Jorge Luis Borges, uno de los principales escritores del siglo XX, fue objeto de referencia, admiración y también de crítica por los autores del denominado “Boom latinoamericano”, a quienes antecedió generacionalmente.
Uno de los principales exponentes de ese fenómeno surgido en la década de 1960 fue Mario Vargas Llosa, quien falleció el domingo en Lima, Perú, a los 89 años.
En 1981, Vargas Llosa entrevistó a Jorge Luis Borges en el apartamento de este en la porteña calle Maipú, sitio donde el argentino, más interesado en la literatura que en la decoración de interiores, residía de manera austera.
Se produjo entonces un episodio que no debió ir más allá de lo anecdótico, pero su publicación por parte del peruano cayó mal al entrevistado, quien luego se despachó con la ironía de la que era capaz cuando se lo proponía.
La anécdota en cuestión fue referida en varias oportunidades y por diversas personas. En 2022, en el cierre de la muestra Borges: libros y manuscritos de un argentino universal, en Buenos Aires, el propio Vargas Llosa la contó.
En esa ocasión, recordó que antes de ir a la casa de Borges había presenciado una de sus aplaudidas ponencias. “Quedé absolutamente maravillado con la manera en la que aprendía de memoria las conferencias por su timidez. Las decía de una manera muy rigurosa y con una enorme tensión sobre sí mismo para poder hablar con la comunidad”, expresó.
Luego, al visitar a Borges en su apartamento de tres ambientes en la calle Maipú, Vargas Llosa se quedó asombrado por la morigeración en la que el gran escritor vivía.
“Me tocó conocer su piso, que era muy modesto, extraordinariamente sencillo y despojado de libros. No tenía un solo libro suyo. Tenía muy pocos libros, pero muy seleccionados”, expresó.
“Recuerdo clarísimamente que había una gotera y que nos interrumpía constantemente la conversación. Se me ocurrió en ese artículo, que era muy entrañable y de gran admiración y cariño hacia la figura de Borges, mencionar ese detalle”, explicó. De hecho, el artículo que redactara en aquel ya lejano 1981 incluía el siguiente párrafo: “Vive en un departamento de dos dormitorios y una salita comedor, en el centro de Buenos Aires, con un gato que se llama Beppo (por el gato de Lord Byron) y una criada de Salta, que le cocina y sirve también de lazarillo. Los muebles son pocos, están raídos y la humedad ha impreso ojeras oscuras en las paredes. Hay una gotera sobre la mesa del comedor”.
Esta desangelada descripción llegaría luego a oídos de Borges, quien a su vez se despachó con sarcasmo: dijo que lo había visitado “un peruano que debía trabajar en una inmobiliaria”, ya que “insistía” en que le convenía mudarse, expresiones que también fueron conocidas luego por el entrevistador.
“Él diría que por ahí había aparecido un peruano, que seguramente era vendedor de casas, y que había tratado de persuadirle sobre una casa porque la anterior tenía goteras”, contó Vargas Llosa en la conferencia.
“Esto provocó una distancia muy grande entre él y esa cosa pequeñita que era yo, de tal modo que nunca más lo vi hasta que visité su tumba”, recordó Vargas Llosa con admiración.
El episodio fue narrado años atrás por Ricardo Piglia (fallecido en 2017), quien conoció a Borges y también el apartamento de la calle Maipú.
En su relato, Piglia señala que ya durante el momento de la entrevista a Borges no le gustó que Vargas Llosa se detuviera a hacer consideraciones sobre el estado de su casa. Por ello, posiblemente mosqueado, en el momento de despedirse le soltó al visitante una frase que revelaba su censura: “Los caballeros argentinos no hacemos alarde”.
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