Por Lorena Zeballos
laslecturasdelo
Recuerdo las ganas que tenía en la adolescencia de cumplir 18. Pensaba que era un paso casi mágico en el que los adultos dejaban de botijearte, ya nadie te iba a preguntar la edad para entrar a los lugares y todavía quedaba juventud para rato. Salvo por el primer punto que creo nunca se va a cumplir, estuvo bueno llegar a ser mayor de edad.
Porque hay cosas que solo podés ganar cuando crecés: experiencia y sabiduría.
Allá por el 2002/2003 una banda de recién estrenados adultos surgía del under en medio de una revolución social y una generación que necesitaba gritar todo lo que sentía. Hoy, su grupo es el que cumple la mayoría de edad. Las Pastillas del Abuelo dejó de ser el adolescente rebelde que habla de desamor y de vicios para convertirse en la voz de la experiencia de una generación que quiso crecer y creció.
El 13 de marzo se presenta en Montevideo para adelantar su nuevo material y recordar sus éxitos, con un público al que considera su segundo hogar. Antes, charlamos con el guitarrista, compositor y cantante Bochi Bozzalla del crecimiento de Las Pastillas y el privilegio de haber llegado sin despegarse de la tierra.
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Las Pastillas del Abuelo está por cumplir la mayoría de edad. ¿En qué cosas ha madurado la banda?
Como consecuencia lógica de casi 18 años que llevamos tocando juntos hemos adquirido muchísimo oficio. Es algo que valoramos mucho. Sonamos mejor, tocamos mejor y entendemos más dinámicas que te da la experiencia de haber grabado ocho discos y dos en vivo, más de 700 recitales. Haber viajado, compuesto, convivido en diferentes lugares... si no hubiésemos madurado, la hubiésemos pifiado y seguramente no estaríamos llegando a 18 años de carrera.
Recorrer mundo le abre la cabeza a cualquiera. ¿Sirve para mantener los pies en la tierra? Porque en Argentina llenan estadios y capaz en Europa congregan a unas decenas...
Puede ser, sí. También nos podría haber aburguesado y decir "No voy a Europa, a tocar para 40 y vuelvo sin un peso, no voy". Pero mantuvimos siempre el espíritu. A parte, como decís, al irnos tan bien acá eso mismo nos da la oportunidad de probar suerte en otro lado sin necesidad de decirle a nadie que nos banque el viaje. Pero los pies sobre la tierra creo que los mantuvimos nosotros, sobre todo al comienzo después de dos o tres años en el under que de repente fuimos catapultados a escenarios de masividad, éramos más chicos y se nos podría haber volado la cabeza pero nos mantuvimos y si a alguno se le chiflaba el moño otro lo agarraba y le decía "estás haciendo cualquiera". Nunca nos creímos estrellas del rock. Tenemos una vida privilegiada de viajes, de que la gente te reconozca y cante tus canciones y eso hay que agradecerlo siempre.
Tienen un público fiel.
Tenemos un público fiel y nosotros también intentamos hacer canciones para que ese público se quede. Aunque no las hacemos con una fórmula, sí buscamos que las canciones sean para que el público las cante.
¿Cansa cantar los clásicos?
No es habitual que nos pidan una canción, tampoco damos lugar para que lo hagan. Armamos la listo y pronto. Pasa sí que hay canciones que casi nunca faltan, pero hay conciertos en los que no las tocamos y eso hará que alguno se queje, pero tenemos un montón de canciones, por suerte (risas). Seguimos haciendo discos y componiendo nuevas canciones y esas toman el relevo para que otras descansen por un tiempo. Hay algunas que tocamos un montón, las dejamos descansar y ahora volvieron al ruedo.
Si bien ha habido cambios dentro de la banda, es una relación a largo plazo. ¿Qué cosas han ayudado a que sigan juntos?
El amor que nos tenemos entre nosotros, asociado al respeto. Compartimos un montón de cosas, a ninguno se le subió el ego como para querer perjudicar al otro. Y también mucha confianza para discutir o decirnos algo a la cara. Si te equivocás, pedís perdón. No hay envidias, siempre tuvimos una relación muy sana y abierta. Tenemos reuniones y opinamos las decisiones entre todos. Somos siete y nunca hay un empate, ahí es cuando prima el respeto siempre y acatar lo que decidió la mayoría.
¿Cómo se consigue innovar y seguir siendo Las Pastillas del Abuelo?
Si bien somos una banda de rock tenemos un sello, nuestra melodía y forma de decir algo. A veces puede pasar que somos pretenciosos y puede haber una frase sola eternamente repetida y que este buena. En otras épocas los estribillos no los repetíamos. Y de un tiempo a esta parte hemos hecho canciones más "estribilleras", como una canción convencional. No nos ponemos límites a la hora de componer y sin prejuicios. Tratamos de ponerle el menor marco posible a la hora de crear.
En los temas nuevos ("Más lejos", "Incontinencia verbal", "El favor") los seguidores sienten una conexión con el "origen" de la banda y esa premisa del valor de lo que querés decir por encima de la forma. ¿Lo ves así?
Generalmente de la composición de las canciones nos encargábamos Piti [Juan Fernández, cantante] y yo. En este disco "Incontinencia verbal" es una composición de Alejandro [Mondelo] que es el tecladista, "Más lejos" la hizo Santiago [Bogisich] que es el bajista. Y otras canciones del disco son de todos. Ni eso está pactado. No es "Acá yo me encago de esto". Si bien se mantiene la esencia trae algo de frescura, porque uno tiende a repetirse. Esta bueno ese proceso.
LPDA es una banda que nos suena familiar porque también adopta sonidos que son de casa: murga, candombe... ¿Se sienten en casa en Uruguay?
Sin dudas. Siempre nos recibieron bárbaro y tenemos muchos amigos en Uruguay. En nuestros comienzos en el under tocábamos en un sótano de San Telmo que manejaban uruguayos, un lugar donde siempre había tambores sonando y mamamos todo eso. Nunca hicimos candombe, pero siempre está la esencia. Y sobre todo en la forma de hablar, nos sentimos mucho más identificados con los uruguayos que con el resto de Sudamérica.
*Antes de la presentación del nuevo disco sobre mayo/junio, Las Pastillas del Abuelo se presenta el 13 de marzo en La Trastienda. La banda luego irá a la fiesta de la cerveza en Paysandú y seguirá de gira por Argentina.
Por Lorena Zeballos
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