Por The New York Times | Emma Goldberg
Imagina que te sumerges en el océano. No ves tierra. Estás flotando, tus brazos son como espaguetis y todo lo que ves es azul. Tienes la sensación de que así podría ser para siempre: tú contra la corriente.
Es un poco dramático. Pero es una de las metáforas que la psicóloga clínica Meg Jay ha compartido para describir los 20 años en su libro de culto “The Defining Decade”, y es la metáfora que de manera persistente desencadena la respuesta más explosiva de los lectores. Decenas de veinteañeros le han enviado correos electrónicos en los que hacen referencia a la metáfora del océano: “¡Sí!”. Se identifican porque ellos también se sienten a la deriva.
A los veinteañeros no les faltan los consejos profesionales. Les dicen que se apresuren, se apresuren, se apresuren y que se relajen; les dicen que sus relojes profesionales están en marcha, y también que los 30 son los nuevos 20 y que tienen todo el tiempo del mundo.
En medio de ese torbellino surgió el libro de Jay, publicado por primera vez en 2012, que desde entonces ha vendido más de 500.000 ejemplares y ha generado clubes de lectura, patrocinios en TikTok y un fervoroso grupo de seguidores. Sus consejos se sitúan entre el consuelo y el amor aleccionador: empieza a planear el futuro, pero no te asustes. Cuando publicó una nueva edición en 2021, Jay se dio cuenta de que continuaba la influencia de “The Defining Decade”, pues responde a la confusión de los veinteañeros a la que ahora se añaden las presiones de las redes sociales y la inestabilidad de la pandemia. (Los padres también lo aceptan; Jay a veces oye decir a las madres que lo único que pidieron en el Día de las Madres fue que sus hijos leyeran ese libro).
Jay se ha convertido en la santa patrona de los jóvenes que se esfuerzan, una figura profética para una generación de jóvenes sepultada bajo mensajes contradictorios. En la televisión, les dicen que podrían ser ricos al nivel de las Kardashian si lo intentaran; en Instagram, les dicen que deberían estar de vacaciones en Sicilia; en TikTok, les explican cómo es una rutina #Girlboss, y en las letras de las canciones de Beyoncé, les dicen que todos sus colegas están renunciando a sus trabajos.
Los graduados universitarios de este año tienen razones adicionales para sentir incertidumbre, dada la agitación en el mercado laboral y las olas de despidos en todo el sector tecnológico. En una encuesta realizada por Handshake, un sitio web de búsqueda de empleo para estudiantes universitarios, a 1432 solicitantes de empleo, las palabras más utilizadas por los miembros de la generación 2023 y otros recién licenciados para describir sus sentimientos sobre la economía fueron “ansiedad”, “preocupación” y “nervios”. Están pisando los talones a los milénials, conocidos por pasarse los 20 años saltando de un puesto de trabajo a otro y aterrizando en diversos puestos durante menos de tres años. El libro de Jay combina la simpatía por la confusión de los jóvenes con un empujón.
“Su objetivo es crear cierto ímpetu urgencia”, afirmó Jay, de 53 años, con un mensaje aleccionador matizado por un cálido acento sureño. “Cuando creemos que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer algo, no hacemos nada. Eso se ve en todo aspecto, desde saber qué carrera emprenderemos hasta lavar la ropa”.
La sensación de urgencia que genera hace que Jay no solo reciba cartas de admiradores, sino también cartas de angustia de sus lectores. “Me mandan correos y me dicen: ‘Lo leí a los 22 años y lo boté en mi habitación’”, relató Jay. “Depende”.
Por un lado, el estadounidense promedio no se casa sino hasta los 30 años y puede cambiar de trabajo cada 30 meses; por otro, es probable que tenga una deuda estudiantil de casi 40.000 dólares. Eso puede dejarle a la gente una sensación simultánea de anhelo de viajar y pánico.
Sarah Liddy, de 25 años, y Audrey Flowers, de 24, son dos de las superadmiradoras de Jay, jóvenes confundidas que hace poco decidieron empezar un pódcast para hablar de ser jóvenes confundidas. Lo llamaron Completely Clueless, con una grosería añadida en medio para darle efecto. Tanto Liddy como Flowers soñaban, en la escuela, con ser actrices. (Liddy debutó como tetera en “La Bella y la Bestia”). Estudiaron teatro musical y se graduaron en la universidad durante la pandemia, cuando las audiciones eran casi inexistentes. Flowers trabajaba hasta hace poco en una tienda Lululemon de Nueva York y Liddy se emplea como niñera. Un miércoles de este año, Liddy y Flowers se sentaron a almorzar con Jay en Dimes Square, el pequeño barrio de Manhattan conocido por sus bares y sus jóvenes que intentan resolver sus vidas bebiendo. Las dos declararon, con vértigo, lo mucho que el consejo de Jay había significado para ellas.
La historia de Flowers y Liddy es, como tantas otras descritas en “The Defining Decade”, a la vez particular en sus percances y ampliamente resonante. Mientras crecían, sus profesores les decían que tenían lo que hacía falta para alcanzar el estrellato teatral; Liddy recuerda la sensación de que toda su ciudad natal pensaba que acabaría en Broadway. En la universidad, se lanzaron a las audiciones. Entonces, llegó la COVID y trastocó sus planes profesionales. Las dos presentadoras del pódcast se identificaron con las descripciones de Jay sobre su desarraigo.
“¡El océano!”, dijo Jay.
“Se lo he dicho a mi terapeuta muchas veces”, comentó Flowers.
“Desde que nos graduamos, ambas hemos pasado por periodos en los que nos hemos sentido muy estancados”, añadió Liddy. “Ojalá pudiera volver a ser mi antigua yo: esa chica que se definía por trabajar de manera ardua: ‘Va a ser una estrella’”.
Había 50 millones de veinteañeros en Estados Unidos, alrededor del quince por ciento de la población, cuando se publicó “The Defining Decade”. Esa cohorte está experimentando una etapa de vida que Jay describe como un fenómeno moderno. Durante gran parte de la historia, la gente no pasaba una década entera entre dejar la casa de sus padres y formar sus propias familias. Sentaban cabeza pronto: se mudaban a sus propias casas, encontraban trabajo, tenían hijos.
Sin embargo, una confluencia de fuerzas económicas y sociales ha hecho que las personas ahora tengan un periodo más largo entre la infancia y la edad adulta plena. Una de las razones es el control de la natalidad. A medida que los anticonceptivos orales se hicieron más accesibles en las décadas de 1960 y 1970, las mujeres pudieron retrasar la decisión de formar una familia y su participación en la población activa se disparó por encima del 50 por ciento. También está la deuda estudiantil, que ha llevado a muchos recién licenciados a mudarse a casa de sus padres. Además, puesto que la afiliación religiosa ha disminuido, más de la mitad de los estadounidenses ahora se forman una idea de sí mismos a través del trabajo, lo que significa que elegir una carrera no se trata solo de encontrar una fuente de sustento, sino también de identidad. Mientras Jay actualizaba el libro en 2020, recibía decenas de correos electrónicos de lectores. Algunos le decían que sentían que la pandemia les había robado la década que los definía y los había privado de la motivación y las oportunidades para ir tras sus metas. Otros decían que, como estaban encerrados en casa, por fin tenían tiempo de leer el libro.
Los veinteañeros experimentaban el malestar que Jay había descrito durante la última década, pero intensificado por el aislamiento a causa de la COVID. Jahleane Dolne, de 25 años, seguidora de TikTok de “The Defining Decade”, solicitó trabajo desde casa de sus padres, navegó por LinkedIn sentada junto a su uniforme de animadora de la preparatoria y su vestido de graduación. Jasmine Yook, de 30 años, que también ha publicado en TikTok sobre el libro, releyó el libro de Jay a los 29 y reflexionó sobre las diferencias entre dónde quería estar en su carrera de moda y dónde había aterrizado.
Jay respondió a esos lectores con ánimo de entrenador de fútbol. “Esta es su Gran Depresión”, dijo. “Esta es su recesión. Esta es su adversidad generacional, ¿y qué hicieron? ¿Cómo respondieron? Decir: ‘Bueno, me armé de valor y empecé a grabar un pódcast’ o ‘Leí 50 libros que dije que iba a leer’ es una metáfora o un ejemplo de cómo respondes cuando la vida se pone difícil”.
Y aunque muchos de sus consejos pueden sonar intimidatorios, no está en contra de ofrecer atajos. “Estás preguntando por fórmulas”, dice Jay durante el almuerzo, después de una discusión sobre el equilibrio entre buscar la alegría ahora y trabajar de manera ardua para sentar las bases de la alegría en los años venideros. “En realidad, hay una fórmula muy poco precisa”.
Todos los comensales se inclinaron hacia delante para escuchar.
“Las personas de éxito dicen que pasan la mitad de su tiempo pensando en el presente, en qué me hará sentir feliz y tener éxito ahora, y la otra mitad pensando en el futuro”, continuó Jay. “Si alguien me preguntara por una fórmula, cómo equilibrar entre ser feliz a los 20 años y ser feliz después, diría que quizá se trata de la mitad y la mitad”.
Al otro lado de una fuente de papas fritas, Liddy y Flowers asintieron sabiamente. El consejo era más un rayo de esperanza que una panacea. Había sabiduría a la que podían aferrarse. En algún lugar, en la distancia, había una tierra prometida o al menos, sus 30 años. Meg Jay, psicóloga clínica y autora de “The Defining Decade”, sobre los retos a los que se enfrentan las personas de 20 años. (Hiroko Masuike/The New York Times). Audrey Flowers, a la izquierda, y Sarah Liddy en el estudio WTF de Nueva York, donde graban su pódcast sobre ser personas confundidas a los 20 años, el 25 de enero de 2023. (Hiroko Masuike/The New York Times)
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