De vez en cuando me pregunto ¿por qué escribir? si el ocio es el más agradable de los momentos. La respuesta es siempre la misma, el hombre es feliz siempre que considera que hace el bien, cualquiera sea su nivel.
Mi principal interés es ser claro para que el lector sepa, a corazón abierto, lo que pienso, que se basa en mi experiencia y las enseñanzas de maestros que han inspirado mi confianza. Pretendo ser sencillo, es decir, breve y claro en mis expresiones. No busco la polémica. Cuando me toca leer, analizar y/ adoptar una idea, me cuido de ser sincero. Me inclino a lo positivo, a lo concreto, a algo que nos indique el camino del progreso. Trato de no anticipar un debate con disimulo.
La solidaridad y la bondad van de la mano. No hay solidaridad maligna. Si los malvados deciden ser solidarios “ipso facto” dejan de ser malvados. Por eso es tan atractiva la ética como disciplina.
En esta obra no he podido abstener de considerar temas éticos. También describo horrores por los que ha pasado el mundo cuando la solidaridad desaparece.
En todos estos hechos y los juicios que al respecto me permito formular, tengo bien presente la importancia de valorar y proteger nuestra identidad porque es lo que prueba quienes somos, como reflejo de la conducta que quienes nos rodean, conocen y aprecian (o no) en nosotros.
Somos lo que procuramos ser, lo que hemos aprendido en distintas épocas de nuestra vida y aplicamos, porque así lo deseamos y transmitimos a quienes nos unen relaciones de familia y amistad. Jaim Etcheverry nos ha dicho en una de sus ‘reflexiones’ para La Nación Revista: “Recordar lo que somos no es sino conservar la identidad”. “De allí que si pretendemos convertir a nuestros jóvenes en verdaderos “paradigmas de la modernidad” deberíamos hacer el esfuerzo de ponerlos en posesión del material sobre el que deberán trabajar. Resulta, pues, imperioso legarles un pasado que, para ser modernos, ellos puedan renovar”.
No olvidemos el famoso dicho: “El animal vive por instinto, no puede errar; el hombre con su espíritu conoce la verdad, pero además puede errar”. (Séneca)
El hombre tiene que crearse a sí mismo: conformar su propia “esencia”.
Para mí el libro, es una expresión a favor de la cultura y he tratado de que sea totalmente verídico, nada de palabrería sin compromiso y lo más instructivo posible!
En un comentario Guillermo Ovieto nos dice “vivimos en un mundo donde lo único cierto es que mañana todo puede ser diferente”. En este libro lo que me ha guiado es tratar los temas seriamente pero apuntando a la felicidad y no a la angustia, que es uno de los grandes problemas que la sociedad enfrenta. Habremos cumplido nuestro cometido si en este mundo tan cambiante podemos llevar al lector a cambiar reemplazando la angustia y la ansiedad por un mayor espacio de felicidad, bien preciado por los hombres desde todos los tiempos. Si el desarrollo técnico nos está conduciendo al espectacular avance tecnológico de la eliminación de los cables, esperemos que podamos enfocar con optimismo el importante objetivo de que nuestra vida sea lo más feliz posible.
Prevengo al lector que, salvo en el caso que haya definido un término, me expresaré siempre con el significado que el uso común indica para cada palabra.
Las estadísticas mencionadas en general no son actuales, son históricas e indican tendencias.
La solidaridad ¿es dura?
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