El periodista Jorge Señorans trae su obra “La culpa la tiene el técnico: historias del loco mundo de los entrenadores”, un libro que, con el fútbol como escenografía, nos relata historias locas y profundamente humanas.
22 directores técnicos fueron tratados en el libro, con declaraciones de los protagonistas y de personas relacionadas, pero en esta ocasión repasaremos seis de esos.
Uno de los primeros entrenadores que aparece es el “Gladiador” Julio Ribas, una máquina de generar recordadas historias por su particular manera de entender el fútbol.
Hizo subir al delantero de Bella Vista al ómnibus con una planta en la cabeza para cortar una mala racha, le ganó un torneo a la Juventus de Italia con Juventud de Las Pierdas, mandó a pintar el vestuario visitante de Belvedere de negro para que parezca un ataúd, se bañaba en la piscina en pleno invierno, sus jugadores no podían salir de noche, cambió los apodos de varios futbolistas y amenazaba a sus dirigidos con mandarlos a un sótano con tarántulas, entre otros anécdotas que repasa.
“¡Somos guerreros! ¡Guerreros de la vida! Los que entran a un estadio no son azafatas ni modelos, son guerreros”, cita el libro. Además, en su primera etapa en Peñarol, contestaba el teléfono de Los Aromos él mismo: “Trinchera Los Aromos, buenas tardes”.
Presenció un duelo a muerte de su abuelo con el presidente de ese momento, Luis Batlle Berres, y con Liber Seregni. “El honor es un valor, un pilar que es importante que permanezca en todos. Se defiende con ideas, con hechos, con solidaridad, pero no con violencia”, explicó Ribas.
El actual entrenador de la selección de Gibraltar, a la cual comenzó a dirigir siendo la peor del ranking FIFA, reflexionó: “Yo siempre me he regido por una frase que adoro: ‘hacer los esencial para después hacer lo posible, que lo imposible será tuyo’”.
Estas son solamente algunas de las numerosas anécdotas que tiene Julio Ribas, las cuales las explica la obra tratada en esta ocasión.
A lo Juan Ramón: “Hay ruido y paga hablar de Carrasco”
A Juan Ramón Carrasco lo amas o lo odias, como él bien dice. Entre una de sus tantas historias que relata el libro, una de ellas habla del día que se acostó a tomar solo en el banco de suplentes en medio de un partido entre Liverpool y River Plate por entender que su equipo no estaba rindiendo como esperaba.
En otra ocasión, la preguntó las tablas a un jugador y debido a no recibir una respuesta, dijo frente a todo el grupo: “No sabe las tablas, lo voy a mandar a Tercera”. Además, recuerda la mítica arenga del zapato, la pelota y la vaca, previo a un partido que enfrentó con River ante Nacional.
Repasa su cruce con Carlos Bueno, donde después del partido entre Peñarol y Fénix declaró: “Tiene un callo en la cabeza, está rayado”. También tuvo un intercambio con Gonzalo Bergessio luego de dominar la pelota para demorar el juego: “Pisala ahora, p…”, le gritó el argentino tras un agónico empate.
Fue árbitro en pretemporada “vestido de playa” y, en otro amistoso, se acostó a tomar el sol sin remera y con chancletas y dio así la charla del entretiempo.
“Puedo decir con total propiedad que en el fútbol uruguayo está la corriente de De León y la otra que no existía y se inició cuando empecé a dirigir yo”, sostiene el popular JR, en lo que es una de las tantas frases que dejó, y sigue dejando, para el recuerdo.
¡Va bala, Mariolo!
“Cuando llegué a Peñarol no heredé un escándalo, heredé diez”, es una de las frases de cabecera de la primera etapa de Mario Saralegui como entrenador de Peñarol.
“Salgo con los jugadores, pero acá exageran”, dijo tras una fiesta por la obtención de un Torneo Clausura. Además, confesó que salió junto a sus dirigidos a una fiesta de disfraces por el cumpleaños de Maximiliano Arias y a otras dos por ganar los clásicos del año 2008.
Recuerda, además, el incidente en el Gran Parque Central dirigiendo a Liverpool, cuando Diego Polenta y Sebastián Eguren lo acusaron en pleno partido de gritar los goles de Peñarol, que jugaba al mismo tiempo: “Yo les grité a mis jugadores el gol y Eguren me vino a encarar. Cero control emocional. No le falté el respeto a nadie y a mí me putearon todo el partido”.
Estudio psicología, por lo que para cortar una mala racha de local de Liverpool, apeló al psicodrama. Además, en esa época, comenzó a utilizar Twitter, donde nació el conocido “va bala” previo a un partido con Nacional.
Para decorar una larga trayectoria en el mundo del fútbol, en 2020 concurrió al Parlamento como séptimo suplente de la diputada del Partido Nacional Valentina dos Santos.
A modo de reflexión, Señorans cita de Saralegui: “Cada uno de nosotros somos lo que somos hoy por la historia que tenemos. Uno no se puede transformar en otra cosa. No hay nadie que tenga tres huevos”.
Una empresa eligió a un DT de la selección
En 1999, Tenfield, encabezada por Francisco “Paco” Casal, contrató al argentino Daniel Passarella para que se haga cargo de la selección uruguaya en vez de hacerlo la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Sin embargo, terminó con varios escándalos, como la vez que periodistas fueron bajados de un avión, las diferencias con Hugo De León y reclamos ante la justicia, uno de ellos de un hotel por el vino consumido.
En el libro cita unas palabras de Passarella luego de su presentación como entrenador de la selección: “Todo surgió a través de un encuentro que tuve con Paco Casal. Siempre me dijo que tenía que venir a dirigir a Uruguay y en un café en Buenos Aires le dije que estaba dispuesto. Ahí comenzó todo, ya que él comenzó a sugerirles mi nombre a los dirigentes”.
Los periodistas Mario Bardanca y Enrique Yannuzzi fueron bajados del avión que trasladaba a la selección a Colombia por considerarlos “periodistas contras”. Ese vuelo fue contratado por Tenfield, señala la obra.
Su salida se dio “pura y exclusivamente” por “los problemas con Nacional y ante sus reincidencias”. “En toda nuestra etapa tratamos con más de 40 clubes de Inglaterra, España, Italia, México y Uruguay y con el único que hubo inconvenientes fue con Nacional”, apuntó antes de marcharse.
Simplemente Hugo
Hugo De León asistió a un local bailable porque le pasaron el dato de que uno de sus dirigidos salía todas las noches. Se lo encontró y le dijo: “¿Sabés por qué no te digo nada? Porque mañana jugás y hacés tres goles”.
De León siempre fue muy cabalero, por ese motivo, cuenta que Santiago Ostolaza lo saludó previo a un choque entre Nacional y Rentistas y el partido acabó con triunfo de los bichos colorados, por lo que en el siguiente el Vasco lo fue a buscar y recibió una respuesta: “Dejá, Vasco, venís a saludarme por cábala”.
También recuerda el momento que fue declarado persona no grata en Bolivia por sus declaraciones sobre La Paz: “Perdimos la clasificación en un lugar inhumano para jugar. No vuelvo más. Si no se puede jugar drogado, tampoco en la altura”.
Otra de las anécdotas que narra es que en 2006 aseguró que la selección uruguaya estaba “privatizada” y que “la camiseta de Uruguay fue prestada hace ya dos eliminatorias”.
Leticia Rodríguez, la primera mujer en dirigir a un equipo de hombres
“La lucha de una mujer que se abrió paso en un ambiente de hombres”. Leticia Rodríguez, de Colonia del Sacramento, logró hacerse un nombre en el fútbol femenino capitalino, llegando, además, a la selección uruguaya.
La obra de Señorans cuenta que en el liceo cuando se enteraron de que ella jugaba al fútbol, pretendieron mandarla a examen. Antes de cumplir 19 años, viajó a Montevideo a través del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) para cumplir su sueño y llegó a pasar una semana sin comer, además de trabajar en distintos rubros.
Con 17 años fue la primera mujer árbitro de Colonia en baby fútbol. Su vida cambiaria un día mientras caminaba por la rambla, donde observó a unas chicas jugando y se terminó uniendo al club Independiente, para no despegarse nunca más del fútbol.
“Fui la primera pastelera que se cruzó a la verde de enfrente”, contó la protagonista tras pedir el pase de Nacional a Peñarol en 2012.
En 2013 se recibió de entrenadora y a fines de 2017 fue contactada por Central Español para que tome las riendas de la quinta división, convirtiéndose así en la primera mujer en dirigir a un equipo de varones.
Si bien nunca se sintió discriminada por los jugadores, si encontró resistencia en algunos padres. Pero muestra orgulloso por todo el camino recorrido y el esfuerzo de quienes la rodean.
Por último, Señorans dedica un episodio especial para la huelga de los técnicos de 1988, cuando los entrenadores comían pizza debajo de la Tribuna Colombes del Estadio Centenario mientras los futbolistas jugaban por la Liguilla.
Otros 16 entrenadores son nombrados en este obra, donde se encuentran Juan Eduardo Hohberg: el hombre que volvió de la muerte; Gerardo Pelusso: el rockero; Julio Comesaña: el director técnico que dirigió al cuadro de Pablo Escobar; Gualberto Díaz: el choricero; Hugo Bagnulo: el rey de las cábalas; Luis Garisto: el sedicioso; Ondino Viera: el técnico acusado de vender la táctica del 50; Enrique Fernández: campeón con Barcelona y Real Madrid; Martín Lasarte: de Suárez a Griezmann; Luis Cabilla: la mafia; Mario Patrón: el locuaz; Jorge Fossati: un católico en el mundo musulmán; Juan López: el caballero; Rosario Martínez: el detractor de Guardiola y Bielsa; Carlos Manta: las andanzas de Carlos; y Marcelo Gallardo: un descubrimiento nacional.
Editorial: Ediciones B