Un japonés de 79 años fue intervenido quirúrgicamente en Japón luego de presentar un problema insólito. O quizá no tan insólito, si se tienen en cuenta ciertos precedentes.
Según informara el tabloide Daily Mail, el septuagenario fue a una consulta médica porque experimentaba dolores al orinar. El caso parecía ser uno más de la rutina hospitalaria, hasta el momento en el que los médicos vieron los estudios de imagen.
Con asombro, los facultativos descubrieron que el paciente tenía una cuerda de dos metros dentro de la vejiga. La crónica detalla que se trataba de una soga de saltar y que —por suerte— el sujeto no se había introducido también los mangos.
De inmediato se encargaron nuevos escaneos, esta vez tridimensionales, y los resultados no fueron demasiado tranquilizadores. Lo bueno era que no había lesiones en la vejiga, pero la situación seguía siendo compleja: la cuerda era gruesa, tenia dos metros de longitud y estaba sumamente enmarañada. Así las cosas, los profesionales debieron renunciar a la idea de extraerla por la uretra, vía por la que había ingresado, y tuvieron que operar la vejiga.
El paciente no quiso dar detalles acerca de las razones por las que se había metido la soga por el pene, pero los médicos estiman que se trató de un caso de sounding, una parafilia que consiste, precisamente, en meterse objetos por el meato.
Expertos de la Universidad Médica de Dokkyo en la ciudad de Mibu detallaron el incidente en su informe, publicado posteriormente en la revista Urology Case Reports.
El reporte explica cómo los médicos analizaron la vejiga del paciente con un escáner de ultrasonido y encontraron “un objeto grande acompañado de sombras acústicas”. Luego, una radiografía reveló que se trataba de “un cuerpo extraño enrollado en forma de alambre”.
El autor principal del informe del caso, el profesor de urología Toshiki Kijima, dijo que luego su equipo recurrió a una tomografía computarizada para determinar la mejor manera de quitar la cuerda.
“La extracción transuretral no era recomendable, teniendo en cuenta la longitud de la cuerda y el modo en el que se había enredado en la vejiga”, expresó Kijima.
“Por lo general, las pinzas de agarre bastan para extraer cuerpos extraños, pero si se trata de cordeles o alambres, es distinto, porque se enrollan cuando la vejiga se contrae”, añadió el experto. Ese movimiento hace que, al cabo del tiempo, se forme una verdadera maraña.
Luego de la cirugía, el paciente se recuperó por completo, no experimentó dolores ni dificultad alguna para orinar.
Kijima y su equipo subrayaron la necesidad de hacer estudios en 3D antes de mover cualquier cuerpo extraño dentro del cuerpo, ya que es la mejor forma de evitar daños o sorpresas desagradables al momento de la remoción.