José Arenas (1989) es escritor y tallerista. Ha ejercido el periodismo en medios como Infobae (Arg.), El País Cultural y Delicatessen.uy, y el portal Escaramuza.

Como poeta escribió los libros Fueye Hembra, Sofía, el tango y otros desaciertos y Teoría de la milonga. En narrativa publicó las novelas Los rotos, Papeles suizos, Maricas muertas y La furia de los hombres, entre otras. Es letrista e investigador de tango desde hace más de diez años y su obra ha sido grabada por diversos artistas, entre los que se destacan los discos Melonio canta Arenas, de Estefanía Melonio, y Teoría de la milonga, de Jorge Portillo. Recibió diversos premios y menciones en el área de las letras. Asegura que nunca fue ni irá al Cabo Polonio.

Sobre Soy lo prohibido se escribió:

«¿Quién sentirá deseo sexual a los cuatro años? ¿De donde saqué ese diablo que me habita desde entonces?». Susurrando, jadeando, alhajado de lirismo en su grito rebelde con esta ofrenda insoslayable e impresa para todes, el gran José Arenas logra con creces liberarnos de tanto atavismo impúdico, más acá o allá de lo prohibido: nuestra patria gozosamente paria y sin límites para el deseo absoluto al fin desatado”.

Fernando Noy

Este libro es un animal,

este animal es un incendio,

este incendio piensa,

y pensando, canta.

Un texto-herida, quilombo y claridad. Arenas hace reflexión punzante con los recuerdos y desarma falsas dicotomías: ¿ser gays nos salva de algo?, ¿o será que no es tan distinto ser marica de ser macho? ¿De qué manera lo gay está atravesado por aquello que una y otra vez nombramos patriarcado? José hace un recorrido por su propia historia, atendiendo una realidad colectiva. La apertura de una infancia sin géneros, la curiosidad puesta en las manos; una adolescencia en la que el lenguaje erotiza y la palabra destruye; una adultez que es la superposición de los tiempos, donde existir todavía duele pero se vislumbran fisuras para el cariño, y se nombra con desmedida belleza, sin tabú ni eufemismo.

Gabriela Escobar

En textos incendiarios que se abren paso por diferentes coordenadas, José Arenas destroza todo tipo de moral falluta e irrespirable. Lo hace desde un cuerpo, el suyo, y con el desparpajo y la lucidez que caracterizan su escritura. El camino es la palabra y la carnalidad que esta mantiene con el deseo. Marica, macho, sexo, pija, oso, son algunas de las tantas palabras que somete a un escrutinio feroz, con lo que habla no solo de gozar y padecer el cuerpo, sino también de la dimensión colectiva, y fallida, de esa tensión. Es evidente: nadie saldrá a salvo de estos escritos linderos con la crónica, las memorias y el ensayo más urgente.

Rosario Lázaro Igoa