Entre la tarde de este domingo y la tarde de este lunes fue Yom Kippur, conocido en español como el Día de la Expiación o del Perdón, la jornada más sagrada para el judaísmo.
Se trata del punto de culminación de los “días extremadamente santos” (en hebreo, Yamim Noraim), que inician con Rosh Hashaná, el año nuevo judío y constituyen diez días de arrepentimiento para los fieles.
Es considerado el día más santo y solemne, ya que su centro es la expiación de los pecados, el perdón, el arrepentimiento y la reconciliación. Por esta razón, los judíos deben ayunar completamente desde el momento que sale la primera estrella de la noche y hasta el siguiente anochecer.
Es por eso que durante ese período, los fieles judíos tienen prohibido comer, beber, bañarse (o cualquier tipo de limpieza corporal) la utilización de cuero o joyas de oro, el untamiento de cremas o bálsamos y las relaciones conyugales. Conocido como “el Sabbat de los Sabbat”, en este día los más respetuosos de las reglas rabínicas cumplen las mismas normas que en el día sagrado de cada semana, como por ejemplo, no trabajar, construir, crear u otras actividades.
Es por eso que muchos negocios, comercios o empresas que pertenecen a integrantes de esta colectividad cierran sus puertas durante Yom Kippur, como sucedió en Uruguay y en otras partes del mundo este lunes.
Según la tradición judía, Yom Kippur tiene su origen en el éxodo de los israelitas dirigidos por Moisés desde Egipto hasta la tierra prometida. Luego de que Dios le diera las tablas con los 10 Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí, el profeta bajó de la montaña y encontró a la gente adorando un becerro de oro. Él, enfurecido, destruyó las tablas con ira, pero luego que los israelitas expiaron su pecado, Dios los perdonó.
El judaísmo tiene como creencia que Dios inscribe en Yom Kippur el nombre de cada persona para el año siguiente en el llamado Libro de la Vida, en Rosh Hashaná, y espera hasta Yom Kippur para “sellar” su veredicto.