Un austríaco se amputó el pene con un hacha después de consumir una gran dosis de hongos psilocibios. Tras consumar semejante locura, atinó a preservar los fragmentos en un frasco al que rellenó con nieve sucia que recogió del suelo.
El informe, realizado por el departamento de Enseñanza Académica del Hospital Feldkirch en Austria, detalla cómo el hombre caucásico, de 37 años, que tenía antecedentes de depresión y “abuso ocasional de alcohol”, consumió cuatro o cinco hongos “mágicos” secos mientras estaba solo en su casa de vacaciones. Dicho reporte también detalla que la herramienta utilizada para la mutilación estaba desafilada, por lo que la violencia de los golpes debió ser terrible.
Poco después de que los hongos hicieran efecto, el hombre se cortó el pene en cuatro pedazos con un hacha; luego, en pánico, ligó el muñón con un paño y guardó los fragmentos cortados en un frasco, según publica Euronews.
Confundido y desangrándose, deambuló en busca de ayuda hasta que un transeúnte lo encontró y lo llevó a un pueblo cercano donde lo recogió una ambulancia. Para entonces ya habían pasado aproximadamente cinco horas de que ocurriera el incidente, sobre el que el hombre no tenía un recuerdo claro.
Habiendo perdido una cantidad significativa de sangre y en estado crítico, el paciente fue llevado de urgencia al quirófano, según el informe, donde los médicos lograron salvar la punta del pene y dos centímetros del tronco, volviéndolos a unir macroscópicamente.
La operación fue un éxito en gran medida. El paciente se curó bien y, cuatro meses después, tenía “un buen flujo urinario y erecciones”, aunque hubo que extirparle un tramo total de cinco centímetros y desarrolló una ligera complicación en forma de hipospadias coronal, que hace que la que la uretra se abra más abajo de lo normal en el cuerpo del pene.
El hombre también fue puesto bajo cuidados psiquiátricos intensivos y se le administraron medicamentos después de seguir mostrando síntomas psicóticos y delirios religiosos, según un informe del caso publicado en Mega Journal of Surgery.
La psilocibina es un compuesto psicodélico natural que se encuentra en los hongos psilocibios, llamados comúnmente “mágicos”. Una vez ingerido, el cuerpo lo convierte en psilocina, una sustancia con propiedades psicoactivas que puede causar alucinaciones, alterando las percepciones de una persona sobre el mundo y sus estados emocionales.
Aunque se utiliza a menudo con fines recreativos, la psilocibina se ha convertido en un tema popular en la investigación médica como posible tratamiento de trastornos de salud mental, como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), y actualmente se han completado o están en marcha 20 estudios para probarla en la Unión Europea.
Un estudio reciente publicado en Translational Psychiatry concluyó que la droga era prometedora en el tratamiento de la depresión al aumentar el estado de ánimo positivo y aliviar los patrones de pensamiento negativos, mientras que otro estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis documentó cómo la psilocibina podría afectar las percepciones de las personas sobre el espacio y el tiempo, haciéndolas más abiertas y flexibles.
Sin embargo, fuera de los entornos controlados de los laboratorios clínicos, la psilocibina puede ser potencialmente peligrosa, especialmente en aquellas personas con trastornos de salud mental preexistentes que causan psicosis.