Contenido creado por Lorena Zeballos
Entrevistas

Te lo digo en la cara y en la nuca

Charlamos con Diego Recalde, director de “Víctimas de Tangalanga”

Charlamos con el director argentino Diego Recalde que presenta su documental “Víctimas de Tangalanga”, una investigación ardua y catártica que descubre el lado B del cassette de Julio Victorio de Rissio.

04.10.2016 15:21

Lectura: 6'

2016-10-04T15:21:00-03:00
Compartir en

“Cuando escuchaba esos cassettes, como todos, quería conocerlo al Doctor, que en aquél entonces para mí era Tarufetti y era el líder de nuestra secta. Pero también como muchos, quería conocer a las víctimas. Quería saber dónde vivían, cómo vivían... En ese entonces no me animé a rastrearlas. Pero ya se sabe que la obsesión es más fuerte que el amor. Y tarde o temprano viene por vos. Es por eso que después de casi treinta años, acorralado por la asignatura pendiente, me decidí y salí a buscarlas. Necesitaba cerrar una historia personal que estoy seguro, es también la de muchos. Necesitaba ponerle cara a esa silueta anónima para conocer el otro lado del cassette”.

Diego Recalde es guionista, director, escritor... Y está enfermo. Es uno de los tantos que fue alcanzado por el humor imitable pero inigualable de Julio Victorio de Rissio, más conocido como Doctor Tangalanga.

El Doctor un día se fue, pero sus bromas quedaron para la posteridad. ¿Y las víctimas? ¿Qué fue de todas esas personas del otro lado del teléfono? Diego se lo preguntó durante décadas y un buen día arrancó a buscarlos, con el método clásico, periodismo de fuste.

El resultado es un documental cargado de humor, sentimiento y gente a la que una sola llamada pudo cambiarles todo.

***


¿Cómo arrancaste a rastrear a las víctimas? Imagino que fue un trabajo complicadísimo.

Muy complicado. Porque en los cassettes Tangalanga dejó muy pocas pistas. A lo sumo una esquina, un nombre, los números finales de un teléfono. Con esas pocas pistas salí a buscarlos. La búsqueda me llevó cinco años y te puedo asegurar que fue un verdadero trabajo de campo. Porque no me quedé en mi casa buscando data por google, que en rigor ofrecía poco y nada. No. Fui tocando timbres por los barrios preguntándoles a los vecinos si conocían a la víctima que buscaba. Volví al periodismo puro, al de calle.

¿Quiénes te ayudaron?

El asistente de dirección, el sonidista, el cámara y los fans de Tangalanga que por suerte son muchos.

¿Descubriste más de lo que imaginabas?

Sí, y te voy a poner un ejemplo. Cuando conocí al tenor dramático conocido en Youtube como voz de célebre, su historia me conmovió muchísimo. Estaba frente a un tipo que era veterano de guerra de la segunda guerra mundial y que había sido prisionero de los nazis. Estaba frente a un tipo que en los años noventa había formado parte del grupo de jubilados que, comandados por Norma Plá, iba todos los miércoles al Congreso para reclamar por lo que legalmente les corresponde y que siguen sin dárselo. Y estaba frente a un tipo que tenía flemas al cantar (el gallo que le señala Tangalanga) porque trabajaba en la construcción. Claro, y al estar siempre en lugares húmedos, padecía una bronquitis crónica.

Tremenda historia. ¿Cómo les atravesó la vida a las víctimas?

El caso del tenor es interesante porque aún hoy siente mucho pudor que Tangalanga lo haya hecho cantar por teléfono. Pero se alegró cuando le expliqué una teoría que puede parecer disparatada pero que en el fondo no lo es. Le dije que el Doctor, al ser hoy un inmortal, convirtió a sus víctimas en inmortales. O sea, la bronquitis crónica troncó su carrera, es cierto, pero gracias a Tangalanga, trascendió como tenor.

¿Qué fue lo más bizarro con lo que te topaste?

Un peluquero que está triste porque Tangalanga lo llamó y en el momento en que Tangalanga lo grababa el grabador se rompió. Para el peluquero es una gran pena porque, a diferencia de otros que lo siguen odiando por las bromas que les hizo, él quiere ser una víctima...

¿Cómo te cambió la vida el humor de Tangalanga?

Lo primero que me pregunté fue por qué quería hacer esta película. Y me di cuenta de que es una risa abierta que tengo dentro mío y necesito cerrar. Yo crecí escuchando los cassettes clandestinos de Tangalanga a tal punto de saberme muchos llamados de memoria, y repetirlos como en un Radamán. Durante muchos años de mi vida me dormía escuchando esos cassettes, para despertarme riendo. Mi obsesión llegó a tal grado de locura que cuando iba a bailar y encaraba una chica, aparte de las consabidas preguntas estudiás o trabajás, o de qué signo sos, mi tercera pregunta era si le gustaba Tangalanga. Lo bueno es que en la medida en que me fui relacionando con otras personas, me di cuenta de que no era el único que estaba preso de tan insólita obsesión. Había muchos otros a los que le pasaba lo mismo que a mí.


Por estos días un programa de producción uruguaya estuvo investigando el "humor rioplatense", partiendo de "Telecataplum" y su huella en trabajos humorísticos de las últimas décadas a este lado del charco y en Argentina. ¿Te parece que el humor de Tangalanga sigue vigente? ¿Forma parte todavía del ADN humorístico rioplatense?

Claro que sigue vigente. Y sigue vigente porque Tangalanga es más que un humorista. Es un fenómeno social. Un tipo que inventó un formato único. Está al nivel de Borges y Piazzola en el sentido de que creó un lenguaje absolutamente personal. Una forma de expresión donde la mala palabra dejó de ser mala para volverse una palabra más. La despojó del prejuicio que la condena al conjunto de las malas palabras. La rescató, la elevó y le dio una legitimidad que no tenía. Él fue el primero en mezclar con naturalidad el lenguaje civilizado con la expresión bárbara y crear un idioma único. Fue un genio que generó un punto de encuentro entre la civilización y la barbarie. Por eso tiene fanáticos en todas las clases sociales.

 

Víctimas de Tangalanga tendrá una única función el 15 de octubre, a las 24 h, en el Movie de Montevideo Shopping.

Lorena Zeballos | Montevideo Portal
[email protected]