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Salud

Por The New York Times

Tal vez vivas mucho más tiempo

Los investigadores distinguen entre “edad cronológica” —qué tan viejo dice el calendario que eres— y “edad biológica”

05.06.2021 15:21

Lectura: 6'

2021-06-05T15:21:00-03:00
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Por The New York Times | David Brooks

Phil Mickelson acaba de ganar el campeonato de la PGA a la edad de 50 años. Tom Brady ganó el Supertazón a los 43 años. Serena Williams es una de las mejores tenistas a los 39 años. Joe Biden entró a la presidencia a los 78. El año pasado, Bob Dylan lanzó un excelente álbum a los 79.

Sin duda, todos estamos aprendiendo a ajustar nuestro concepto de edad. La gente está viviendo más tiempo, es sana más tiempo y logra cosas a edades avanzadas que antes solo eran posibles a edades más tempranas. Y no son solo las superestrellas. En Estados Unidos, entre 1982 y 2005, la fracción de las personas mayores de 85 años clasificadas como discapacitadas cayó un tercio, mientras que la parte que fue ingresada a residencias asistidas cayó casi a la mitad.

Los investigadores distinguen entre “edad cronológica” —qué tan viejo dice el calendario que eres— y “edad biológica” (qué tan viejo parece ser tu cuerpo con base en medidas como el funcionamiento de tus órganos y otros indicadores). Resulta que hay muchas variaciones entre las personas. En un estudio de más de 1000 neozelandeses, el participante con el envejecimiento más lento lo hizo tan solo a 0,40 años biológicos por cada año cronológico, mientras que el que envejeció más rápido lo hizo a un ritmo de 2,44 años biológicos por cada año calendario. La genética, el medioambiente y el estilo de vida influyen en buena medida.

En general, los estadounidenses parecen estar envejeciendo más lento que antes. Eileen M. Crimmins de la Universidad del Sur de California y Morgan E. Levine de la Universidad de Yale compararon cómo envejecieron hombres de entre 60 y 79 años entre 1988 y 1994 y entre 2007 y 2010. Encontraron que, en el último conjunto de años, los hombres de su estudio tuvieron una edad biológica cuatro años menor que la de los hombres del primer conjunto, en parte debido a las mejoras en el estilo de vida y la medicina. Esto sugiere que la gente no solo vive más tiempo, sino que también permanece sana más tiempo.

De cierta forma, una mayor salud y longevidad no son una novedad. En 1900, la esperanza de vida en Estados Unidos era de unos 47 años y ahora es de unos 78. Sin embargo, tal vez también estamos a punto de vivir algo nuevo.

A lo largo del siglo XX, en esencia contribuimos a la longevidad al combatir enfermedades. En la primera mitad del siglo, las vacunas y otras innovaciones evitaron que la gente muriera joven de enfermedades contagiosas. En la segunda mitad, las mejoras en el estilo de vida y otros avances médicos evitaron que mucha gente muriera a mediana edad de cosas como infartos y cáncer.

No obstante, aunque estas mejorías han posibilitado que más gente llegue a los 65 años, después de esta edad, el envejecimiento mismo cobra una factura inexorable. Aunque venzas el cáncer de pulmón o sobrevivas un infarto, el deterioro de tu cuerpo te rematará en poco tiempo. El octogenario promedio sufre alrededor de cinco enfermedades.

Por eso, aunque podamos curar el cáncer por completo, se sumarían menos de tres años a la esperanza de vida promedio. Una cura total de las cardiopatías nos daría como mucho dos años más.

Para mantener en marcha el tren de la longevidad, tal vez no baste curar las enfermedades. Tal vez también necesitamos enfrentar el padecimiento subyacente del envejecimiento mismo, el cual, después de todo, es el principal factor de riesgo para un declive en la edad avanzada.

S. Jay Olshansky, profesor de epidemiología y bioestadística de la Universidad de Illinois en Chicago, ha ayudado a definir el envejecimiento como “la acumulación de un daño aleatorio en los cimientos de la vida —en especial en el ADN, ciertas proteínas, los carbohidratos y los lípidos (las grasas)— que empieza al inicio de la vida y con el tiempo supera las capacidades de autorreparación del cuerpo”.

Entonces, la pregunta sería: ¿podemos intervenir para ralentizar el proceso del envejecimiento? Esta semana, Olshansky me envió un correo electrónico: “Aunque en la actualidad no hay ninguna intervención documentada que haya demostrado ser segura y eficaz para ralentizar el envejecimiento en humanos, estamos al borde de un avance”.

Es una opinión que comparte Andrew Steele, autor de “Ageless: The New Science of Getting Older Without Getting Old”. Steele describe una serie de intervenciones experimentales diseñadas para ralentizar los procesos biológicos que son parte del envejecimiento.

Por ejemplo, conforme envejecemos, desarrollamos cada vez más células “senescentes”, las cuales secretan moléculas inflamatorias que en esencia pueden acelerar el envejecimiento. En 2011, los investigadores eliminaron esas células de ratones y prolongaron sus vidas. Los ensayos clínicos en personas comenzaron en 2018.

“Tratar el envejecimiento suena como ciencia ficción hasta que te enteras de los últimos descubrimientos en la biología del envejecimiento”, escribe Steele, quien agrega: “El momento crucial llegará si podemos desarrollar e implementar tratamientos para el envejecimiento con los que la esperanza de vida aumente un año por año. Es decir que, en promedio, nuestra fecha de muerte se aplace en el futuro a la misma velocidad que la estamos alcanzando”.

Una era de envejecimiento lento podría presentar algunos problemas significativos. Ya hay inmensas desigualdades en el tema de la salud. Un hombre blanco de 25 años con menos de 12 años de educación tiene un 61 por ciento de probabilidad de llegar a los 65 años. Un hombre blanco de 25 años con 16 años o más de educación tiene un 91 por ciento. Si se considera quiénes reciben una atención médica de calidad en este país, me pregunto si la clase con educación universitaria aumentará todavía más su ventaja.

No obstante, a pesar de las disparidades, es probable que todos los estadounidenses tengan vidas más largas y saludables. Me imagino a un octogenario que brinca de la cama para salir a andar en bicicleta por la mañana y luego juega softball en la tarde.

Todos vivimos tiempo prestado. Más tiempo es más vida y más de ella sería genial.