Haciendo honor a su apellido, Aurora es una guerrera, librando una batalla dura. Es mujer, mexicano-estadounidense, activista de la comunidad LGBTI, y una soñadora. Quería contar la historia de los que nunca protagonizan un éxito de taquillas. Y lo logró.

"Cuando se cierre una puerta, sigue tocando porque se va a abrir otra, y si no, crea tu propia puerta", le dijo su padre, y desde entonces ha hecho lo imposible por hacer de su vocación, el centro de su vida.

Aurora Guerreo visitó el Uruguay en el marco del American Film Showcase (AFS), un programa de diplomacia visual desarrollado por la Oficina de Asuntos Culturales y Educativos del Departamento de Estado y administrado por la USC School of Cinematic Arts (Escuela de Cine de la Universidad de Carolina del Sur).

El largometraje Mosquita y Mari (2012), su ópera prima, narra la historia de dos adolescentes latinas viviendo en Los Ángeles cuya estrecha amistad las hará reflexionar en el amor y la inclusión en una sociedad conservadora. La película, premiada y nominada en varios festivales internacionales, es el espejo de lo que Aurora siempre quiso mostrar al mundo: el lado más humano de ser humanos.

*


Viniste a Uruguay dentro del programa American Film Showcase. ¿En qué consiste?

Es un programa del departamento de educación de Estados Unidos, junto con la Universidad de Carolina del Sur. El propósito fue llevar estadounidenses a otros países para hablar de sus experiencias y la mejor manera es a través de sus películas. Empezaron a recolectar diferentes películas que fueron a festivales y fueron premiados, que tocaban temas particulares que beneficiarían a nivel social a cada país. Hubo gente que les recomendó mi película y la aceptaron. Enviaron la lista de películas a las embajadas y estas deciden cuál les interesa. La mayoría son documentales, unos cuarenta, y luego ficción menos de diez películas. Me pareció interesante la idea de poder viajar.

¿Qué has podido compartir en tus días por Uruguay?

Tuve la oportunidad de charlar con jóvenes adolescentes, de medios bajos. Pude hablarles de mi carrera, cómo entré al cine y creo que es importante que los jóvenes vean a alguien como yo, que vengo de una familia humilde, sin conexiones en el cine, y llegué a trabajar en la industria. Puede inspirar para verse y poder formar una carrera así.

Tu película aborda la inclusión LGBTI, y Uruguay es un país pionero en la legalización del matrimonio homosexual. ¿Qué te llevás del público uruguayo, después de las charlas que has podido tener con diferentes grupos?

Cuando me dijeron que iba a venir a Uruguay pensé que estaba pasando algo con la comunidad LGBTI y como estuve con mucho trabajo tampoco había investigado tanto sobre el país. Cuando llegué a la embajada y me cuentan que aquí está legalizado el matrimonio gay, la marihuana es legal, la prostitución es legal... pensé "¿Por qué estoy acá?" (Risas). Lo que creo es que quizás la sociedad es abierta pero al mismo tiempo las conversaciones acerca de la sexualidad, en especial entre los jóvenes, no es fácil. Y aunque el Gobierno te diga que algo es legal no quiere decir que en las casas todo el mundo piense que está bien. La realidad quizás es más complicada que el simple hecho de que haya una ley que diga que está todo bien, por eso es un espacio de reflexión en el que se puede seguir dialogando.

Sos mujer, latina y activista LGBTI. ¿Cómo te sentís en tu país, principalmente desde que asumió Donald Trump como presidente?

Este es un tiempo muy interesante en los Estados Unidos. Tenemos a un presidente que no necesariamente ha apoyado a las comunidades latinas e inmigrantes, así que es un tiempo de mucho dolor y también ganas de luchar y salir adelante y organizarse para levantar la voz. Al mismo tiempo en la industria del cine se están formando cambios, porque Hollywood ha sido muy cerrado a las mujeres, especialmente a las mujeres latinas y el único lugar donde hemos encontrado un espacio ha sido en el cine independiente pero siempre tiene sus luchas, especialmente financieras. Lo importante es que se tienen que abrir las puertas a las mujeres y a la comunidad LGBTI y la sociedad lo está pidiendo. Mi carrera por esta razón ha sido dura, pero se están abriendo puertas. Soy una de las pocas cineastas mexico-americanas, por eso mi nombre ya se está conociendo.

Puede decirse que sos la "abanderada" de una nueva generación de mujeres latinas que se abren paso en el cine estadounidense...

Espero que sí. Yo conozco a muchas mujeres latinas que estudian cine y tratan de desarrollar sus largometrajes y es difícil ayudarlas. Muchas de ellas me ven como ejemplo de la revolución, pero es difícil pelear esta lucha cuando no estás en una posición de poder. Ojalá me pueda establecer más, para ayudar a potenciar el talento que está ahí.

¿Qué obstáculos se han presentado en tu camino?

Los obstáculos muchas veces vienen por el dinero. No vengo de una familia de dinero, mis amistades son maestros, activistas... ¡No tenemos dinero! (Risas). Y además no tengo ideas mainstream, no son populares en el cine y la tele. A mí me gusta escribir de gente de color, inmigrantes, LGBTI, hablo de política. Y la gente que tiene dinero y me puede abrir las puertas, quizás me respeta pero tiene miedo; como ve un negocio, siempre tienen esa duda de cómo va a reaccionar la audiencia. Si hoy estuviera sentada junto a un hombre blanco, de mi misma edad y formación, si venimos a pedirles dinero, ellos se sienten menos nerviosos con él que conmigo. Porque no se crían con la cultura de pensar que la mujer, la mujer latina, es capaz de llevar adelante un trabajo así, ¡aunque ya lo hice! Pero siguen dudando de mi capacidad. Tengo que encontrar otras avenidas para poder hacer mis películas, si no, no podría presentar mi trabajo.

¿Y cómo lograste entonces hacer este largometraje que viniste a presentar? ¿Qué "avenida" alternativa tomaste?

Tengo una gran ayuda de mis comunidades. Es lo que hice con Mosquita y Mari. No se habría hecho la película si la comunidad latina, la comunidad activista, la comunidad LGBTI no hubieran donado dinero cuando todas las puertas se habían cerrado.

Por ahí los que tienen más plata para financiar un largometraje se la juegan más por una película de explosiones que por una de derechos humanos, ¿no?

Claro. A mí no me interesan las explosiones, pero no quiere decir que no me interese la acción. En este tiempo tengo que contar estas historias y representar a mis comunidades en maneras humanas, no me puedo dar el lujo de hacer cosas solo para entretener. Quiero representar a gente que casi nunca se representan en el cine, por eso hago lo que hago. No entré al cine para ser Spielberg, él es genial, pero yo quiero hacer otra cosa. Mi padre me dijo una vez "Mijita, cuando se cierre una puerta, sigue tocando porque se va a abrir otra, y si no, crea tu propia puerta", y eso voy a seguir haciendo.


Montevideo Portal | Lorena Zeballos
lorena.zeballos@montevideo.com.uy