Durante la mayor parte del siglo pasado, el color blanco predominó en el mobiliario de tocador. Sin embargo, en las décadas de 1960 y 1970 ciertas tendencias coloristas ganaron espacio en esa íntima habitación. Así, lozas en tonos granate, verde oscuro y hasta negro aparecieron en muchos hogares.
Más allá de esos “años alocados”, el imperio del color duró poco y la blancura volvió a apoderarse de los baños.
Esta preferencia por el blanco no es casual, y hay razones más que atendibles para mantenerla.
Si bien algunas personas podrían creer que el problema es que los colores oscuros pueden disimular una peligrosa falta de higiene, desde la web especializada en hogar House Digest consideran esto como un factor positivo.
En su artículo, la publicación explica que si bien la loza negra puede disimular algunas manchas y contribuir a un mejor aspecto del mobiliario, en realidad destacaría otras que son más comunes en una habitación húmeda como un baño.
En concreto, señalan que el moho o la cal serían mucho más visibles en un WC negro que en uno blanco.
Por ello, aconsejan que quien desee dar un tono más oscuro a su baño apele a otros recursos. Curiosamente, una de las sugerencias es un artículo cuya oferta no es precisamente abundante: el papel higiénico negro.