Cuenta la leyenda que el califa Harún al-Rashid, que reinó en Persia allá por el siglo VII, se disfrazaba de mendigo y se mezclaba con el pueblo con los oídos bien atentos para entrarse del pensamiento y las necesidades de la gente común.
La idea parece tener un sucesor en el municipio mexicano de Cuauhtémoc, Chihuahua, cuyo alcalde protagonizo una impostura similar.
Carlos Tena, gobernante de la localidad, fingió tener una discapacidad para solicitar una asistencia en la Dirección de Desarrollo Social de ese municipio. Tena había dado órdenes estrictas de tratar bien a los ciudadanos que se presentaban en las oficinas, pero recibía informaciones que le sugerían que estaba ocurriendo todo lo contrario.
Para salir de dudas y saber quiénes estaban deshonrando sus cargos y funciones, se caracterizó como una persona pobre y con discapacidad, y se apersonó en las oficinas.
"El propósito de esta caracterización fue mostrar la realidad que viven los ciudadanos a diario, la indiferencia y desatención por parte de los servidores públicos", dijo el alcalde en declaraciones a Milenio Televisión.
En sus declaraciones posteriores, el gobernante contó la seguidilla de decepciones que vivió en el edificio.
En primer lugar, el guardia que se encargaba del elevador que usan las personas discapacitadas, "abría la puerta de muy mala gana" y no prestaba la más mínima ayuda a los usuarios con dificultades motrices. Sin embargo, la peor decepción se la llevó en el entorno de su propia oficina, ya que, desde su disfraz, dijo tener una cita consigo mismo.
En su relato, el alcalde dio cuenta de la indiferencia y trato descortés que le prodigaron sus propios subalternos, en oposición a sus permanentes recomendaciones, con la excepción de una señora que le ofreció un poco de gelatina.
Finalmente, cuando una de las funcionarias empujaba la silla de ruedas para sacarlo de la oficina -a la que ya le habían dado acceso y donde debería esperarse a sí mismo- Tena se puso de pie, se quitó los lentes oscuros y el gorro de lana. "Todos se quedaron congelados", contó.
El gobernante ya resolvió el despido de "al menos tres personas", y lamentó no tener potestades sobre el vigilante, ya que depende de un cuerpo policial independiente. "Ellos verán qué hacen", comentó.
En vista de los buenos resultados, Tena no descarta repetir el truco en alguna nueva ocasión. Sea que lo haga o no, seguramente los trabajadores de su municipio estarán más pendientes de las necesidades del público, por si acaso.