La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en sus siglas en inglés) emitió en 2023 una advertencia sobre un riesgo de algunos cánceres secundarios asociados a las terapias con células CAR-T y, ahora, un estudio con 724 pacientes concluye que este es bajo.
Los resultados, que se refieren en concreto al riesgo de cánceres sanguíneos secundarios, se publican en The New England Journal of Medicine, en un artículo firmado por científicos de Stanford Medicine: "Este amplio estudio constata que el riesgo después de la terapia celular CAR-T es bajo, a pesar de la advertencia de la FDA".
Esta terapia, como tratamiento oncológico, irrumpió en escena en 2017 para los cánceres sanguíneos intratables. Ahora se utiliza ampliamente en estos y hay experimentos en marcha -aún en animales- para tumores sólidos e, incluso, enfermedades como el asma crónica.
El tratamiento con células CAR-T, cuyo nombre completo es terapia de células T con receptores quiméricos de antígenos (abreviado como CAR-T por el nombre en inglés), consiste en modificar en el laboratorio las células inmunitarias linfocitos T (los glóbulos blancos) de la persona enferma para que sean capaces de reconocer y combatir las células tumorales.
En noviembre de 2023, la FDA comunicó que estaba evaluando el riesgo de que estas terapias pudieran producir en algunos casos tumores secundarios al tratamiento, en particular cánceres de la sangre.
Sin embargo, el estudio de más de 700 pacientes tratados en el centro médico de Stanford indica que el riesgo es bajo: en torno al 6,5 % en los tres años posteriores a la terapia, resume un comunicado.
En el único caso de cáncer de células T secundario mortal, los investigadores descubrieron que probablemente se debía a la inmunosupresión causada por la terapia con células CAR-T, más que a las células CAR-T.
El sistema inmunitario comprometido permitió que células cancerosas preexistentes, pero no detectadas previamente, crecieran de forma explosiva en el paciente.
"Queríamos entender este caso tan poco frecuente, así que analizamos con amplitud a todos los pacientes tratados con terapia celular CAR-T en Stanford y estudiamos con extraordinaria profundidad este único caso", explica Ash Alizadeh.
Para ello, el equipo comparó los niveles de proteínas, las secuencias de ARN y el ADN de células individuales en múltiples tejidos y momentos para determinar que la terapia no introdujo el linfoma en este paciente, sino que ya se estaba gestando en su organismo.
Las conclusiones del estudio, según los autores, pueden 'aliviar' algunas de las preocupaciones suscitadas por la advertencia de la FDA en las etiquetas de los medicamentos y lo más importante, ayudar a investigadores y médicos a identificar a los posibles receptores de terapia celular CAR-T con mayor riesgo de padecer cánceres secundarios.
Estos podrían ser sometidos a un seguimiento más estrecho tras recibir la terapia o a un cribado exhaustivo para detectar otros cánceres antes de iniciar el tratamiento con células CAR-T.
"El estudio describe un acontecimiento poco frecuente en un paciente que recibió terapia CAR-T y proporciona información muy útil para los médicos. Estos pueden estar atentos a condiciones similares y potencialmente detectar tumores secundarios antes y manejarlos mejor", concluye Metin Ozdemirli, de la Universidad de Georgetown.
Para Joaquín Martínez López, jefe del Servicio de Hematología del Hospital 12 de Octubre (Madrid), "se trata de un trabajo retrospectivo con las limitaciones que ello conlleva y confirma los datos ya presentados previamente por la Universidad de Pensilvania".
Sin embargo, el estudio molecular realizado a los dos tumores es de "gran calidad", afirma Martínez, que no ha participado en el trabajo.
"Aunque el seguimiento debe ser más prolongado, constata que la terapia CAR-T por el momento no desarrolla linfomas T secundarios a la misma, sino que son eventos diferentes. El beneficio de estos tratamientos es mucho mayor que el riesgo", señala a Science Media Centre, una plataforma de recursos científicos periodísticos.
EFE