Por The New York Times | Allison McCann
DOHA, Catar — El último partido oficial de futbol que jugó la selección nacional femenina de Catar fue el 19 de abril de 2014. Hagar Nader Nessim Aziz Saleh, que en ese momento tenía solo 15 años, ahora apenas puede recordarlo: hacía un poco de frío ese día, y Catar estaba jugando en Amán, Jordania, en el campeonato femenino de la Federación de Futbol de Asia Occidental.
Ella recuerda que gritó y celebró cuando Dana al Jassim anotó en tiempo extra, en el minuto 92, uno de los únicos goles de Catar en el torneo. Su equipo perdió ese día, 8-2 y no ha jugado un partido oficial desde entonces.
Ha habido algunos partidos amistosos y varios intercambios culturales, entre estos una visita de jugadoras de un equipo femenino estadounidense en 2020 y un viaje a Nueva York y San Francisco a principios de este año para aprender sobre el futbol femenino en Estados Unidos. Hay fotos del equipo, vestido con pantalón y chaqueta deportiva color granate y camiseta blanca con el parche oficial de la Asociación de Futbol de Catar. Pero se nota lo antiguo de las camisetas, en ellas aparece el patrocinador, Burrda, cuya asociación con la federación de futbol catarí terminó hace años.
Aparte de eso, casi no hay evidencias de la existencia de un equipo nacional de futbol femenino en Catar, incluso cuando el país es sede de la Copa del Mundo masculina. No hay mención de algún equipo femenino en el sitio web de la Asociación de Futbol de Catar, y no hay ningún equipo que figure en la clasificación femenina de la FIFA. Hay una página de Wikipedia y un curioso perfil de Instagram llamado Women’s Football Qatar con 106 seguidores.
El Mundial de Catar parecía una buena oportunidad para preguntar: ¿adónde fue la selección?
Los orígenes de un equipo
En 2001, Sheikha Moza bint Nasser al Missned, la esposa del emir en ese momento y la madre del emir actual, estableció el Comité de Deportes Femeninos de Catar para supervisar todos los deportes para mujeres y niñas. En 2009 se creó la selección nacional femenina de futbol, justo cuando Catar preparaba su candidatura para albergar la Copa del Mundo de 2022.
Un año después, y solo unas semanas antes de que la FIFA eligiera la sede de la Copa del Mundo de 2022, la selección femenina disputó su primer partido oficial. No salió bien. Después de caer derrotada 17-0 ante Baréin en la Copa Femenina de Arabia, el equipo perdió también ante Siria y el equipo palestino en el mismo torneo, por puntajes de dos dígitos cada vez. Pero había un equipo y un registro de sus juegos.
Un mes y medio después, el 2 de diciembre de 2010, Sepp Blatter, entonces presidente de la FIFA, abrió un pequeño sobre blanco y declaró a Catar la sede de la Copa del Mundo de 2022.
La FIFA no exige que un país anfitrión tenga equipos nacionales masculinos y femeninos. Las 211 asociaciones miembro de la FIFA tampoco están obligadas a tener equipos nacionales masculinos y femeninos, y decenas de países no los tienen. Pero en el informe de evaluación, de más de 30 páginas, que hizo la FIFA sobre la candidatura de Catar, en la sección sobre el desarrollo del deporte, Catar describió su compromiso con la “promoción del futbol femenino, incluso la creación de instalaciones especiales”.
Cuando se le preguntó si el país anfitrión estaba cumpliendo con esta promesa, un portavoz de la FIFA dijo: “No comentamos sobre el estado del desarrollo del futbol en países individuales o la situación de asociaciones miembro específicas”.
Catar parece tener planes para seguir adelante en al menos un aspecto: las instalaciones. Education City Stadium, una de las sedes del torneo, ha sido destinado al futbol femenino después de que finalice la Copa del Mundo. Pero la Aspire Academy, el proyecto multimillonario de captación de talentos de Catar, aún no cuenta con un programa de futbol femenino.
De hecho, el desarrollo del futbol femenino en Catar, al menos en lo que se refiere a la creación y el desarrollo de los canales que permitan el desarrollo de la selección nacional femenina, ha estado estancado durante los últimos ocho años, desde que Monika Staab se fue en 2014. Staab, que fue jugadora de la Bundesliga femenina de Alemania a fines de la década de 1980, ha pasado las últimas dos décadas desarrollando el futbol femenino en países de todo el mundo. Entrenó a la selección nacional femenina de Catar entre 2013 y 2014 y ahora es la entrenadora de la selección femenina de Arabia Saudita.
Staab dijo que abandonó Catar porque el Comité Deportivo Femenino quería a un hombre como entrenador y alguien que hablara árabe, cosa que ella no hacía. Ella dijo en una entrevista que no sabía qué pasó con la selección nacional después de su partida. Aún no gana un partido oficial, pero bajo el mandato de dos años de Staab, el equipo registró algunos de sus mejores resultados, derrotas por 3-0 y 1-0 ante Maldivas. Un equipo en el limbo
Saleh fue la jugadora más fácil de encontrar, por medio de una foto etiquetada de ella en la cuenta de Instagram de Women’s Football Qatar y un mensaje que le enviaron para concertar una cita. Antes de aceptar, pidió que la solicitud pasara primero por Abeer Ahmed al Kuwari, gerente de la selección nacional femenina y miembro del Comité Deportivo Femenino de Catar. Al Kuwari acordó organizar una reunión y dijo que traería a Saleh y algunas otras jugadoras de la selección nacional.
En el Tawar Mall, un centro comercial pequeño y anticuado a unos 20 minutos del centro de Doha equipado con un Papa John’s y un Starbucks, Al Kuwari estaba esperando en una cafetería de estilo escandinavo en la planta baja. Ella dijo algunas cosas sobre la Copa del Mundo mientras esperaba que llegaran las jugadoras.
Shaima Abdullah al Siyabi, corredora de seguros de 31 años y portera de la selección, llegó de primera, seguida de Suaad Salim al Hashimi, capitana y centrocampista central de 35 años (también es corredora de seguros), y finalmente Saleh, la más joven con apenas 23 años y actualmente estudiando derecho.
Cuando se le preguntó si el equipo nacional femenino realmente existía, si era un equipo real, Saleh dijo: “Sí, pero hemos sido intermitentes durante un tiempo”. Los entrenadores se fueron, agregó, y luego la pandemia de coronavirus cerró todo por un tiempo. Pero eso sucedió en todas partes también. Entonces, ¿por qué la selección de Catar dejó de jugar?
“Nuestros resultados fueron malos”, dijo Al Hashimi, quien habló en voz baja detrás de unas gafas de sol oscuras, con un pequeño piercing morado en la ceja apenas visible. “Nos tomamos un tiempo libre para entrenar, jugar solo amistosos y mantenernos alejadas de los medios. Pero creo que algo resultó como no lo esperaban, algo sucedió y ellos detuvieron todo”.
Le pregunté: ¿quiénes son “ellos”? Las jugadoras se miraron incómodas entre sí y a Al Kuwari, repitiéndole las preguntas en árabe. Pero ella también ofreció poca explicación sobre los últimos ocho años.
“Ella dijo que nos están rechazando sin razón”, dijo Saleh en nombre de Al Kuwari. La identidad de “ellos” aún no estaba clara.
Al Kuwari dijo que estaba en el proceso de poner a la selección nacional femenina bajo la tutela de la Asociación de Futbol de Catar, donde ahora trabaja, y que había llegado a la federación con una lista de demandas para 2023: campamentos de entrenamiento, partidos amistosos, nuevo entrenador, entrenador de porteros, cuerpo técnico, instalaciones dedicadas al equipo femenino. Es una lista larga.
¿Y si no consiguen estas cosas? “Estamos esperando que el legado de la Copa del Mundo nos traiga de nuevo a colación. Esa es nuestra única esperanza”, dijo Saleh.
La entrevista terminó después de una pregunta sobre la candidatura para la Copa del Mundo de 2022 y si las mujeres pensaban que su equipo era solo un requisito que cumplir para que la FIFA aprobaría los planes de Catar. Las jugadoras no respondieron, pero Al Kuwari habló. “No. No, no, no”, dijo. Saleh volvió a traducir para ella: la selección femenina comenzó en 2009, un año antes de la candidatura, insistió, antes de que Catar supiera que albergaría la Copa del Mundo. Integrantes de la selección femenina de futbol de Catar en un café en Doha, Catar, el 25 de noviembre de 2022. (Allison McCann/The New York Times)
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