Un hombre esquizofrénico se cortó el pene con un cuchillo de cocina y luego lo tiró por el inodoro.
El caso ocurrió en India y fue recientemente divulgado en una publicación médica, donde se reporta que el paciente tiene 52 años, padece esquizofrenia y en los últimos tiempos dejó de tomar la medicación prescrita para su patología.
Según recoge el periódico Daily Mail, el sujeto “no tenía intención suicida” y explicó su acción a “voces en su cabeza que le decían que se cortara el pene o enfrentaría terribles consecuencias”.
En su desesperación, el hombre cercenó su miembro viril y lo arrojó por el inodoro. Cuando acudió a un hospital en la ciudad india de Pune, ya habían pasado 16 horas desde la mutilación.
En el reporte publicado en el Open Journal of Clinical and Medical Case Reports, los médicos del Bharati Vidyapeeth Medical College explicaron que la piel del escroto se desprendió de la raíz del pene.
En tales circunstancias, los cirujanos no pudieron hacer nada para restablecer el órgano amputado. Así las cosas, limpiaron la herida, anestesiaron al paciente y lo operaron, dejando un muñón en el lugar donde solía estar su falo.
Al cabo de dos semanas el paciente fue dado de alta. Veinte días después se sometió a nuevos exámenes, donde se comprobó que “el muñón estaba sanando bien” y que el paciente podía orinar sin problemas.
En la publicación, los galenos describen la amputación del pene autoinfligida, también conocida como síndrome de Klingsor, como una “forma rara de autolesión física que se deriva de anomalías psicológicas”.
“No solo se presenta como una emergencia quirúrgica, sino que también tiene el potencial de empeorar la angustia psicológica y los problemas de autocuidado del paciente”, expresan.
El síndrome de Klingsor se registró por primera vez en la literatura médica en la década de 1990 y rara vez se ha documentado desde entonces, y existen a la fecha unos treinta reportes confirmados en el mundo.
Los pacientes que realizan tal acto suelen padecer trastornos psiquiátricos, alucinaciones o abuso de drogas.
Los médicos pueden volver a colocar el pende amputado en su sitio si estuvo debidamente conservado, el paciente se presenta a tiempo y si la herida no está demasiado contaminada o destrozada.
En los casos exitosos, los pacientes recuperan todas las funciones del órgano.
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