Por Paula Barquet
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La Escuela n° 152, ubicada en Camino Cibils, es por estos días “objeto de intervención” del programa Escuelas Disfrutables de Primaria. En este centro educativo del Cerro se vienen acumulando casos de niños que se lastiman los brazos con las hojas de sus sacapuntas. En mayo se detectaron los primeros dos, en julio se agregaron “dos o tres”, y el pasado viernes desde la escuela reportaron otras cinco situaciones. Todas ellas ocurrieron en 5° y 6° grado.
Esta decena de casos —lejos de los veintipico de los que se habló en redes y que circularon en las noticias producto de teléfonos descompuestos— preocupan y mucho en la escuela, y desde este lunes son el foco de atención primordial de Carina Sagrera y el equipo de psicólogos que desembarcó allí. Sagrera, coordinadora adjunta de Escuelas Disfrutables, advierte que los cortes son “un indicador de riesgo” cuyo significado puede radicar en la “necesidad de un lugar donde depositar la angustia”.
Se trata de “un fenómeno complejo que no puede agotarse en una sola intervención”, explica Sagrera a Montevideo Portal. De hecho, el equipo tiene previsto realizar actividades semanales con niños de 4°, 5° y 6° (los grados involucrados, y uno anterior para prevenir), padres, madres y maestros de la escuela n° 152, al menos de aquí a fin de año.
Este lunes 17 se presentaron en la escuela inspectores y miembros del equipo psicosocial, y se hizo ya una primera reunión con padres. “Se planteó el trabajo que se hará y se habló de aceitar el diálogo con las familias, para que no nos tengamos que enterar de estas situaciones por los medios”, relata Sagrera.
Ella misma recibió el primer “aviso” de los últimos casos por redes sociales. “Yo el sábado lo vi en Twitter. El mensaje decía algo así como ‘25 niños se cortaron en una escuela del Cerro. Ojalá reciban ayuda’. Me quedé helada y esperé; después me llamaron y me dijeron que no era esa la cifra”, cuenta la coordinadora del programa que nuclea a 200 especialistas y que se propone abarcar a las escuelas de todo el país.
“Si son dos, igual es grave”, aclara de inmediato. “Estas conductas deben ser miradas desde el punto de vista profesional; son conductas de riesgo”, insiste Sagrera. Las heridas que se han visto son superficiales, pero encienden alertas a nivel de salud mental. “Los cortes son un indicador grave sin importar la magnitud. Lo que importa es que te dio la cabeza para autoagredirte, y es más grave en niñez. Es un tema de salud integral”.
Una vez que se notifican los casos al programa, se concurre a la brevedad posible. En mayo, cuando aparecieron los primeros casos, se vio que “había otras dificultades de índole familiar y se hizo tratamiento psicológico”, comenta.
Hasta el momento, los casos que han aparecido en esta escuela del Cerro no se vinculan con ningún juego o personaje infantil, como sí se detectó en una escuela de Barros Blancos en la que siete niños siguieron el “reto” que propone el personaje Huggy Buggy y se lesionaron. Aquí, dice Sagrera, “hay un fenómeno en el que incide la interacción grupal y la situación emocional de cada niño”. Y el trabajo que tienen los técnicos por delante comienza por distinguir cuáles son los niños afectados al punto de querer autoagredirse, de aquellos que están en una dinámica de imitación. Han visto que, en ocasiones, hay algún niño que “genera el desafío”; algo así como “si yo lo hago, vos también”, o “si querés a tu madre, te lo tenés que hacer”.
Con los que quieren autoagredirse, la conducta “puede relacionarse con no querer vivir más” y habrá que hacer un abordaje seguramente más profundo, explica la especialista, aunque advierte: “El que lo hace por imitación también le pasa algo, porque no todos se prenden” a una conducta así.
Hay una “hoja de ruta” para la intervención y parte del recorrido implica hacer derivaciones a centros especializados, como la clínica Apex del Cerro o la Dirección de Derechos Humanos del Codicen. “Hay niños que necesitan otras intervenciones porque hay factores familiares que inciden, como situaciones de violencia, cambios de vivienda o pérdida de empleo”, dice Sagrera. En algunos casos se ven afectaciones en la conducta, y en otros se manifiesta en el aprendizaje. Habrá intervenciones grupales y otras personales. Se procura que los niños entiendan “por qué está mal y por qué daña a la salud”.
Por Paula Barquet
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