Por The New York Times | Neil Genzlinger

Cecile Pineda, quien en la mediana edad pasó de una carrera en el teatro a una como escritora y que obtuvo grandes elogios con su primera novela, “Face” (1985), la historia de un barbero que reconstruye su propio rostro tras un accidente que lo desfigura, murió el 11 de agosto en su casa de Berkeley, California. Tenía 89 años.

Wings Press, que reeditó “Face” en 2003, anunció la muerte. No se mencionó la causa.

“Face” destacó no solo por ser su primera novela, sino además porque su autora era una mujer latina publicada por una editorial de prestigio, Viking, lo cual era inusual en aquel entonces. Pineda nació en Nueva York, hija de padre mexicano y madre suiza y, en sus libros, que incluyen novelas y ensayos, a menudo analiza los temas del colonialismo y la identidad.

Sin duda, la identidad es un tema fundamental en “Face”, obra nominada a recibir un Premio American Books como primera novela y que fue finalista de los Premios National Book para una primer trabajo de ficción. Pineda comentó que se había inspirado en una noticia que leyó en 1977 sobre un brasileño cuyo rostro quedó desfigurado en un accidente. En la novela, el protagonista, Helio Cara, se cae de un acantilado y las lesiones que sufre también ocasionan una desfiguración parecida. La autora describe el primer encuentro de este hombre con un espejo tras el accidente: “Bajo la repentina luz, alguien está de pie tambaleándose ante él con las piernas inestables, algo sin nariz ni boca, con los ojos de color violáceo oscuro, casi cerrados, con partículas tatuadas en la piel. Siente que un calor lo invade. ¡Ese no soy yo! ¡No soy yo! Su voz carraspea en su garganta. No se escucha ningún sonido, ningún sonido en absoluto”.

Cara, al darse cuenta de que es un paria social, decide reinventarse a sí mismo.

“Con ayuda de manuales médicos, navajas de rasurar y anestesia local, comienza a reconstruir su rostro”, escribió Cathy Colman en una reseña de The New York Times en 1985. “Aquí es donde la autora revela el inmenso poder de la voluntad y la obsesión humanas”.

Después de “Face”, Pineda no tardó en escribir su segunda novela, “Frieze” (1986), la historia cargada de metáforas de un tallador de piedra que trabaja en un antiguo templo. Otra de sus novelas aclamadas fue “The Love Queen of the Amazon” (1992), cuya protagonista, Ana Magdalena, es expulsada del internado de un convento después de desnudarse para rescatar a un compañero que se ahoga. La novela, en la que abundan las escenas cómicas, contrasta de manera muy marcada con la prosa poética de las primeras novelas de Pineda.

Después de escribir otras dos novelas y un libro que llamó “falsa biografía” “Fishlight: A Dream of Childhood” (2001), Pineda volvió a superarse a sí misma al pasar a la no ficción con “Devil’s Tango: How I Learned the Fukushima Step by Step” (2012), sobre el desastre nuclear de 2011 en Japón.

“Trato de entender el hecho de que me haya nacido el impulso de destruir, de desgarrar montañas, de verter veneno milenario en los mares, de eructar hollín en el cielo, de matar todo lo que vive”, escribió Pineda. “¿De dónde proviene este impulso? ¿De qué mente?”.

Le siguió otro libro de no ficción con temática medioambiental, “Apology to a Whale: Words to Mend a World” (2015). Luego, analizó su propia historia familiar, así como las políticas migratorias y de detención, en “Entry Without Inspection: A Writer’s Life in El Norte” (2020). En ese libro, escribió que se había dado cuenta de lo poco que sabía sobre su origen y que intentaba llenar los vacíos. Recordó un momento después de la publicación de “The Love Queen of the Amazon” en el que abordó a un grupo de mujeres mexicoestadounidenses.

“En mi charla, mencioné que algunas de las historias que había incluido en ese libro estaban inspiradas en las invenciones de mi padre", escribió, "pero en cierto momento, me derrumbé, incapaz de continuar. En presencia de un público compuesto por mujeres cuyas historias parecían estar disponibles a su alcance, lloré la ausencia de la mía”.

Cecile Pineda nació el 24 de septiembre de 1932 en Harlem. Su madre era ilustradora y su padre, que había entrado en Estados Unidos con un nombre falso a los 16 años, era lingüista. A pesar del apellido de su padre, escribió en “Entry Without Inspection”, creció hablando francés y no español en casa, además del inglés.

Estudió teatro en el Barnard College, donde The Barnard Bulletin la elogió por su actuación en “El médico a palos” de Molière y otras obras. Después de graduarse en 1954, se dirigió a la costa oeste y se instaló en San Francisco con su marido, Felix Leneman. Un artículo publicado en 1965 en el San Francisco Examiner la citaba como defensora de la San Francisco Mime Troupe, una compañía teatral que se esforzaba por romper con lo establecido, cuyo permiso de actuación había sido cancelado por la ciudad después de que se consideró que uno de sus espectáculos atentaba contra la moral.

Para 1969, ya tenía su propia compañía, The Theater of Man, una compañía de teatro experimental que dirigió durante los 12 años siguientes. En 1970, añadió a su currículo una maestría en Artes Teatrales de la actual Universidad Estatal de San Francisco.

En cuanto a su transición a novelista, el artículo de prensa que había recortado en 1977 sobre el hombre con la cara desfigurada permaneció en sus archivos durante varios años.

“Sin duda, me dije, una historia tan impresionante resultará atractiva para algún novelista que discernirá en ella significados tan poderosos que la historia actuará como catalizador de una obra de ficción memorable”, escribió en un prefacio a la edición de 2003. "Nunca se me ocurrió que pudiera ser yo quien la escribiera”.

Cuando, después de varios años, nadie lo hizo, empezó a escribir “Face” porque el recorte seguía obsesionándola. “La historia supuró como una herida sin cicatrizar”, escribió.

El matrimonio de Pineda terminó en divorcio. Le sobreviven dos hijos, David y Michael Leneman. Una fotografía sin fecha proporcionada por James Lerager muestra a Cecile Pineda, que en la mitad de su vida cambió su carrera teatral por la de escritora, cuyo trabajo a menudo examinaba cuestiones de colonialismo e identidad. (James Lerager vía The New York Times)