Hoteles".
Fuera de lo musical y de lo concerniente al espectáculo, cabe mencionar el conmovedor esfuerzo del staff de la organización por impedir que las personas que se encontraban en las plateas bajas tomaran fotografías, tanto con cámaras o celulares. Esa clase de controles, viables en escenarios de reducidas dimensiones, naufragan en su propio absurdo cuando se trata de recintos mayores.