Por The New York Times | Emily Anthes

De avance veloz por Sudamérica, la variante sigue siendo un misterio. Nadie sabe si es más contagiosa que otras o si afecta a las vacunas.

Los virus evolucionan. El SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, no es la excepción. Así que no sorprende el surgimiento de variantes, y no todas las mutaciones genéticas representan una amenaza grave.

En semanas recientes, no obstante, la creciente cobertura mediática ha empezado a causar alarma en torno a la Lambda, una variante detectada por primera vez en Perú a finales del año pasado. La variante, conocida al principio como C.37, se ha propagado rápidamente por distintas zonas de Sudamérica. El 14 de junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la designó como “variante de interés”, lo que significa, básicamente, que los expertos sospechan que podría ser más peligrosa que la cepa original.

La preponderancia de Lambda y sus mutaciones, parecidas a las que se han encontrado en otras variantes altamente contagiosas o preocupantes, significa que vale la pena vigilarla, dijeron los científicos. Pero aún no se sabe mucho y no queda claro el riesgo que representa.

“Creo que parte del interés simplemente está basado en el hecho de que hay una nueva variante y que tiene un nuevo nombre”, dijo Nathaniel Landau, microbiólogo en la Escuela Grossman de Medicina de la Universidad de Nueva York que estudia las variantes del nuevo coronavirus.

“Pero no considero que haya más razón para preocuparse que antes de que supiéramos de esta variante”, añadió Landau. Hasta ahora no hay pruebas que sugieren que Lambda superará a Delta, la variante altamente transmisible que ahora domina en gran parte del planeta. “No hay razón para pensar que esto ahora es peor que la Delta”.

Pablo Tsukayama, microbiólogo de la Universidad Cayetano Heredia en Perú que documentó el surgimiento de Lambda, estuvo de acuerdo. América Latina tiene “capacidad limitada” para llevar a cabo la vigilancia genómica y las investigaciones de seguimiento en laboratorio de las nuevas variantes, dijo. Esto ha llevado a vacíos de información que avivan la preocupación por la Lambda. “No creo que será peor que cualquier de las que ya tenemos”, dijo. “Solo que sabemos tan poco que eso se presta a mucha especulación”.

A mitad de junio, Lambda se había documentado en 29 países, territorios o zonas, según la actualización del 15 de junio de la OMS. La variante se había detectado en 81 por ciento de las muestras secuenciadas en Perú desde abril y en 31 por ciento de las procesadas en Chile a la fecha, dijo el organismo.

La variante representa menos del 1 por ciento de las muestras secuenciadas en Estados Unidos según GISAID, un repositorio de datos genómicos virales. En varios otros países se han reportado casos aislados.

La variante contiene ocho mutaciones notables, entre ellas siete en el gen de la proteína espiga, localizada en la superficie del virus. Algunas de estas mutaciones están presentes en otras variantes y podrían hacer que el virus sea más infecciosos o ayudarle a evadir la respuesta inmunitaria del organismo.

Pero aún no se resuelven grandes dudas. No está claro todavía si Lambda es más transmisible que otras variantes, si causa una enfermedad más grave o si vuelve menos efectivas a las vacunas.

“No tenemos mucha información, en comparación con las otras variantes”, dijo Ricardo Soto-Rifo, virólogo de la Universidad de Chile que ha estudiado la Lambda.

Los estudios de laboratorio preliminares, que aún no se publican en revistas arbitradas por pares, brindan motivos tanto para preocuparse como para tranquilizarse. En dichos estudios, equipos de investigadores liderados por Soto-Rifo y Landau encontraron que los anticuerpos inducidos por las vacunas Pfizer, Moderna y CoronaVac son menos potentes contra la Lambda que contra la cepa original pero que no obstante son capaces de neutralizar el virus.

El hallazgo sugiere que estas vacunas también deberían funcionar contra la Lambda, dijeron los científicos. Además, los anticuerpos no son la única defensa del cuerpo contra el virus: incluso si son menos potentes contra la variante Lambda, otros componentes del sistema inmunitario, como las células T, también podrían brindar protección.

“Esta disminución en los anticuerpos neutralizadores no quiere decir que la vacuna tenga efectividad reducida”, afirmó Soto-Rifo. Dijo que aún se necesitan estudios en el mundo real sobre el desempeño de las vacunas contra la variante.

Los investigadores también reportaron que Lambda, como otras variantes, se adhiere más firmemente a las células que la cepa original del virus, lo que puede causar que sea más transmisible.

Aunque quedan muchas dudas, Trevor Bedford, un biólogo evolutivo del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, dijo que no encuentra a la variante Lambda tan preocupante como la Delta y no espera que llegue a ser tan dominante a nivel mundial.

“La Lambda ha andado por ahí por un tiempo y, por ejemplo, apenas ha invadido Estados Unidos, a diferencia de, por decir, Gamma —la variante identificada por primera vez en Brasil— “a la que le ha ido bastante bien aquí”. Agregó: “creo que toda la atención debería estar en la Delta”.

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