Asistimos a la presentación de “Pasatiempo”, un poema ilustrado que invita al cada vez más difícil desafío de la pausa compartida..

Asistimos a la presentación de “Pasatiempo”, un poema ilustrado que invita al cada vez más difícil desafío de la pausa compartida.

Vulnerant omnes, ultima necat: esta frase latina puede traducirse como “todas hieren, la última mata”, y solía inscribirse en el cuadrante de los antiguos relojes, como un recordatorio —ominoso y hasta depresivo— de lo efímero de los días del hombre y de los sinsabores que jalonan su andadura.

Sin embargo, por el hecho de ser mortales no estamos obligados a pelear con el tiempo, esa inasible sustancia vital con la que solemos mantener una relación conflictiva. A menudo, atrapados en la rueda de hámster de “las mil cuestiones del día”, que dijera el narrador uruguayo Hugo Fontana, deseamos hacer una pausa y gozar de tiempo libre. Pero cuando la ocasión llega, no siempre somos capaces de desconectar y disfrutarlo como viene dado.

“El hombre quisiera vivir eternamente, pero no sabe cómo hacer para pasar una hora sin aburrirse”, escribió otro uruguayo, el entrañable Wimpi.

Por ello, si se trata de aprender sobre el modo de disfrutar del tiempo, quizá los mejores docentes sean los niños, ya que ellos, ajenos al frenesí del mundo adulto, tienen —al decir de Mark Twain—  “una abrumadora superabundancia de esa clase de tiempo que no es oro”.

Esa diferencia en el fluir del tiempo en las etapas de la vida parece ser materia bien conocida para Virginia Mórtola, psicoanalista, escritora, magíster en Libros y Literatura infantil y juvenil. Y también autora del poema que se lee en el libro Pasatiempo, recientemente lanzado al mercado por la editorial Alfaguara.

La obra fue creada a cuatro manos por Mórtola y la arquitecta e ilustradora María José Pita, en un proceso creativo que insumió cerca de dos años y dio como resultado una pieza en la que el arte se manifiesta de diversas formas: un poema apto para todas las edades y unas ilustraciones bellas, originales y evocadoras. Ambos “ingredientes” conforman un libro-objeto disfrutable para chicos y grandes.

“Quisimos hacer este libro para que ustedes y sus mamás y papás se tomen el tiempo”, explicó Mórtola durante la presentación del libro, llevada a cabo el pasado 18 de diciembre en el Espacio Cultural Alfabeta, ante decenas de niños.

“Nos interesa que las personas se regalen tiempo. Regalamos muchas cosas, pero necesitamos estar juntos y compartir el rato, así fue como hicimos este libro”, explicó la escritora, mientras su coautora hacía circular facsímiles de las páginas en un kamishibai, una suerte de “teatro de papel” inventado en el Japón medieval y precursor de la moviola, atractivo dispositivo que permitió a los niños presentes apreciar las imágenes desde sus asientos.

“¿Cuánto tiempo nos podemos pasar en esta página?”, preguntó Mórtola a su audiencia menuda, interrogante cuya respuesta no es tan simple como podría imaginar un lector apresurado.

Porque esa es precisamente la magia de Pasatiempo: la invitación a salirse de la autopista del vértigo y hacer una pausa al lado del camino. La cadencia del conjunto entre los versos de Mórtola y las ilustraciones de Pita propician que el lector —chico o grande— se detenga a apreciar en todos sus detalles una obra que es mucho más que un “librito”.

Pasatiempo es un objeto ideal para que la familia entera se reúna y saboree junta ese presente inasible que es lo único que en realidad tenemos. Nada más y nada menos.

Así lo entendió Felipe, uno de los niños que participaron de la presentación, quien con infalible intuición infantil ofreció una lapidaria definición del tiempo: “Cuando pasa el tiempo, ya está”, afirmó.

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