Por The New York Times | Isabella Kwai
LONDRES — El golpeteo de los puños que impactaban las manoplas hacía eco en todo el gimnasio mientras había parejas de mujeres que daban vueltas entre ellas, lanzando y bloqueando golpes, con una concentración singular. Un jab sólido de una mujer provocó un murmullo de aprobación de su compañera sudorosa. Otra se agachó anticipando un gancho de izquierda que iba en su dirección.
“¡Tan solo dos golpes! ¡Con eso basta!”, les decía la instructora.
Las mujeres —abogadas, maestras y trabajadoras de tiendas minoristas de toda la ciudad— estaban en un gimnasio del norte de Londres para practicar las técnicas del Krav Maga, un sistema de combate de autodefensa.
“Cuando te pasan cosas, puedes hacer mucho para oponer resistencia”, comentó Jia Li, de 26 años, una asesora comercial que en parte se inscribió a la clase porque un hombre la había acosado de manera física en la calle este año. “No estás del todo indefensa ni impotente”.
Antes de que la pandemia aumentara los riesgos del contacto cercano, los deportes de combate como el boxeo y las artes marciales y las técnicas de autodefensa como el Krav Maga habían ganado popularidad como una de las maneras de entrenamiento físico y protección para las mujeres del Reino Unido, según muchos instructores.
Sin embargo, según los gimnasios, después de un año marcado por el aislamiento y la soledad a causa del virus y los casos de alto perfil de violencia en contra de mujeres, ha habido un resurgimiento del interés de las mujeres que quieren aprender a pelear y defenderse.
Un gimnasio al este de Londres, Fightzone London, señaló que, en comparación con 2019, la cantidad de mujeres que quería tomar clases se había duplicado después de reabrir este año. En Miguel’s Boxing and Fitness Gym al sur de Londres, donde más o menos el 70 por ciento de los miembros son mujeres, la demanda por las clases de boxeo es tan alta que agregaron varias clases nuevas por semana. Y varias sucursales de Safari MMA, un gimnasio de artes marciales que da servicio especial a mujeres, tienen listas de espera.
“Cuando comenzamos a abrir después del confinamiento, estábamos como locos”, comentó Khadijah Safari, su fundadora. Safari señaló que las listas de espera habían crecido tanto que en un inicio el gimnasio tuvo que rechazar gente. “Eran personas nuevas”, mencionó.
Muchas de las mujeres dijeron que les atrajo la autodefensa porque el ejercicio físico y mental que requiere les ayudaba a mitigar el impacto que habían recibido durante las cuarentenas; el entrenamiento les ayudaba a generar confianza, aliviar el estrés y hacer nuevas amigas.
“Mucha gente alcanzó su punto más bajo durante el confinamiento”, comentó Safari. “Le costó mucho regresar a los entornos sociales. Y cuando te sientes vulnerable, buscas fortaleza”.
Hay distinciones entre los deportes como el boxeo, las artes marciales y el Krav Maga, el cual fue desarrollado por las Fuerzas de Defensa de Israel y usa habilidades de otros deportes de combate para enseñar autodefensa. De hecho, según los instructores de Krav Maga, responder a una agresión debe ser el último recurso cuando una persona está frente a una situación de peligro potencial; por ejemplo, le aconsejan a la gente que entregue sus objetos de valor cuando la intenten asaltar y evitar confrontaciones siempre que sea posible.
Muchas mujeres dijeron que sus experiencias de acoso o agresiones fueron un factor para tomar la decisión de comenzar con los deportes de combate.
“Ese fue un gran componente para elegir este deporte”, opinó Shaaista Lalla-Saib, de 22 años y recién egresada de la universidad, cuando terminó su clase de kickboxing tailandés al este de Londres. “Siento que tengo mayor confianza”.
Lalla-Saib dijo que se había hartado de que la acosaran borrachos cuando salía de noche con sus amigos. “Al menos conoces los movimientos… no para pelear con alguien, pero en esencia para que sepan que se deben alejar”, mencionó.
Sarah Brendlor, instructora en London Krav Maga, comentó que hubo un inmenso interés de organizaciones e individuos que querían aprender autodefensa después de que Sarah Everard, una joven londinense, fue secuestrada y asesinada por un oficial de la policía en marzo.
Los detalles de su homicidio —los cuales detonaron una reflexión a nivel nacional sobre la seguridad de las mujeres— se volvieron un catalizador de conversaciones sobre violencia, comentó Brendlor. “Produjo muchísimo miedo y enojo y sin duda provocó que las personas compartieran sus experiencias”, comentó Brendlor.
Para las mujeres que ya habían tomado precauciones convencionales —caminar en calles bien iluminadas y vestir con ropa de colores brillantes—, el asesinato de Everard tan solo intensificó el terror.
“Cuando me enteré de la muerte de Sarah Everard, me dolió mucho”, opinó Dimple Gorsia, de 23 años.
Gorsia señaló que empezó a tomar Krav Maga después de sobrevivir a un crimen violento varios años atrás, como un mecanismo para resolver el estrés postraumático que le produjo el ataque.
Gorsia mencionó que ahora espera convertirse en instructora de tiempo completo. “Había una partecita de mí que decía: ‘Por eso estoy eligiendo la autodefensa como un estilo de vida’”, dijo. “Mi pasión por esto se volvió mucho más fuerte después que se convirtió en un trabajo”. Los gimnasios se han percatado del interés renovado y están intentando acomodar a los nuevos estudiantes y hacer que la cultura sea más incluyente.
“A lo largo de la historia, el entorno de las artes marciales había sido bastante intimidante, con muchos hombres agresivos, pero ahora ya no es así”, comentó James Roach, un dueño de Fightzone London. Roach señaló que el gimnasio estaba experimentando con una clase solo para mujeres los fines de semana a fin de calibrar el interés. Aunque aprender deportes y técnicas de combate les ha dado una mayor sensación de confianza y seguridad, las participantes mencionaron que lamentaban tener que vivir en una sociedad en la que fuera necesario ese tipo de clases.
“Solo muestra cuán injusto es, porque dejar de ser depredadores es una responsabilidad de los hombres”, opinó Li. “Pero ahora terminó por ser nuestra responsabilidad elegir las artes marciales o lo que sea para detener a esos depredadores”.
Sin embargo, Li comentó que, gracias al curso, estaba más convencida de que ya no era indefensa después de todo. “Voy a ser más fuerte a partir de lo vivido en la clase”, opinó. Una mujer y un hombre entrenan durante una clase de boxeo en Fightzone en Londres, el 25 de noviembre de 2021. (Mary Turner/The New York Times) Una mujer y un hombre entrenan durante una clase de Muay Thai en Fightzone en Londres, el 25 de noviembre de 2021. (Mary Turner/The New York Times)