Por The New York Times | Ben Sisario
Una serie documental del director de ‘El señor de los anillos’ explora los matices del último año de la historia de la banda. La película incluye decenas de horas de material inédito.
Es una fría mañana de enero de 1969 y tres de los cuatro Beatles están reunidos en un vasto estudio cinematográfico de Londres, con cámaras rodando y micrófonos por todas partes. “Lennon llega tarde otra vez”, dice Paul McCartney con toda naturalidad, mientras conecta su bajo.
Con Ringo Starr y George Harrison adormilados y sentados frente él y una bandeja de tostadas y mermelada a su lado, McCartney empieza a rasguear y cantar, en busca de inspiración. En pocos minutos, un ritmo de medio tiempo toma forma y surge una melodía vocal familiar. Get back, canta en un débil alarido. Get back to where you once belonged: vuelve a donde alguna vez perteneciste. Casi como por arte de magia, un clásico de los Beatles comienza a materializarse de la nada.
Más tarde, ese mismo día, tras la llegada de John Lennon, las cuatro deidades del rock se reúnen en un círculo y discuten. Tienen planes sueltos para un concierto especial de televisión con canciones nuevas, pero la mayoría de ellos parecen intimidados por el evento, y puede que también se intimiden unos a otros. Lennon, que parece estar distraído durante gran parte de la reunión, declara vagamente que su único objetivo es la “comunicación” con el público, mientras que un impaciente McCartney reta a sus compañeros de banda a mostrar algo de entusiasmo por el proyecto o a abandonarlo.
Harrison deja escapar lo que todos pueden estar pensando: “¿Tal vez deberíamos divorciarnos?”.
Esas escenas, una tras otra, en la serie documental de Peter Jackson The Beatles: Get Back , un proyecto de más de siete horas de duración que se emitirá en tres partes en Disney Plus del 25 al 27 de noviembre, encapsulan las dos caras del periodo más controvertido de la historia de los Beatles: la gloria de la creación artística de la banda de rock más querida e influyente del mundo, y los agotadores conflictos que condujeron a su ruptura, anunciada un año después.
Para los fans de los Beatles, o para cualquier estudioso de la cultura pop del siglo XX, son asombrosos atisbos de la vida laboral de la banda y de las tensiones que la rodeaban.
“Es como ese único sueño imposible para un admirador”, dijo Jackson en una entrevista en video desde Wellington, Nueva Zelanda, donde ha pasado gran parte de los últimos cuatro años en una sala de edición a oscuras rodeada de recuerdos de los Beatles. “Me gustaría poder entrar en una máquina del tiempo y sentarme en la esquina del escenario mientras ellos trabajan”, dijo, describiendo un sueño de toda la vida como un niño que reza por el mejor regalo de Navidad. “‘Solo por un día, solo para verlos, me quedaré muy quieto y me sentaré allí’”.
“Bueno, ¿adivina qué?”, continuó. “La máquina del tiempo ya está aquí”.
La película de Jackson es también una volea en uno de los debates más antiguos de la erudición sobre los Beatles. La jornada de la banda en enero de 1969 comenzó con una intensa presión para montar un espectáculo en vivo de concepto elevado y terminó con algo maravillosamente de bajo concepto: una actuación improvisada a la hora del almuerzo en una azotea de Londres que recordó al mundo la majestuosidad, la espontaneidad y el ingenio de la banda. “Espero que hayamos aprobado la audición”, bromea Lennon al final del espectáculo.
Ese periodo ya fue objeto de Let It Be, un filme vérité de 1970 de Michael Lindsay-Hogg; su banda sonora fue el último LP de estudio de los Beatles. Con el tiempo, esa película adquirió la reputación de ser un documento sin alegría del colapso de la banda, y los testimonios posteriores de los miembros de los Beatles parecían reforzar esa opinión. Lennon describió las sesiones como un “infierno” y Harrison las calificó como el “invierno del descontento” del grupo.
Sin embargo, este relato ha sido cuestionado durante mucho tiempo por algunos aficionados a los Beatles. Argumentan que la película de Lindsay-Hogg se editó de forma selectiva para conseguir la máxima tristeza, tal vez para explicar retroactivamente la ruptura —Abbey Road, el verdadero canto del cisne de los Beatles, se hizo después de Let It Be, pero se publicó antes—, mientras que las pruebas de las cintas de contrabando sugieren una mezcla de placer y frustración que resulta familiar para cualquier músico que se esfuerza por lograr la toma 24 en la fecha límite.
La mera existencia de Get Back es una señal de que, más de medio siglo después de la disolución de los Beatles, su historia sigue sin resolverse, y sigue estando infinitamente madura para la investigación profunda y los contrarrelatos partidistas.
La película de Jackson, que llega con la autoridad de un rayo lanzado desde la cima de una montaña en la Tierra Media, puede convertirse en el punto final de la discusión sobre este periodo, aunque la historia que cuenta no es nada sencilla. Jackson, el oscarizado director de la trilogía de El Señor de los Anillos —y un declarado fanático de los Beatles—, tuvo acceso a casi 60 horas de material inédito por parte de Apple Corps, la compañía de los Beatles, sin otro cometido, según Jackson, que restaurar la película y contar la historia completa.
Los Beatles, o al menos sus sustitutos corporativos, han acogido la versión de Jackson, y un adelanto de la película puso de relieve algunos momentos de bobería fraternal, como el grupo bailando y haciendo payasadas en el estudio. En un evento de la industria musical celebrado el año pasado, Jeff Jones, director ejecutivo de Apple Corps, prometió que la nueva película “rompería el mito” de que esas sesiones fueron “el último clavo en el ataúd de los Beatles”. Sin embargo, Jackson dijo que la banda no ha tenido ninguna influencia en su trabajo.
“Todo el mundo piensa que es un lavado de cara” porque los Beatles han autorizado la película, comentó Jackson riendo. “Pero en realidad es casi todo lo contrario. Muestra todo lo que Michael Lindsay-Hogg no pudo mostrar en 1970. Es una mirada sin tapujos a lo que ocurre”.
Para los fans que recuerden la película de Lindsay-Hogg, o que hayan leído anécdotas lúgubres en alguno de decenas de libros que hay sobre los Beatles, las escenas de payasadas y avances creativos de Jackson saltan de la pantalla. Vemos a los Beatles morirse de risa ante el micrófono, imitar acentos elegantes y realizar payasadas absurdas como si se tratara de un número de Monty Python.
“Ves a estos cuatro grandes amigos, grandes músicos, que se unen y desarrollan estas canciones, y lo ves todo en la pantalla”, dice Jackson.
Día tras día, el nuevo material va tomando forma. Al pulir la letra de la canción “Get Back”, McCartney y Lennon prueban nombres para un personaje que se marcha de su casa de Arizona: Jojo Jackson, Jojo Carter, Jojo Daphne. Al eliminar el último nombre, McCartney dispone de suficientes sílabas para dar un poco más de especificidad a la historia: “Jojo dejó su casa en Tucson, Arizona…”.
Lennon, mascando chicle, levanta la vista para preguntar: “¿Tucson está en Arizona?”.
La original Let It Be se rodó en una película de 16 milímetros y se amplió a una granulada de 35 milímetros. Las generaciones de fans, si es que la han visto, solo han tenido acceso a la película en copias de mala calidad transferidas de cintas de video. Nunca se ha editado oficialmente en DVD o en formatos online.
Le conté a Jackson que cuando por fin vi Let It Be, hace unos 20 años, mi tienda local de alquiler de videos exigía un depósito de 100 dólares en efectivo. Jackson cogió una copia antigua de VHS y dijo que hacía tiempo que se arrepentía de no haberla comprado cuando visitó Estados Unidos a principios de los 80, pero que el formato no se podía reproducir en su máquina de Nueva Zelanda. Mientras hacía Get Back, localizó un original en eBay por 200 dólares.
“No tengo una VHS”, dijo, “así que sigo sin poder reproducirla”.
Las imágenes restauradas de Jackson en Get Back son sorprendentemente claras, y ayudan a dar cuerpo a una historia de ansiedad creativa y comodidades dentro de la Fortaleza Beatle. Los asistentes sirven copas de vino mientras los músicos ensayan; Yoko Ono pinta caligrafía japonesa mientras Lennon y McCartney, a unos metros de distancia, cantan en broma “Two of Us” con acentos tontos.
Pero la desgracia nunca está lejos, y a medida que las discusiones avanzan, empieza a parecer milagroso que los Beatles puedan seguir juntos. En un momento dado, Harrison renuncia brevemente la banda, aparentemente harto de su condición de segundón. En la cafetería del estudio, Lennon le dice a McCartney que las desavenencias de la banda con su guitarrista principal han sido “una herida supurante”.
Después de que Harrison se marcha, los Beatles restantes tocan en voz alta y con rabia. Starr rompe la batería. Ono, vestida de negro, se pone delante de un micrófono y grita hasta alcanzar un clímax salvaje, quizá el sonido más violento que jamás hayan creado los Beatles.
Un tema recurrente es el malestar de la banda por el papel de Ono, que se sienta al lado de Lennon constantemente durante las sesiones y que llegaría a ser vilipendiada por los fans debido su supuesto papel en la ruptura de los Beatles. Un libro que acompaña a la película, con más transcripciones de las cintas, cita a Lennon diciéndole a McCartney: “Por ella, los sacrificaría a todos ustedes”.
Sin embargo, nunca queda claro si los conflictos de los Beatles están causados por los acontecimientos del momento o por el estrés acumulado de años bajo los reflectores. Peter Brown, que fue un alto ejecutivo de Apple durante esta época, dijo en una entrevista que los problemas comenzaron con el éxito de Sgt. Pepper en 1967.
“Estaban haciendo cosas que nunca habían hecho antes, y estaban muy muy preocupados de que fuera a despegar”, dijo Brown. “Y, por supuesto, despegó como una locura. Entonces, ¿cómo se sigue después de eso?”.
Algunos de los dramas, por supuesto, pueden ser cosas típicas de una banda. Neil Finn, del grupo neozelandés Crowded House, dijo que Jackson mostró a su banda unas cuatro horas de grabación a principios de este año. “Todos lloramos”, escribió en un correo electrónico.
“Muchas cosas tocaron la fibra sensible de mis propios ensayos y experiencias de grabación”, añadió Finn. “Paul preguntando a John si tenía alguna canción nueva, y John como que fanfarroneando con su respuesta: Uh, tal vez, en realidad no. Puedes ver a los demás mirando con incredulidad. He visto esa mirada antes”.
Pero lo que estaba en juego para los Beatles era increíblemente alto, y la perspectiva de la disolución de la banda merodea como una nube sobre casi toda la película. Al principio, McCartney sugiere una idea para el especial de televisión, que está aún sin definir. Propone intercalar su actuación con reportajes de noticias sobre terremotos y otros acontecimientos “candentes” en todo el mundo. “Y al último”, dice McCartney, “el boletín final es: ‘Los Beatles se han separado’”.
Hasta cierto punto, Get Back y la original Let It Be son pruebas en un estudio de la verdad. ¿Muestran realmente las imágenes el final de los Beatles, o la historia se ha equivocado todos estos años? ¿El peso de la evidencia apunta a que la banda estaba alegre y creativamente fecunda, o harta de la compañía de los demás? La respuesta puede ser: todo lo anterior.
En una nota incluida en la nueva reedición del álbum Let It Be, McCartney escribe que la película original “era bastante triste, ya que trataba de la ruptura de nuestra banda, pero la nueva película muestra la camaradería y el amor que los cuatro nos teníamos”.
Lindsay-Hogg cree que no solo los fans, sino probablemente también los propios miembros de los Beatles, han interpretado mal Let It Be durante años.
“Creo que parte de la reputación que ha tenido Let It Be es que durante mucho tiempo nadie la había visto”, dijo en una entrevista. “Y todo se volvió muy confuso por el momento en que salió, que fue justo después de que se separaran”.
Por supuesto, los Beatles no se disolvieron en enero de 1969. Llegaron a grabar Abbey Road más tarde ese año, con mucho cuidado; la mayoría de las canciones de ese álbum, incluyendo “Octopus’s Garden”, “Mean Mr. Mustard”, “Carry That Weight”y “Something”, se escuchan en sus primeras etapas durante Get Back.
Pero la película de Jackson deja claro que el final estaba cerca. Si hay un verdadero culpable de la ruptura, fueron los conflictos empresariales que se produjeron durante 1969, cuando el grupo se peleó por su gestión, y Lennon y McCartney intentaron, sin lograrlo, tomar el control de la empresa que tenía sus derechos de composición.
Esos problemas se presagian en Get Back con la pronunciación de un solo nombre: Allen Klein, el gerente de negocios estadounidense que llega unos días antes del espectáculo en la azotea para ofrecer sus servicios a la banda. Poco después de los acontecimientos mostrados en Get Back, Lennon, Harrison y Starr firmaron con Klein; McCartney se negó, y el cisma nunca se reparó. Klein murió en 2009.
“Nuestra película no muestra la ruptura de los Beatles”, dijo Jackson, “pero muestra el único momento singular de la historia que se podría decir que fue el principio del fin”.
Si los estudiosos y los fanáticos de los Beatles han demostrado algo, es que incluso un resumen contradictorio de la banda y su influencia puede seguir siendo verdadero. Los Beatles fueron una boy band pop que acabó empujando los límites creativos de la música rock más lejos que nadie; casi todos los días de su existencia juntos han sido documentados exhaustivamente, aunque es imposible lograr un recuento completo de sus motivaciones.
Get Back parece contener todas esas multitudes: el deleite, la tensión, las peleas y la maravilla de los Beatles simplemente tocando música en la azotea.
“No hay buenitos en ella, no hay malotes”, dijo Jackson. “No hay villanos, no hay héroes. Es solo una historia humana”.
Ben Sisario cubre la industria musical. Escribe para el Times desde 1998. @sisario
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