"Es una antigua tradición escandinava: me nominan para el premio y se lo dan a otro. Ya todo eso es una especie de rito", ironizaba el escritor argentino en una entrevista concedida en 1979.
Siguiendo su tradición secretista, que tarda medio siglo en revelar los entretelones del galardón más importante de la literatura, la Academia Sueca "desclasificó" recientemente el informe del Nobel de 1967, año en el que fue ganado por el guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
Según medios suecos citados por el periódico matritense ABC, el entonces presidente del Comité del premio, Anders Osterling, rechazó a Borges porque resultaba "demasiado exclusivo o artificial en su ingenioso arte en miniatura". El mismo académico, por cierto, consideró el año anterior que "la tendencia nihilista y pesimista sin fondo de la obra de Samuel Beckett" era contraria al espíritu de Alfred Nobel; aunque al final el irlandés se llevaría el premio en 1969 y Borges se iría a la tumba sin su reconocimiento.
Después de tantos años como figurante en las listas -desde el 56 hasta el final de su vida en 1986 sonó su nombre como candidato-, parece que el motivo de los reiterados rechazos de la Academia Sueca tuvo más que ver con la política que con las polémicas opiniones literarias aducidas en el caso de 1967. Su visita a Chile en 1976, para recibir de manos de Pinochet el doctorado honoris causa de la Universidad de Chile, y su discurso de agradecimiento lo marcaron como una suerte de "persona non grata" para el premio. El diario chileno "La Tercera" recogió en su momento parte del discurso del escritor: "En esta época de anarquía sé que hay aquí, entre la cordillera y el mar, una patria fuerte. Lugones predicó la patria fuerte cuando habló de la hora de la espada. Yo declaro preferir la espada, la clara espada, a la furtiva dinamita".
Su relación con el dictador no terminó ahí. Después del acto, Borges se reunió con Pinochet y tras el encuentro lo definió como una "excelente persona", destacando su "cordialidad y bondad", tal y como recogió entonces el mismo periódico.
Años más tarde, el académico sueco Artur Lundkvist, experto en literatura latinoamericana y responsable de la introducción de la obra de Borges en su país, confirmaría esta sospecha. Lundkibst habló al respecto en una entrevista con el escritor chileno Volodia Teitelboim, autor del libro "Los dos Borges".
"Me dijo: ‘la Academia Sueca nunca le dará el Nobel a Borges'. Le pregunté por qué. Mencionó el encuentro con Pinochet y los elogios al dictador. Y agregó: ‘la sociedad sueca no puede premiar a alguien con esos antecedentes2. Semejante confesión me sorprendió mucho. Supuestamente, un miembro de la Academia no puede expresarse en esos términos", escribió Teitelboim.
En 2016, mientras presidía un acto conmemorativo por el treinta aniversario de su muerte, la viuda del literato, María Kodama, corroboraba esta versión. "Todo el mundo sabe que es una cuestión política", zanjaba entonces. También aprovechó la ocasión para apuntalar el relato de la visita de Borges a Chile, subrayando que "él no fue invitado por Pinochet, sino por la Universidad de Chile" y que lo normal era que un presidente acudiese a una celebración así. "La gente es muy perversa, porque cuando un hombre como él recibe un doctorado, es protocolo que vaya el presidente del país".