Montevideo Portal
Por Federico Medina y Sebastián Astorga
"La Barraca fue un lugar emblemático de la música nacional a fines de los 80 y principios de los 90. Gracias, Daniel Magnone y Mayra Hugo por tantos momentos felices”, tuiteó esta mañana la cantante y pianista Estela Magnone, protagonista y testigo del fermental movimiento artístico que creció en el recordado boliche del Cordón.
Su recuerdo, como el de muchos otros músicos, y amantes de la música, revivieron la historia del lugar el día de la demolición del viejo edificio.
“En donde estaba La Barraca antes funcionaba una barraca de madera que era de mi familia y se llamaba Mara. Cuando cerró ese negocio, a mi hermano Daniel [Magnone] se le ocurrió abrir un boliche. Era el gran sueño de cualquier músico”, recuerda Estela, que conoce como pocas personas la historia de ese inicio y de los memorables años de fines de los ochenta.
“En principio, cuando abrió el lugar [en el año 1988] era un bar donde se pasaba música. El día de la inauguración fuimos con Jaime [Roos], estábamos en pareja en esa época, y entonces Jaime le dice a mi hermano: ‘Che, ¿por qué no traés artistas para hacer música en vivo?’. A partir de ese momento empezó a tocar Jaime, y enseguida se sumaron todos los músicos que andaban en la vuelta”.
A lo que vino después es posible acercarse un poco a través de Los músicos por la notada, un documental dirigido por Laura Canoura, qu incluye algunas de las actuaciones más destacadas, diálogos y aventuras de los músicos, habituales clientes, y trabajadores, del primer año de funcionamiento de La Barraca. Los que busquen un poco más podrían encontrar un casete editado por el sello Orfeo, con una portada en la que aparecen, entre otros, Osvaldo Fattoruso, Mariana Ingold, Raúl Castro, Eduardo Mateo, Chabela Ramírez y el Sabalero, entre los muchos de una barra de músicos amigos del boliche. La cinta registra el concierto aniversario del boliche, en julio de 1989.
Ese mismo año, en ese mismo lugar, los días 23 y 24 de noviembre, Jaime Roos grabó su disco Esta noche. En vivo en La Barraca. La banda que lo acompañaba es una de sus más recordadas, con Hugo Fattoruso, Gustavo Etchenique, Rolando Fleitas, Pablo Pinocho Routin, Benjamín Medina, Popo Romano y Diego Ebbeler
Para Estela el lugar tiene una múltiple significación. “Tenía la llave del lugar, y ensayábamos todas las veces que queríamos”, recuerda, porque allí también, donde su familia ya sumaba dos negocios, comenzó la carrera del célebre grupo Las Tres: “Ahí fue la primera actuación y tocamos muchísimas veces. Nuestra historia está completamente vinculada al lugar. Comenzamos con Mariana Ingold y Laura Canoura, y después que se fue Marina seguimos con Flavia Ripa. Después también tocamos con Laura cuando empezó a tocar como solista”.
Antes, en 1983, Estela y Mayra Hugo [pareja de Daniel Magnone], junto a Mariana Ingold, habían formado el grupo Travesía.
Las fotos de la época permiten apreciar mozos elegantemente vestidos. “Al principio era un bar con mesas y farolitos, tenía una linda ambientación. Y Daniel había arreglado con Eduardo Mateo para que tocara todas las noches de show, como anfitrión de los artistas que se presentaban ese día”, recuerda.
Luego, entrados los noventas, La Barraca se convirtió en una especie boîte de solos y solas, por donde pasaron un sinfín de actividades y artistas. Siguieron los conciertos en vivo, pero también se organizaron bailes temáticos como el de “Las chicas de rojo” o una fiesta organizada por una casa de revelado fotográfico. En esa etapa sus dueños fueron el Dj Arthur Martin y el comunicador y periodista Aris Idiartegaray.
Sus vecinos
Alejandro Palla nació a media cuadra del boliche y ha vivido sus 50 años en el barrio. Mientras observa la demolición sentado sobre un parlante al sol desde la vereda de en frente, dialogó con Montevideo Portal acerca de la historia del boliche y cómo la vivió desde su perspectiva.
“Mara Limitada vendía las placas de madera. Cuando vino el boliche, creo que le ponen La Barraca justamente porque esto era una barraca de madera, de ese tipo de madera, porque el local no era muy grande”.
“La esquina era totalmente diferente. Tenía una puerta de madera tipo de vaivén, tipo cowboy; era muy ameno”, recordó. “Lo que pasa es que los vecinos medio que empezaron con el problema de los ruidos molestos y eso y ta, tuvieron que cambiar la fisionomía del boliche”, dijo.
Punk y más ruidos en Bluzz Live
En 2009, La Barraca se convierte en Bluzz Live. El lugar cambia bastante en su interior y se vuelve explícitamente rockero. Su nuevos dueños, Mauro Correa (un punk rocker fanático de los vinilos) y Federico Acosta reabren las puertas del boliche para que allí toquen bandas de todos los pelos y colores, desde las más renombradas como Buitres, Trotsky Vengarán y Buenos Muchachos, hasta las más jóvenes y arriesgadas. Por ahí, sin mesas y con el negro como color predominante, también pasaron Eté y los Problems, Hablan por la Espalda y La Sangre de Verónika, por solo mencionar algunas bandas más. También 2 Minutos, Boom Boom Kid, Dee Dee y Marky Ramone, Glen Matlock, GBH, The Muffs, The Dwarves y los Toy Dolls.
El guitarrista de Trotsky Vengarán, Hugo Llamarada Díaz, escribió en Instagram: “Algunos de nuestros mejores shows tuvieron lugar ahí, en ese lugar chico pero salvaje, donde tenías a la gente pegada a la cara, donde todo era un saludable descontrol y donde en épocas prepandemia a uno lo invitaban con tragos incluso si estaba arriba del escenario. Siempre nos encantó tocar en Bluzz, y tuvimos la suerte de poder hacerlo cuantas veces quisimos. Vaya un saludo especial a todos los que trabajaron en ese hermoso boliche y siempre nos hicieron sentir como en nuestra casa”.
Marcos Fernández, más conocido como Marcos Motosierra, brilló como pocos en el escenario de Bluzz en varias vueltas de Motosierra, y con otros proyectos como Rotten State, pero el músico y cantante tiene otras historias, vividas y escuchada en cientos de noches en la que trabajó como boletero y funcionario de confianza del local. Marcos era la cara “simpática” y familiar del lugar, y otro anfitrión de lujo, pero pocos saben que ya lo conocía antes de su época de Bluzz: “Cuando empezamos con Motosierra no había muchos lugares para tocar, entonces fuimos a hablar con Arthur Martin [dueño de la Barraca] para que nos dejaran tocar ahí. Estos son principios de los dos mil. Primero tocamos con Hablan por la Espalda y empezó una movida de punk y hardcore con otras bandas como Culpables y Silverados”, recordó.
Luego, Marcos se fue a vivir a Brasil y, a su vuelta en 2011, comienza a trabajar en Bluzz “en la barra y en la entrada”. Primero en un período corto ese año, y luego desde 2014 hasta el cierre definitivo en 2019. “No sabría por dónde empezar”, confiesa cuando le pregunto por alguna imagen importante. Hoy recibió muchos mensajes de sus ex compañeros de trabajo y no había querido indagar demasiado en las noticias: “Cuando vi la pala mecánica rompiendo la pared del lugar donde estuve cinco años, ahí parado en la puerta, se me cayó el corazón. Fue una época de oro. Con el know-how de Leo Bianco [el organizador de los shows] hasta el 2018 fue una locura. Nunca había visto un desfile de bandas de tanta calidad; agradezco haber sido parte de ese equipo de trabajo increíble. Estábamos viviendo una época irrepetible”, concluyó Marcos.
Sin música
En una de las tardes más frías del año una máquina retroexcavadora toma pedazos de muros, concreto y trozos de pintura negra.
El edificio que se eregirá en el lugar donde funcionaba el local conservará el nombre Bluzz Live, pero se transformará en un bloque de viviendas de 6 pisos más la planta.
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