Cuando Vanessa Dubarry llegó a Montevideo desde su Salto natal, su aspiración era estudiar en la Facultad de Medicina, algo que efectivamente hizo.
Como tantos otros universitarios, no disponía de rentas que le permitieran dedicarse sólo a los estudios, por lo que una vez instalada en la capital debió buscar empleo. Lectora voraz, no dudó un momento cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en una librería. No sabía entonces que esa decisión cambiaria su vida.
"Estudié cinco años en Medicina, otros cuatro en Psicología, pero esto es lo que amo", resume Vanessa, de pie en medio de su sueño hecho realidad: Librería Guyunusa, un emprendimiento comercial con ciertas particularidades.
La concreción de su proyecto llegó luego de dieciocho años de trabajo en una cadena de librerías presente en varios centros comerciales. "Siempre mantuve como algo utópico el tener mi propia librería", cuenta la joven empresaria a Montevideo Portal.
Hace cuatro años, el cumplimiento de otro sueño -la maternidad- hizo que aquella utopía cobrara nuevas dimensiones. "Eso fue un gran impulso para mí, la posibilidad de salir del shopping y tener otra disponibilidad horaria para estar con mi hijo era importante. Después del nacimiento de Lolo, la idea empezó a cuajar", afirma.
Una ayudita de mis amigos
El mercado editorial no escapa a esa cierta impronta pueblerina de todo lo uruguayo, aquello de que "nos conocemos todos". Y a la hora de tirarse con "lista propia", fue fundamental el conocimiento y la amistad de varios actores del rubro. En ese sentido, Vanessa agradece la colaboración de muchos, y especialmente "a los distribuidores, a los corredores que conocían el lugar (donde antes funcionara la librería Babilonia) y sabían de mi deseo de tener una librería propia".
Antes de tomar una decisión definitiva, Vanessa hizo consultas, sacó cuentas, y realizó por iniciativa propia un relevamiento en la zona de Tristán Narvaja para conocer mejor las posibilidades que ofrecía el lugar. "Era un gran paso, no podía darlo a ciegas", explica.
El corto verano del 2020
Al cabo de muchos esfuerzos, Guyunusa levantó cortina el pasado 16 de febrero. No era una librería más en la calle de las librerías, sino un proyecto edificado desde una perspectiva de género, algo que se aprecia al primer vistazo. Porque si bien sus estanterías ofrecen todo tipo de lecturas, la impronta feminista es evidente.
"Yo soy feminista, integro colectivos, y la idea era tener la posibilidad de contar con un lugar para que se generaran encuentros, colectivizar perspectivas de género y formar un espacio de resistencia", relata. Para tales fines, la empresaria tiene ambiciosos planes que incluyen el uso del vasto y acogedor sótano que posee el local. "Hay varias chicas interesadas en dar talleres ahí", adelanta, destacando que ya se está llevando a cabo uno a pequeña escala, acerca de la obra de Federico García Lorca.
Y si bien la propuesta comercial de la librería es diversa, la "declaración de intenciones" de Guyunusa no pasó inadvertida. "Me doy cuenta de que se acercaron muchas pibas con ese perfil", comenta Vanessa.
"No olvidemos que, salvo excepciones, el perfil del vendedor libros en Tristán Narvaja es el de un hombre de edad mediana o mayor. Una mujer al frente de una librería en esta calle generó cierta curiosidad. Se corrió la voz de que había una librería con orientación de género, pero no fue una voz que yo echara a correr. Yo no siento que sea tan sectorizada", considera.
La peste, esa novela
Guyunusa no había cumplido siquiera un mes de andadura cuando hizo su aparición en Uruguay ese molesto intruso que lo complicó todo: el SARS-CoV-2
"No pude acomodar el cuerpo en ningún momento", recuerda la joven empresaria, subrayando que la pandemia y las medidas de cuarentena llegaron cuando su emprendimiento apenas calentaba motores "Ni siquiera pude hacer números concretos, o evaluar", agrega.
"Estuve dos semanas con la librería cerrada, y eso también tiene que ver un poco con el género y la maternidad, la lucha de la mujer y madre por ocupar los mismos lugares de la sociedad históricamente ha reservado al hombre", comenta, haciendo referencia a esa suerte de malabarismo estresante de la conciliación entre trabajo y familia. Una balanza donde el mayor peso suele cargarse en el platillo femenino.
Con la pandemia "cerraron las escuelas y hubo que ocuparse de ese tiempo que Lolo pasaba ahí", y hacerlo en una circunstancia especialmente difícil. Así, ambos padres debieron multiplicar esfuerzos para que la librería no naufragara a tan poco de zarpar.
En los primeros días del confinamiento "todo fue un caos, se generó una alarma colectiva y nadie salía a la calle. Dejaba a Lolo con el padre y venía a trabajar, pero no había nadie", por lo que el trabajo se limitaba a cumplir con algunos pedidos a domicilio. "Fue todo a tesón. Si Guyunusa sobrevive al coronavirus, no la derriba nadie", dice con una sonrisa.
Lo que vendrá
Guyunusa no es un sitio aislado del mundo, y al igual que todos, de ahora en delante deberá transitar el áspero y empinado camino de la "nueva normalidad" y los desafíos que conlleva. Sin embargo, Vanessa se planta ante ese futuro con optimismo y energía.
Tras un marzo espantoso y un abril para el olvido "mayo y junio fueron un poco mejores", asegura. "La gente ha salido y sigue leyendo, y eso es lo importante que se ve en momentos como este: la capacidad de resiliencia del libro", sostiene.
Ahora, la idea es retomar algunos de los proyectos que quedaron aparcados en marzo, como terminar de acondicionar el sótano para albergar allí diversas actividades culturales.
Como todo propietario de una pequeña empresa, Vanessa afrontó -y afrontará- dificultades de todo pelaje. Sin embargo, no permite que eso le haga bajar los brazos, y señala satisfacciones que van más allá de lo meramente comercial.
"Lo importante y lindo es que mi hijo se crie entre libros. Cuando él viene acá es muy feliz. Yo quiero transmitirle que uno tiene que ir en busca de lo que ama hacer", concluye.
Librería Guyunusa
Tristán Narvaja 1601
091 318 445
libreriaguyunusa@gmail.com