La hipertensión arterial está implicada en la demencia y los daños cerebrales. Un estudio ha identificado nueve zonas del cerebro que resultan dañadas por la presión alta y que pueden contribuir al deterioro de los procesos mentales y el desarrollo de la demencia.

Un estudio reunió información de imágenes de resonancia magnética de más de 30.000 participantes en el estudio del Biobanco del Reino Unido, análisis genéticos y datos observacionales de miles de pacientes para estudiar el efecto de la hipertensión arterial en la función cognitiva, y luego comprobó sus resultados en otro gran grupo de pacientes de Italia.

El objetivo era comprobar si la hipertensión arterial era realmente la causa de cambios en partes específicas del cerebro en lugar de estar simplemente asociada a estos cambios.

El estudio, que firma un equipo internacional y publica European Heart Journal, señala que los cambios en nueve partes del cerebro estaban relacionados con una mayor presión arterial y una peor función cognitiva.

Una de ellas es el putamen, situado en la base de la parte frontal y responsable de regular el movimiento e influir en diversos tipos de aprendizaje.

Otras zonas afectadas son específicas de la sustancia blanca que conectan y permiten la señalización entre distintas partes del cerebro, como la radiación talámica anterior, la corona radiata anterior y la extremidad anterior de la cápsula interna.

La radiación talámica anterior participa en funciones ejecutivas, como la planificación de tareas cotidianas simples y complejas, mientras que las otras dos regiones intervienen en la toma de decisiones y la gestión de las emociones.

Los cambios en estas áreas incluían disminuciones en el volumen cerebral y en la cantidad de superficie de la corteza, cambios en las conexiones entre diferentes partes del cerebro y en las medidas de la actividad cerebral.

“Determinadas regiones del cerebro corren un riesgo especialmente elevado de sufrir daños por la presión arterial, lo que puede ayudar a identificar a las personas con riesgo de deterioro cognitivo en las fases más tempranas y, potencialmente, a dirigir las terapias de forma más eficaz en el futuro”, señaló Joanna Wardlaw, de la Universidad de Edimburgo y una de las firmantes.

Esto podría ayudar a la medicina de precisión, “de modo que podamos dirigir terapias más intensivas para prevenir el desarrollo de deterioro cognitivo en los pacientes de mayor riesgo”, destacó Tomasz Guzik, también miembro del equipo y de la misma universidad.

La hipertensión arterial es frecuente y se da en el 30% de las personas de todo el mundo, con un 30% adicional que muestra las fases iniciales de la enfermedad.

El equipo señala que una de las limitaciones de la investigación es que los participantes en el estudio del Biobanco del Reino Unido son principalmente blancos y de mediana edad, por lo que podría no ser posible extrapolar los resultados a las personas mayores.

EFE