Por Diego Castro
La calle Isla de Flores podría ser una calle más de nuestro Montevideo. De hecho, lo es durante todo el año. Sin embargo, esa calle de apenas 15 cuadras, que nace en Carlos Quijano y muere en Juan D. Jackson, tiene el privilegio de ser la protagonista durante dos noches al año de uno de los eventos más uruguayos que existen en esta tierra: las Llamadas.
Llamadas que son tan antiguas como el propio Montevideo y que nacieron al influjo de los primeros esclavos que, se dice, vinieron de Angola a nuestro país. Llamadas que, allá por el año 1956, se oficializaron y tienen su propio concurso.
Desde hace ya alrededor de 20 años, el desfile debió dividirse en dos porque la gran cantidad de conjuntos que se anotaban impedía que se desfilara en una sola noche. Y poco tiempo después se debió imponer la prueba de admisión, porque si seguía el aumento exponencial de comparsas no solo de Montevideo, sino también del interior, dos días no iban a ser suficiente.
Este año, una vez más, las dos jornadas del Desfile de Llamadas fueron un éxito de público, en las calles y en los balcones, que cada vez más se visten de fiesta y ofrecen más servicios, a precios que oscilaron entre los 100 y 400 dólares, dependiendo la ubicación y lo otorgado.
En la calle, todo es más bajado a tierra. Juan, por ejemplo, vecino del Barrio Sur, llegó con su silla a reservar un lugar en la primera cuadra previa al desfile, ahí donde todavía la calle se llama Carlos Gardel. “Vengo todos los años con mi esposa y alguno de mis hijos. Bajo la heladerita y le metemos a la cerveza y a la milanesa al pan, y a disfrutar de la noche”, dice.
Otros, como Julio, desde la ventana de su casa, disfrutan el desfile con su familia. El hombre saluda a todo el barrio, porque supo poner a su conjunto de gurises en la calle, en el Carnaval de las Promesas, y disfruta del desfile desde un lugar privilegiado.
Otros bailan en la calle y siguen, al menos por unos metros, a las comparsas que pasan, pero son pocos los que acompañan todo el desfile como se hacía hasta no muchos años atrás.
El barrio vive con mucha expectativa lo que pasa en esas dos jornadas. Este año en particular, toda la fiesta estaba supeditada al clima y a que no lloviera. Una reunión en la Intendencia entre Audeca (Asociación Uruguaya de Candombes), Daecpu (Directores y Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay) y la propia Intendencia de Montevideo determinó hacer las Llamadas con normalidad y aguardar los pronósticos del tiempo.
Y así se llegó al viernes, una jornada que tuvo mucho de incertidumbre por el estado del tiempo. Incertidumbre que se acentuó cuando, a las nueve de la noche, arrancó una lluvia que parecía poner fin a una jornada que había empezado muy bien y que, teniendo en cuenta que se había suspendido la celebración del sábado, obligaba a postergar toda la fiesta al fin de semana siguiente.
No obstante la jornada se pudo terminar, pasada la una de la madrugada, con las 23 comparsas que el año pasado habían logrado su clasificación directa al certamen y desde la que, suponíamos todos (y acertamos), saldría la ganadora.
Para la enorme mayoría de quienes participan en la fiesta, desfilar por Isla de Flores es la principal motivación, más allá incluso de la competencia. No obstante, se piensa en el premio y en el lugar que se ocupa.
Por eso, las comparsas que participan en el certamen del Teatro de Verano corren con desventaja. Al menos así lo entiende Carlos Larraura, director de Yambo Kenia. “Las otras comparsas están pura y exclusivamente para las Llamadas. Nosotros, además de todo, tenemos el concurso, que de alguna manera te saca tiempo a este desfile que también es un espectáculo”, apunta Larraura.
Confirmando esa teoría, Matías Silva, director de C1080, señala que este año no concursaron “para poder salir bien en las Llamadas y hacer un buen homenaje a los 300 años de Montevideo”.
No obstante, dejó en claro la total intención de volver al concurso en 2025. “Vamos a volver a concursar”, remató sin dudar.
Segundo tiempo
Luego de la suspensión del sábado, llegó la segunda jornada, a la que van las comparsas que tal vez no tengan tanto renombre. El domingo comenzó con mucho calor, pegajoso y húmedo, pero al candombero poco le importa.
Tan poco le importa que hace mil y un sacrificios para estar en el día más importante del tambor por Isla de Flores. En el caso de las comparsas menos conocidas, los recursos para salir a la calle son variados.
Para costear la salida de los conjuntos, algunos organizan rifas y otros cobran una cuota social a los propios participantes. Según consultas realizadas por Montevideo Portal, van de los 100.000 a los 250.000 pesos por cada comparsa.
“Rifas, cervezas, chorizadas: todo sirve para sumar algún pesito y costear un espectáculo que sale carísimo, para algo que solamente da satisfacciones emocionales”, dice Israel Guzmán, de la comparsa Makondo.
Desde la comparsa La Barrica, Sergio contó que para salir hicieron muchas rifas. “Nosotros no tenemos espónsor; cada peso se sacó con sacrificio, y este espectáculo que ponemos en la calle hoy nos sale arriba de los 100.000 pesos”, afirma.
“Hay mucha plata que sale de nosotros mismos, porque esta comparsa es una familia y eso hace que tengamos un compromiso mayor para poder salir a la calle”, concluye.
Y así se fue un desfile más de Llamadas. Como cada febrero, la calle Isla de Flores irá perdiendo sus colores, aunque el ritmo del tambor se sentirá cada fin de semana hasta que, dentro de un año, la vuelvan a vestir de colores para recibir a la fiesta del tambor por excelencia.